Miriam Dabrio Soldán. No me fascina el reguetón, lo saben mis hijos que lo consumen como ávidos adolescentes, en realidad lo tengo atravesado. En las playas de Huelva, y hasta en las de Galicia, por toda la costa, ya nunca hay silencio. Se oculta en verano el sonido del mar. Calor, altavoces vía bluetooth o lo que es peor, chiringuitos-discoteca son el todo en uno que oculta al océano en constante movimiento, que suena pero no resulta perceptible gracias a ese tipo de música y que limita el disfrute del bien que es de todos. Será que los mapas de ruido no llegan a pleamar.
Aún así, una vez pasado el enfado de no poder relajarnos en la orilla, sí es posible admirar la sensibilidad de Sebastián Yatra, pues trasciende al estilo básico, lo supera, capaz de fusionar con lirismo tradicional los nuevos movimientos. Probablemente compositores como él convertirán el modo ruidoso en el que se insertan en clásico, porque calidad se eleva más allá de prejuicios instalados simplemente por rechazo a lo ajeno, a lo alejado de nuestras circunstancias, procedencia o educación.
La estructura, belleza y sentimientos que aportan piezas musicales y artísticas en general son los componentes que las definen, a pesar de este mundo de etiquetas constantes en el que nos ha tocado vivir. Acostarnos deleitados por La Traviata de Giusseppe Verdi en un teatro abarrotado en verano no implica cerrarse a lo fresco y genuino, siempre que no sea de garrafón, claro está, la mañana siguiente en la terraza de casa al despertar.
El urbanismo reguetón también existe y está de moda. Pero estar de moda porque la improvisación o dejarse llevar sean hándicaps no significa ser bueno. Distinguir granos y pajas es más complicado de lo que parece, y aunque los técnicos solemos coincidir en las cuestiones básicas, para divagar en las accesorias, los futuros clásicos son absolutamente identificables y predecibles ya en planimetría, igual que el canto bello se identifica al escucharlo, sea cual sea su procedencia, origen o tendencia.
El problema es que, una vez ejecutado, -gestionado, urbanizado y construido- cada fragmento de ciudad, la reversibilidad es casi imposible. No son canciones que se contextualicen con versiones descafeinadas. La torpeza puede ser manifiesta, vamos. Y el buenismo del “no lo sabía” sumado a la temporalidad de los decidentes (palabra no RAE, lo reconozco), inferior a la duración de los procesos en su conjunto, o todo lo contrario, acelerando lo que requiere reposar, no ayuda.
La atención es siempre la caricia más hermosa, decía Mario Bennedetti, también en creatividad. Porque el largo plazo de una traza de ciudad se parece más a los 200 años en que construyeron la gran muralla china o los 1500 de los Stonehenge ingleses, o los 600 de la Alhambra, y sin querer desalentar por las comparaciones extremas anteriores, sirvan de ejemplo para hacer ver también que una pequeña contribución en el tiempo, por pequeña que sea la aportación, puede ayudar a malograr o realzar el resultado.
Por ello hoy cierro los ojos, y escuchando jazz, traigo a mi mente las fantásticas ordenaciones del Barrio Obrero (1916-1929; Carasa, Aguado y Morgan), Plan General de Ordenación Urbana de 1929 de Pérez Carasa, ensanche de la Gran Vía (Carasa, Fco. Vallejo), Plan General de Ordenación Urbana de 1960 de Alejandro Herrero Ayllón, barrios Huerta Mena y Esperanza, planificación del antiguo hospital psiquiátrico, el ensanche del Paseo de Santa Fe (1890, Manuel Pérez González-Francisco Monís, José Luis Morales Isidro años 90), barriada de la Hispanidad (1970), Campus del Carmen UHU (Domínguez Cano, Fortes, Gil Ballester, Real Molina en 1999), que entre todos aportan swing de ciudad por su amplia riqueza y complejidad rítmica, si bien para nada fueron improvisados en un ejercicio puro de responsabilidad de autores y coetáneos, por mucho que los ojos de hoy se atrevan a juzgar decisiones del ayer.
(1) Decisiones del ayer. La Barriada Huerta Mena y la Esperanza fue concebida como un segundo centro de la ciudad, pues su planificación incluyó la construcción de parroquia, mercado y colegio de primera enseñanza. Se construyen 1.560 viviendas . Los edificios fueron proyectados por Alejandro Herrero Ayllón, Francisco Sedano Arce, Ricardo Anadón Frutos, Francisco Riestra Limeses, Juan Miguel Rodríguez Cordero y José María Morales Lupiáñez.
(2) Dentro del conjunto de la Barriada de la Hispanidad, destaca la Iglesia por su diseño racionalista de 1970, dotada de una torre exenta de planta cuadrada que sobresale en el espacio público, así como el colegio. Decisiones del ayer.
(3) Conjunto de valor diseñado por José María Morales Lupiañez en 1962, como sanatorio mental configurado mediante diversos pabellones interconectados por paseos cubiertos e intercalados con espacios ajardinados. La capilla, ubicada en su centro, sería el elemento de más cuidado diseño (Proyecto de José Maria Morales Lupiañez del año 1962, con rehabilitación de José Acosta Muñoz del año 2011), recordando a la arquitectura de Mies Van der Rohe. Decisiones del ayer.
Fuente imágenes aéreas: Ortoimágenes del vuelo realizado entre noviembre de 1976 y julio de 1986 por el Ministerio de Agricultura, el M.O.P.U , Hacienda y el Ministerio del Aire.
Otras fuentes: Google Street View