José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘El Cuaderno de Muleman’. El teléfono no deja de sonar estos días en la casa de Lepe del mayor experto del mundo en guantadas, después de lo ocurrido el pasado lunes en la gala de cine más mediática del mundo. Una gala que dejo atónitos no solo al público que asistió a uno de los eventos más importantes del cine, sino a los telespectadores de todo el mundo, que asistieron con asombro y estupor a la reacción de unos de los actores negros más queridos hasta la fecha. Los hechos que sucedieron de una forma espontánea, provocaron un silencio aterrador, en un auditorio lleno, que esperaba con ansia una vuelta a la normalidad, después de que el año pasado la ceremonia no brillara como todos los años, debido a estado de pandemia en el que nos encontrábamos.
Así que lo que se esperaba, que era volver al glamour, a los trajes imposibles, las sonrisas artificiales, la sobreexposición mediática, los besos robados, el postureo y la provocación en la alfombra roja y el despropósito de discursos sin sentido en el interior del teatro, termino con la explosión de la formalidad de la mano de un actor que comenzó su carrera siendo un príncipe y ha terminado convirtiéndose en el primer hooligan de una gala de los Oscar con más de 94 años de historia.
Un acción que ha puesto en alerta a todos los expertos en guantadas del mundo, que en los últimos días han copado todos los informativos y los programas de análisis de todo el mundo. Ya pasó con los economistas en la crisis del 2008, los epidemiólogos durante la pandemia que comenzó en el 2020, los vulcanólogos tras la erupción del volcán de La Palma en el 2021 o los analistas militares sobre la guerra de Ucrania en este 2022. Todos ellos han sido eclipsados por estos profesionales desconocidos de las guantadas, que ahora se abren hueco en el mundo del análisis y la información, ante un hecho que ha conmocionado a gran parte de la humanidad. Ha tenido más impacto, que la amenaza del presidente de Rusia de lanzar sus misiles nucleares, tal como nos cuenta el mayor experto en guantadas del mundo.
Un lepero que ahora más que nunca se siente orgulloso de la tierra que lo vio nacer en la que aprendió el oficio y que analiza en la siguiente entrevista, una de las guantadas más famosas de los últimos tiempos.
– ¿Cómo se hizo experto en guantadas?
Todos nacemos con una guantada en el cuerpo, pero yo nacía con unas cuantas, según cuenta mi madre, porque el médico que la atendió en el parto era un residente de primer año que se tomó muy en serio su trabajo. Luego vinieron las guantadas en el culo de mi madre, las de los compañeros del colegio en el que sufrí bullying y luego vinieron los revés en la Universidad, con mis parejas, mis amigos y mis hijos, hasta que un día descubrí el poder las guantadas y todo el potencial que encierra, y empecé a estudiarlas y a comprenderlas. Estudie en las principales universidades sus tipos, leí cientos de artículos, incluso publique algunos artículos de referencia a día de hoy. Estudie hasta convertirme en uno de los guantólogos más importantes del mundo, algo que me ha permitido viajar por todo el mundo, dando conferencias, asistiendo a congresos, documentando nuevas guantadas o participando de juez en los más prestigiosos concursos de guantadas. Ha sido un camino lleno de obstáculos, pero ha merecido la pena un sacrificio, que me ha permitido convertirme en un reputado guantólogo, pero sobre llevar el nombre de Lepe a todo el mundo.
– ¿Dónde vivió ese momento?
– Fue casualidad que lo viera en directo, soy un amanta del séptimo arte y suelo ver las galas de los Oscar todos los años y esta no me la quería perder, porque se quería recuperar parte del glamour que el año pasado, debido a la pandemia, se había perdido. Estaba siendo una gala normal, para mí, sin demasiadas sorpresas, de hecho, iba a irme a la cama cuando sucedió. Para mí fue un momento único, sentí lo mismo que el vulcanólogo que va de viaje a Pompeya y cuando está mirando el Etna se produce una erupción, fue un momento mágico verla en directo mientras le pegaba un bocado al bocadillo de chocos fritos que me estaba comiendo.
– ¿Dudó de que fuera una guantada real?
– Al principio dude, sobre la veracidad de la misma, pero tengo que decir que tras analizarla durante tres segundos me di cuenta que era una verdadera guantada bien ejecutada, desde el principio hasta el final, desde mi punto de vista tendría que decir que fue una guantada de sobresaliente. Si le tuviera que poner un, pero a la misma, es que tuve la sensación de que el receptor de la guantada estaba preparado para recibirla. Y es que la posición del cuerpo antes de recibirla, como a la hora de recibir la energía, como la reacción tras el impacto me sorprendió. No podría asegurarlo, pero como experto en guantadas, podría decir que fue una guantada planeada con horas entrenamiento. Esto puedo decirlo porque participo como jurado en muchos concursos de guantadas y veo como se preparan el emisor y el receptor, creo que se les fue la mano con la broma o no.
– ¿De qué depende dar una buena guantada?
– Dar una guantada de sobresaliente no es fácil, se requiere conocer la técnica, muchas horas de entrenamiento y una ejecución perfecta, hacer todo esto no está al alcance de cualquier persona, a pesar de que pegar una guanta es un proceso sencillo que comienza con la ganancia o fase de carga, en la que se busca concentrar toda tu energía en la mano, a continuación la fase de impulsión o transporte de energía, en la que la palma de la mano, el brazo y todo el cuerpo de una forma solidaria acumula toda la energía y por último la fase de descarga o de trasferencia, que es la fase en la que la energía pasa del emisor al receptor, que reacciona de una forma u otra en función de su preparación.
– ¿Cómo hay que reaccionar ante una guantada?
– En el caso de las guantadas, tan importante es saber dar como recibir, tu puedes ser el número uno del mundo dando guantadas, pero si no eres capaz gestionar la recepción de una guantada, que significa quedarte como una roca después de dártela nunca podrás ser como el mejor tenista del mundo que es capaz de golpear la bola y, pero también de contrarrestarla a más de 200 Km/h.
– ¿Qué opinión personal tiene del suceso?
– Yo tengo dos cosas importantes que decir sobre este tema. La primera es que mi experiencia como guantólogo es que nada justifica una guantada, siempre que no se trate de un proceso en el que las dos partes de una guantada, tanto el emisor como el receptor sean conscientes de lo que van hacer. Conceptualmente me parece una guantada de las denominadas machistas, siempre eso sí que la idea original no hubiera sido la de una broma que se les termino yéndose de las manos.