Septiembre en California

Costa de Huelva. / Foto: Edith.

Miriam Dabrio. Cuesta volver en septiembre. También escribir en este mes en el que hasta la mente se subleva pidiendo más relax y alicientes de los que el verano de sal, sol y burbujas nos tiene acostumbrados. Es la modorra hecha rebeldía en su versión antiestrés, que poco a poco deja paso al ritmo normal –porque así lo llamamos- que impregna frecuencia y cambio de hábitos.

Es un cambio forzado o forzoso, según se mire. Pero septiembre siempre fue otra cosa en la memoria: vendimia, feria, y tardes de reencuentro que se disfrutan el doble en la dolce vita de plazas de pueblo o con tintes californianos y puestas de sol absolutamente exclusivas en playas y paisajes ya algo aliviados.



Toca volver. Y tomar ritmo. Tonificar músculos incluido el cerebro con el ejercicio diario del horario completo y saturado. Somos como estructuras que cargan su propio peso de nuevo, y el peso de tareas.

Y es la capacidad de adaptación, aceptación o resiliencia la que nos asombra una vez más, como edificios o estructuras funcionando tectónicamente, o árboles generando nuevos nudos concéntricos en el perímetro de su tronco, nudos cada vez más rígidos con poca capacidad de movimiento, porque los más flexibles quedaron en el centro de la sección y se corresponden con etapas de juventud en la que todo era imaginable, como juncos en reino vegetal. Y todo era posible precisamente por eso.


Puerto de Huelva

En California septiembre no significa volver, pues es primavera todo el año en todos los sentidos. Igual que aquí, lo cual a veces olvidamos en nuestra rigidez asumida. Su territorio incluye playas blancas, con acantilados, bosques de secoya, cordillera de Sierra Nevada, tierras de cultivo del Valle Central y desierto.

No haré las comparaciones con la provincia de Huelva –Costa de la Luz, Andévalo, Sierra, Condado y Campiña, Marismas…-, porque desde la óptica de la diversidad y riqueza, se trata de “todo en uno” equiparables al menos en concepto. Clima envidiable, sol casi todo el año, paisajes y lugares increíbles, multiculturalidad y empatía de sus habitantes, ocio, cultura, arquitectura, historia para dar a conocer.

Dicen que el latín “callida fornax” (horno caliente) fue el origen etimológico dado por Hernán Cortés en 1536 (que estudió dos años latín en Salamanca), o mezcla del latín y el alemán “calit ferne” (caliente y lejano ), pues Cortés chapurreaba el alemán, al parecer. Eso, o algún marinero culto que acuñaría el nombre de la península de California. No sé si el marinero sería onubense, pero marineros sabios dimos y damos unos muchos, así que podría ser.

Huelva es también caliente y lejana, aunque el foráneo sí que cree en nuestra provincia californiana eterna, y cuando vuelve a su destino de procedencia obligado por quehaceres, lo hace con ganas de vivir más aquí y más veces, y en otras épocas no estivales.

Sin embargo está demostrado que hay una lejanía que es hándicap infranqueable contra esas ganas: la ausencia de conexiones territoriales suficientes. Las plazas hoteleras tienden a ampliar su franja anual de estacionalidad. Y si no fuese por falta de infraestructuras de comunicación –que ni están ni se las espera-, hasta nosotros creeríamos en esa primavera eterna para el turismo que sí se da en otras provincias cercanas.

Pero claro, no disponemos del High-Speed Rail –sistema de alta velocidad ferroviario- o puentes suficientes como el Golden Gate, lo que nos vendría de lujo para poder crecer y demostrar a incrédulos lo que ya sabemos. De momento no se apuesta por ello.

Según mi amigo y compañero Francisco Pinteño, elementos naturales como lignina y celulosa son en árboles como hormigón y hierro en construcción de edificios. Unos y otros trabajan a compresión y tracción respectivamente, aportando estabilidad necesaria para las estructuras forestales o arquitectónicas.

Gaudí y otros arquitectos supieron asumir en su obra toda la fuerza y perfección de la naturaleza en un funcionamiento sincronizado usando los materiales para alcanzar las formas adecuadas en sintonía con las fuerzas físicas a las que responden.

Como personas no es perfecto alcanzar la estabilidad que necesitamos en nuestras vidas con movimientos contorsionistas que nos hacen creer, por pura resiliencia, lo contrario de lo que somos. Septiembre en Huelva no debiera significar regresar para nadie, sino quedarse más veces en el paraíso y con ello, despegar.

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