MPD. Para el escritor y director de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de Moguer, Antonio Ramírez Almanza, escribir es una necesidad. Por este motivo, no es extraño que cada cierto tiempo nos regale una nueva obra, ya sea un poemario, un texto narrativo o algún estudio de investigación. Y, de hecho, acaba de publicar el libro titulado Jentes, donde ofrece una visión muy personal de sus vivencias y sensaciones ante lo que le rodea, centrándose en las personas anónimas de la comarca del Condado de Huelva y, en especial, de Rociana del Condado, su localidad natal. Una propuesta en la que «intento acercarme al Juan Ramón de Españoles de Tres Mundos, de ahí que haga ese guiño claro hacia el Nobel con la ‘j’ en Jentes. Es una influencia de la que me cuesta mucho desprenderme», reconoce el autor. Y es que, tal y como nos cuenta en esta entrevista concedida a Huelva Buenas Noticias, el libro está escrito en «prosa poética, en la línea juanramoniana, a mucha distancia lógicamente, pero inevitablemente nos recuerda el estilo de Juan Ramón».
Una influencia que queda patente desde la misma portada, que da paso a una edición de línea limpia, como gustaba a Juan Ramón, una sencillez sólo rota por algunas ilustraciones realizadas por el pintor y escultor rocianero Fran A. H. Alvarado, que complementa a la perfección el contenido de este libro que forma parte de la Colección ‘Ávalon’ de narrativa de la editorial Karima Libros. Una obra estructurada en tres o cuatro apartados en los que desgrana sus recuerdos de la infancia, las estaciones del año, a personas anónimas y a la gente de Rociana del Condado. Todo ello a través de la mirada íntima de Ramírez Almanza, que ya avanza que el libro tendrá continuidad con Jentes II e, incluso, III.
Una publicación que nace de la recopilación de un conjunto de textos que el autor tenía elaborados, pero que no habían sido concebidos con la idea previa de formar parte de un libro, dado que «son textos que han ido surgiendo solos, junto a otras creaciones que ya publiqué en su momento en el antiguo diario Odiel Información, donde tenía una columna en la que llegué a realizar más de 400 colaboraciones. Así que, cuando comencé a ordenarlos, me di cuenta que podían formar parte de un libro, pues hablaba de los meses del año, de la vendimia, de la playa…, de las sensaciones que producen en nuestra vida».
Como nos cuenta Ramírez Almanza, «los relatos tienen unos tintes autobiográficos claros. Y es que, como decía Paul Auster, a partir de los 50 ya no hay necesidad de escribir de los demás. Ya tú escribes sobre ti mismo. Y es verdad. Cuando nos ponemos delante del papel, casi no tenemos que recurrir a elementos externos. Tú mismo tienes una trayectoria personal, una memoria, de tal forma que empiezan a salir tus vivencias, tus recuerdos». Siendo así, este libro «está en esa vocación de la infancia, de la presencia del territorio, de las sensaciones y la búsqueda de esos momentos que concibo a través del olor que me suscita la contemplación o de ese estado plácido de la vida desde la perspectiva de la edad madura». Unas sensaciones en las que, por ejemplo, se refleja el paso del tiempo a través de las estaciones, del calor intenso del verano o el frío del invierno, textos que «son el resultado de lo que he sentido en cada momento. No me he sentado pensando en hacer un libro sobre las estaciones, pero, cuando me di cuenta, había recogido todas las estaciones y todos los meses del año prácticamente».
En otras ocasiones, Ramírez Almanza nos revela sentimientos íntimos, como las sensaciones que le producen las cosas más cotidianas del día a día o sus propias vivencias en su casa, «en mi terraza, donde suelo estar muy atento al día que llegan las golondrinas, puesto que desde pequeño he apuntado el día que llegaban las golondrinas, porque eso me llamaba mucho la atención, o del sonido de los gorriones, que para mí es evocador y lo relaciono mucho con el verano, con esas horas muertas del mediodía, de la siesta, que nos tenían nuestros padres encerrados en casa, cuando se escuchaba el piar de los gorriones en el exterior. Son sensaciones, en definitiva, del paso del tiempo».
Y, luego, hay una última parte de la publicación dedicada, como nos relata Antonio, a «gente desconocida, a personas anónimas que representan diferentes arquetipos. Son perfiles claros en los que introduzco un poco de más crítica social, donde aparecen los invisibles, los ladrones de tiempo, los oportunistas, la estigmatización de los comunistas años atrás…, son perfiles de personas muy reconocibles«.
Un retrato en el que no falta una semblanza de las ‘jentes’ de Rociana del Condado. Un tratamiento que, tras este primer ejemplar, pronto volverá a repetir en una segunda entrega dedicada a Moguer, debido a que, «después de más de veinte años aquí, en la localidad moguereña, tengo muchos textos que no se incluyen en este libro. Me parecía que Moguer, que es otro tercio de mi vida, merecía algo especial. Tanto es así que ese libro ya está maquetado y pronto verá la luz, pues está casi terminando. El libro de Moguer lo he ido escribiendo, por ejemplo, cuando he ido a una exposición de Paco Naranjo o he descrito a Pedro Rodríguez, sin olvidar a José Luis Gozálvez, pero también aparecen muchos personajes anónimos, como el hombre que siempre veía en la puerta de su casa en la calle Galinda cuando iba a aparcar allí, que lo retraté en una columna llamada ‘El hombre que mira a la calle’, como cuando un día me encontré a ‘La Meli’ pidiendo por la calle Duende, o a ‘los negros’ que presencian las procesiones de Semana Santa y me pregunto qué estarán pensando… Son personas muy reconocibles de la vida cotidiana de Moguer, pero desde mi visión, que no soy de aquí, sin esa referencia que puede tener el moguereño».
