Antonio Coronel, de Huelva: cuando el amor propio es amor a la música

RFB. Allí en el porche alto de San Pedro a las ocho de la tarde esperaba la Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja. La mítica formación musical iba a acompañar otra vez, por las irregulares calles de Huelva, a la solemne y venerada Imagen de Jesús de la Pasión. Todos sus componentes estaban ansiosos de la señal del director para empezar a tocar. Al igual, los nazarenos morados aguardaban con impaciencia, dentro del templo, ese momento culminante tras un año de espera: la apertura de las inmensas puertas de la Parroquia Mayor onubense.

Era el 24 de marzo de 1970, el espacio estaba más despejado de edificios que ahora y el cielo se sentía más cerca en aquella colina urbana. Caía la tarde, como siempre, en la forma singular de un martes santo onubense. Los colores de la ciudad parecían más naturales y el aire más fresco, más transparente.

Y entre la pléyade de almas que aguardaban vivir unas horas emocionantes había una pequeña figura que sorprendía ya a la vista -por ser un niño entre tantos mayores-, y mucho más cuando empezaba a sonar esa música que conectaba la tierra con el infinito en aquel ambiente de aromas primaverales. Su destreza con las baquetas hubiera sido un espectáculo si se correspondiese con la de un adulto. Pero no, era algo más grande. Lo que veían y escuchaban era a un niño de tan solo seis años dominando la caja con un virtuosismo incomprensible.

Antonio Coronel, de niños, en la Banda de la Cruz Roja.

Allí estaba Antonio Coronel Llamas, ya envuelto en la música, con una seriedad impropia. El bullicio se silenciaba al paso de su redoble, contribuyendo a fijar la atención en lo importante, la escena evangélica del Señor portando el madero. Alguno de los nazarenos, y otros participantes en la procesión, se salían en algún momento del cortejo para reponer energías o hacer necesidades básicas. Antoñito aguantaba el tipo hasta el final, desoyendo la insistencia de su madre que, avanzado el recorrido, lógicamente le decía que «ya estaba bien», que saliese de la formación para volver a casa, que era muy chico.



Aquello no era una anécdota, expresaba un sentimiento y una actitud en el pequeño. El sentimiento del amor a la música y la actitud de la voluntad inquebrantable de ser músico. Un camino que se iniciaba entonces sin saber a donde llegaría y que el destino quiso que culminase en la profesionalidad y el reconocimiento, «una inmensa fortuna», como el mismo Antonio admite y agradece.

La música es un eje vital para Coronel.

Tal era la simbiosis de la música con Antonio que optó por no aplicarse en estudios llamémosles ‘convencionales’, sino formarse en eso que tanto le apasionaba. Nos comentaba que ahora mira para atrás y le parece «increíble que en aquella época y circunstancias sus padres aceptaran ese reto, esa opción incierta«, sacrificando lo que venía a ser ‘lo normal’ para satisfacer los íntimos deseos de su querido hijo.

Y acertaron, pues gracias a esa apuesta consiguieron propiciar la felicidad de Antonio y la de tantísimas personas que han disfrutado desde entonces con su música en el escenario, con su destreza interpretativa y su especial dominio de las artes de la percusión.

Agradece a sus padres la confianza depositada en el desde muy niño.

Al poco tiempo Coronel ya empezaba a participar en giras con artistas que iban «de seguro» al contar con la perfección de su acompañamiento.

En aquella época en Huelva no había aún conservatorio. Para dar rienda suelta a su vocación y formarse en ello, Antonio tuvo que prepararse aquí en piano y percusión y examinarse en los conservatorios de Sevilla y Cádiz. Uno de sus recuerdos de entonces son «las clases que le daba una profesora que vivía en la Avda. de Alemania, la imagen del piano de pared en el que aprendía, en aquella casa…«.

Orquesta Sinfónica de Sevilla, con quien ha interpretado Antonio Coronel.

Una vez superada esa etapa, muy jovencito, Antonio empezó a trabajar con la artista onubense Blanca Villa. Con ella hizo su primera gira al extranjero. Concretamente a Colombia, con solo dieciséis años. Nos insiste en el valor y generosidad que tuvieron sus padres para permitirle desarrollar su vocación desde edades tan tempranas.

Mas tarde ampliaría su formación en Estados Unidos, graduándose en el Musicians Institute Of Technology, de Los Ángeles. Allí estuvo Antonio Coronel viviendo y haciendo música un tiempo en el que siempre se sentía, a pesar de la distancia, cerca de Huelva. Nos cuenta que iba regularmente a una tienda próxima a su casa a comprar el periódico solo para enterarse de lo que sucedía en su tierra.

Sede del Musicians Institute Of Technology, en California.

Conectado emocionalmente, solía imaginar, desde la lejanía, que era lo que podía estar viviéndose en ese momento en Huelva, sobre todo en momentos singulares como en Semana Santa u otras fechas significativas.

Antonio Coronel, aunque domina cualquier estilo de la música, de alguna forma se ‘especializó’ en el mundo del flamenco, y en el ha alcanzado las mayores cotas en su profesión. Ha trabajado con una impresionante lista de celebridades de la música. Por ejemplo, Manolo Sanlúcar, Diego Carrasco, Enrique Morente , Estrella Morente , Eva Hierbabuena, STOMP, El Lebrijano, Rafael Riqueni , El Pele, Carmen Linares, Israel Galván, Moraito Chico, Joan Albert Amargós o Matt Bianco.

