Clotilde Ventoso. Hoy, en este mes de Mayo, cuando ya se percibe el olor a verano, a noches estrelladas en las que más que en cualquier época del año se disfruta de nuestra Huelva, he pasado por «mi» Plaza de San Pedro. Eran casi las diez de la noche y me he quedado contemplando nuestra Iglesia recortada por un Cielo «azul Huelva» como siempre lo ha definido mi amigo Juan Carlos Castro.
Este Cielo que nos une, que nos envuelve a todos los que tenemos la suerte de vivir en este rincón del mundo, que pese a las deficiencias, que nos tienen aislados y que nos quitan libertad, pero que sin embargo, dada la belleza de su naturaleza y el privilegio que supone vivir en este paraíso, que ya digo, no querríamos llamarlo perdido… nos llega a compensar de todo.
Nuestra Plaza de San Pedro es uno de los rincones más bellos de Huelva. Y yo digo que es de los rincones más bonitos del mundo. Pocos sitios conservan aún su esencia en Huelva, su olor a Plaza de infancia, a poesía que nos hace seguir soñando, como soñaba Juan Ramón y seguir creyendo en que hay algunas cosas que han nacido para ser eternas, que tienen su espacio en el tiempo y en la memoria. Por eso tienen que ser cuidadas, restauradas, PROTEGIDAS, pero nunca transformadas, porque este es el BARRIO DE SAN SEBASTIÁN, con sabor a barrio, al lado del centro, pero sigue siendo nuestro barrio queridísimo.
Los vecinos de Huelva deseamos que la Plaza se cuide, se peatonalice, pero solo la calzada que rodea los setos de la plaza, sin alterarla y sin modificarla. ¿Qué ocurriría con ciudades como Úbeda y Baeza, en las que he vivido, si se aplicara este concepto de «modernización» que se pretende aplicar en la Plaza con más historia de Huelva?
Es gracias a personas que han hecho prevalecer siempre la cultura, la historia y la esencia de los sitios que son emblemáticos por diversos motivos, lo que ha permitido que podamos disfrutar de rincones que nos transportan a otro tiempo.
No se trata de «tirar a la basura» algo para comprarse el » último modelo» de otro algo, no tenemos que tirar lo bueno que tenemos en nuestra ciudad, lo importante es conservarlo, mejorarlo, protegerlo…
Recuerdo cuando estudiaba en Villanueva de los Infantes, en Ciudad Real, por aquel tiempo hubo un alcalde que se empeñó con todas sus fuerzas, y siendo por entonces la «moda» de modernizar los pueblos, en que no se alterara absolutamente nada de este maravilloso pueblo de mi Mancha natal; gracias a eso, cuando vuelvo a pasear por sus calles me transporto en el tiempo, todo cuidado, restaurado, PROTEGIDO…
He vivido en Córdoba, en Granada etc… ¿Habría que tirar el poyete que corre a la vera del Darro hasta llegar al Paseo de los tristes porque hay que modernizarlo?, ¿Qué sería Córdoba hoy, qué sería de sus calles del casco antiguo, de sus pequeñas plazas, más de ochenta, cada una distinta, con su propia personalidad, con sabor propio? Y mi Almagro querido, ¿Qué seria de Almagro si hubieran entendido por «modernizar», tirar? ¿Dónde estaría hoy su conjunto histórico artístico? ¿Habría que haber tirado el Corral de Comedias para ponerle camerinos y bambalinas?
Los vecinos de Huelva, de toda Huelva, queremos que nuestra plaza se cuide, que se proteja. Estamos absolutamente en contra del cambio que quieren llevar a cabo en esta Plaza. Cambio que supone destrozar todo lo que tenemos para hacer otra plaza, destruir, NO PROTEGER. Ahora, en estos tiempos que vivimos, ¡cuántas contradicciones!; se habla de ecología y se pretende arrancar árboles de nuestra Ciudad, ¿Quién lo va a evitar?
Se exige a cualquier persona que compra una casa que haga un desembolso ingente para mantener una fachada. ¿Cómo entender, usando tales parámetros, que pretendan en el caso de la Plaza de San Pedro, situada en el casco histórico de Huelva, con la extraordinaria Iglesia de San Pedro Apóstol, la Parroquia más antigua de la ciudad, del siglo XIV, destrozarla, con el argumento, absolutamente peregrino, de que quieren peatonalizarla?
Queremos que se peatonalice, pero a partir de los setos, que habrá que repoblarlos en los espacios que están vacíos, porque se han secado. Se tendrá que restaurar y proteger la escalinata que da acceso a la Iglesia. Forma con ella un conjunto que se perdería con esa otra que pretenden poner, eliminando la de ladrillo, que desplaza con suavidad nuestra mirada que poco a poco sube hasta la torre, y de ahí al Cielo, nuestro Cielo Azul, como no hay otro. Se puede hacer la rampa de acceso, la que hay a la derecha de las escalinata, más cómoda. Poner buganvillas como la que hay tan hermosa, abrazando también a las otras palmeras, y ante todo, mantener la Plaza como está, con el monumento a San Manuel González en el centro, ahí es donde lo queremos.
No queremos cambios que además van a generar problemas; una fuente – alberca que nos quita muchísimo espacio y que lo único que nos va a «regalar» son problemas de todo tipo.
No queremos que se cambie nuestra Plaza, solo queremos que se la cuide y se la proteja.