Un proyecto que demuestra que Ramírez Almanza es un escritor, un trabajador, incansable. «Escribo como una necesidad que no controlo», reconoce. Y lo hace desde tres planos diferentes: el plano inconsciente, referido a la creación poética, «que es algo que brota solo, sin que yo lo controle, dado que está relacionado con los sentimientos internos que me puedan rodear y, sobre todo, con la naturaleza, que me influye mucho. Este mes, de hecho, sacaré un nuevo poemario»; el plano consciente, «una escritura que planifico más, al tratarse de la prosa poética, que es donde más cómodo me siento, porque me gusta entrar en la descripción y la narración de los lugares, de ahí que me pongo a escribir sobre lo que he visto y lo que he sentido»; y una tercera fase dedicada a la investigación.
Y es que este rocianero se confiesa como un enamorado de la historia, tanto que «estoy terminando un libro sobre la Rociana del siglo XVI y estoy empeñado en hacer la historia definitiva de mi pueblo. Y eso ya es disciplina. Todos los huecos libres que tengo ahora mismo estoy escribiendo e investigando. Me apasiona meterme en un archivo, ya sea el de Medina Sidonia, en Sanlúcar de Barrameda, el de Niebla, el del Arzobispado de Sevilla o el de Obispado de Huelva, y encontrarme con los ancestros que no conozco. Como les digo a historiadores de Moguer, como Diego Ropero o Federico Ortega, siempre he tenido una obsesión: Rociana históricamente es una aldea de Niebla y, por eso, tengo el empeño de sacar la vida cotidiana de los rocianeros a lo largo de la historia, de tantas familias de este territorio que son prácticamente desconocidas. Por eso, me llama mucho la atención encontrar cómo funcionaban los arrendamientos, el comportamiento de la Iglesia o cómo ha ido conformándose el territorio, muy sujeto siempre a la capitalidad de Niebla. Un apartado que es disciplina, porque me gusta mucho la Historia, carrera que dejé al entrar en política».
Toda una vida dedicada a la cultura y la gestión pública. No podemos olvidar que Antonio Ramírez Almanza (Rociana del Condado, 1956) entró en política en el año 1979, después de hacer ‘La Mili’. Según recuerda, «yo estaba muy comprometido con la cultura desde los 14-15 años. Fui un niño de finales del Franquismo que lideraba un colectivo de teatro en Rociana, que primero se llamaba ‘Caminante’, al hilo del Movimiento del 68 francés. Siendo así, me dedicaba a hacer teatro por las barriadas, me gustaba el cine, los títeres… Y, con 20-21 años, me piden que me presente a las elecciones de 1979. Salgo de concejal y me vi embarcado en un proyecto ilusionante en la Transición Democrática. Se produce una coyuntura y me vi como líder local de mi partido. Fue una etapa apasionante. Ahora veo la política y me entristece. Con otros alcaldes de la época, como Paco Díaz en Moguer, lo hablamos mucho». Una etapa fundamental en los inicios de la España democrática, puesto que Ramírez Almanza fue alcalde de Rociana durante cuatro legislaturas seguidas, entre 1983 y 1998, ejerciendo otras responsabilidades, como la presidencia de la Mancomunidad de Aguas del Condado (1987 – 1992).
En entonces cuando el ex presidente de la Diputación Provincial de Huelva, el triguereño Domingo Prieto, le ofrece entrar en la institución supramunicipal, siendo diputado de Cultura entre 1991 y 1999. Y, en 1998, «renuncié a la Alcaldía, dando paso a Amaro Huelva, que venía conmigo en mi candidatura en 1995. Yo pensaba que podría haber seguido en la Diputación Provincial de Huelva cuatro años más, donde hicimos muchos proyectos de interés, junto a Juan José Oña». Tras dejar esta institución, desde 1999 se encuentra al frente de la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez, habiendo sido impulsor y presidente de la Fundación Odón Betanzos de Rociana, así como miembro fundador de la Asociación de Casas Museos y Fundaciones de Escritores, de la que fue presidente hasta 2006.
Gran conocedor de la vida y obra de Zenobia y Juan Ramón, Antonio es, sobre todo, un amante de las letras, de la cultura, como lo demuestra su faceta de escritor, con múltiples publicaciones de poemas -como La Puerta de los Secretos, Los días lejos o Los Martes y sus Horas, entre otros muchos-, ensayo, crítica literaria, investigación histórica o, como ahora, prosa poética, sin olvidar sus colaboraciones en prensa y revistas literarias. Una fructífera labor literaria que compagina con otras actividades culturales, como conferenciante, como ha sucedido hace unos días en Lucena del Puerto, donde ofreció una charla sobre Zenobia, o, en breve, en Melilla, donde ha sido invitado a participar en un congreso sobre la diversidad.
Con todo ello, para finalizar, Antonio Ramírez Almanza nos invita a descubrir su nuevo libro, Jentes, «donde estoy presente desde mi yo interior, pero donde el objetivo son los demás, la gente en su amplitud, la gente más natural, más anónima. No retrato a nadie en concreto, pero retrato a la gente de la calle, a los que todos identificamos». Una recomendación que no defraudará a los lectores.