Son innumerables los artistas para los que ha trabajado Antonio Coronel. /Foto: Maxi del Campo.

También con Uri Caine Ensemble, Orquesta Sinfónica de Sevilla, Alameda, Carlos Cano, Arcángel, Dorantes, Miguel Poveda , Martirio, Diego Amador Trío o Vicente Amigo, que son algunos de los artistas cuyos sonidos han llevado el excelente toque del onubense, uno de los mejores percusionistas de España y que ha alcanzado reconocimiento en el extranjero.

Le preguntamos por las claves del éxito, de como se llega a ser un profesional de su talla. Nos comenta que el cree que «la música es la que te llama«. Se ríe cuando nos dice que al revés no puede ser pues si uno sabe las dificultades de este mundo tan complejo es imposible que se meta en él. Asegura que ha tenido la fortuna de saber controlar su vida, en el sentido de que en el mundo de la música son muchas las adicciones y malos hábitos que acaban con las carreras y las vidas de las personas. Ni alcohol, ni drogas, incluso ni tabaco. Horarios normales y una vida normal. Esa es una de las claves.

Ha tratado de cultivar buenos hábitos, factor determinante en un mundo como el del espectáculo.

La música le llamó y se enamoró de ella, vistiendo su colorido ‘hábito‘. Un proceso vital que le hace sentirse feliz y por el que expresa que ‘escucho con los ojos y veo con los oídos‘. Estaba ‘programado’ para ser músico y ha sabido interiorizarlo y exteriorizarlo, llegando al máximo nivel.

En ese sentido nos contesta que no hay antecedentes familiares y, curiosamente, todos los hermanos Coronel Llamas tienen especial facilidad para la música, dominio del ‘tempo’ y otros aspectos de esta vertiente artística. En particular su hermano mayor, José Manuel, ‘Coro’, que para Antonio es un músico con mayúsculas, aunque orientó la vida profesional a la docencia universitaria.

Amar la música es una constante en su vida.

Luís y Sole también, pero sobre todo José Manuel, nos comenta. Han sido clave en su desarrollo profesional por la especial complicidad en torno a la música. Antonio cree que el talento de José Manuel llevado a la música si hubiese escogido ese camino lo habría encumbrado en dicho mundo. Optó, no obstante, por otros derroteros, donde también ha alcanzado el éxito.

Imagen del antiguo Colegio Miolière, en la calle
El Colegio Francés, la infancia de Antonio y sus hermanos.

Nos cuenta Antonio que José Manuel conserva una de sus primeras baterías en el garaje de su casa de playa, en Mazagón. Siempre que coinciden la música es el tema de conversación. Nos habla también Antonio de sus raíces. Del Colegio Francés, al que acudía al igual que sus hermanos, de la calle San Andrés y del barrio de San Pedro. El universo San Pedro que tanta huella ha dejado en él y en sus amigos de entonces y, a partir de ahí, de siempre.

Impresionante Carnegie Hall, en Nueva York.

La música es un vehículo de emociones para cualquier humano. Pero la música, desde dentro como la ha vivido y vive Antonio Coronel, es una fuente desbordante. Le preguntamos por experiencias especiales en esta dilatada carrera que ha llevado adelante. Nos dice que son indescriptibles las sensaciones que ha tenido cuando ha actuado en templos mundiales de la música y el teatro, como el Carnegie Hall de Nueva York, la Ópera House de Sidney, el Teatro Chaillot de Paris o el Barbican Center de Londres.

Ha tocado en infinidad de lugares y situaciones.

Ahora mismo tiene entre manos un proyecto que es una coproducción germano-holandesa. En el participa como baterista e intérprete de música electrónica. Es una iniciativa multidisciplinar, en la que se cuenta con un bailaor de flamenco, una bailarina reconocida mundialmente de danza contemporánea, y una artista germano-iraní que desarrolla espacios móviles en el escenario.

A parte de ello sigue trabajando para artistas de la música. Desde que volvió de Estados Unidos se afincó en Sevilla, para estar más cerca de los estudios de grabación. Tiene una hija, Carmen, que aunque cuenta con condiciones -canta de maravilla, nos dice objetivamente-, ha optado por la ingeniería como desempeño profesional.

Antonio se siente satisfecho.

Antonio Coronel se encuentra en una etapa de su vida y su profesión donde felizmente cosecha la experiencia atesorada de tantos años en la música. Hoy afina más en sus trabajos, decantándose sin duda por la calidad de lo que le ofrecen, antes que por la cantidad. En 2017 publicó un libro «La Batería y el Cajón Flamenco» en el comparte el enorme caudal de conocimientos que atesora sobre estos instrumentos.

El músico onubense mira para atrás y agradece a sus padres y a sus hermanos la extraordinaria confianza depositada en sus virtudes tempranas. Al universo o al destino agradece también la suerte de poder vivir satisfecho por desarrollar una vocación tan increíblemente maravillosa.

Enhorabuena Antonio, y felicidades.

 


Puerto de Huelva

1 comentario en «Antonio Coronel, de Huelva: cuando el amor propio es amor a la música»

  1. Magnífico músico y mejor persona.
    Antonio, ( Fiti) es de las personas que pasan por tu vida y nunca se olvidan.
    Un fenómeno.

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