Rosa Brito. La puntaumbrieña Elvira Del Rocío Rodríguez Beltrán tiene 26 años y vive en Oldenburgo, en el norte de Alemania, a unos 2.629 kilómetros de su paraíso.
Estudió en el colegio San Sebastián de Punta Umbría donde pasó muchos de los mejores recuerdos de su infancia gracias a las maestras que por aquel entonces tenía y que a día de hoy siguen a su lado y siguen los pasos que va dando. Se graduó en Educación Infantil en la Universidad de Huelva.
– Háblame de tu estancia en el extranjero ¿Por qué estás allí? ¿A qué te dedicas?
Estoy aquí porque cuando decidí que quería que mi vida diera un giro de 180º, llevaba dos años y medio trabajando en un comercio de muebles y decoración, en el cual llegó la hora de hacerme fija y me dijeron que no, cosa que nos pasa a la mayoría de trabajadores, por lo que me fui al paro.
Trabajaba allí porque no tenia trabajo de lo mio y no estaba preparada para prepararme unas oposiciones, por lo que había que trabajar donde fuera, ya que es lo que venía haciendo a la vez que estudiaba desde los 16 años, me considero una persona muy independiente y me gusta que todo venga de mi y de mis esfuerzos. Así me lo han enseñado mis padres, a parte de ayudarme y darme también todo lo que he necesitado.
Entonces ahí es cuando me di cuenta, que yo no iba a tirar tantos años de estudio y sacrificio por la borda y seguir trabajando en comercios, cuando lo mio era enseñar, y como aquí no había trabajo de lo mio, pensé que la mejor manera de crecer profesionalmente y personalmente era saliendo de España y probar suerte en el extranjero.
Mediante contactos me entere de que el Ministerio de Empleo de la Baja Sajonia de Alemania necesitaba de maestras y educadoras infantiles y que las condiciones y el sueldo que ofrecían no tienen nada que ver con lo de aquí, el único requisito era el idioma y evidentemente no he hablado alemán en mi vida y es un idioma super complicado tanto para escribirlo y más aún para hablarlo. Pero eso no iba a ser un inconveniente para mí.
Así que me mude a Sevilla durante cinco meses para formarme en una academia privada en un intensivo de lunes a viernes de 15:00 a 21:30 de alemán y en ese tiempo, me saque el A1, A2 Y B1 de alemán. Cuando algo se quiere, no hay obstáculos.
Presenté mi plaza, hice mi entrevista en alemán y me cogieron a la primera. Aquí trabajo en un kindergarten (escuela infantil), donde soy la Seño Elvira del grupo de los osos (BärenGruppe) de niños de entre 3-6 años, los cuales me tienen enamorada.
– ¿Cómo es la ciudad en la que vives?
Oldenburg es una ciudad independiente ubicada en el distrito de Oldemburgo en el estado de Baja Sajonia, Alemania. Se encuentra junto a los ríos Hunte y Haaren, en la región noroeste entre las ciudades de Bremen al este, y Groninga al oeste, y tiene una población de 170.000 habitantes.
Es una ciudad maravillosa, o por lo menos para mí si lo es, y cualquier rincón de ella y de sus alrededores te hace imaginar que estas en un cuento de hadas.
Es una ciudad grande, con casas como la de las películas, mucho campo y mucho verde, lagos espectaculares donde pasear y desconectar. Tranquila y muy fría en invierno, que todo hay que decirlo.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España? ¿Y los habitantes?
La vida aquí es muy diferente a la vida que tengo en España, acostumbrada al sol, –que aquí cuando sale, parece que es de mentira, que esta dibujado– a la cervecita del medio dia, a salir a tapear, al ir a ver actuaciones de flamenco en los bares, pasear por la playa y algo tan simple como el jaleo de la gente por la calle, en los bares y restaurantes. Aquí no hay nada de eso, tienen unos horarios muy diferentes a los nuestros; se levantan muy temprano, yo concretamente entre las 5:30 y las 6 de la mañana ya estoy en pie, dependiendo del horario que tenga en esa semana, a las 12:00 de la mañana se almuerza, a las 14:00 de la tarde se toma el café con los dulces y alrededor de las 18:30 o 19:00 aproximadamente están cenando.
También el clima aquí es muy diferente al nuestro, la mínima puede llegar a ser -15 grados y la máxima 10 y de 7 días que tiene la semana 5 esta lloviendo y algunas nevando, aunque no es una lluvia muy pesada ni fuerte, por lo que se lleva bien, hasta te acostumbras a salir así e incluso a veces sin paraguas.
Entre semana me dedico a trabajar y a asistir a las clases de alemán 2 veces en semana, para seguir adquiriendo conocimientos y presentarme a la obtención del B2.
En cambio cuando llega el fin de semana, aprovechamos para reunirnos todas mis compañeras –españolas también que trabajan de lo mismo que yo– salir a cenar, tomar algo y contarnos que tal nos ha ido durante la semana y echarnos nuestros risas y nuestros bailes en nuestro bar preferido de aquí, donde ya nos ven entrar y nos ponen música española e intentan hablar español. Es nuestro momento preferido de la semana y el más necesario, tenerlas a ellas hace que todo esto sea más llevadero y te hace conectar un poco más con tu tierra.
Los habitantes aquí son muy diferentes a nosotros también, muy tranquilos, reservados, callados e incluso un poco sosos y secos, la verdad. Cuando hablan parece que te están riñendo o que están enfados, pero no es así, es su entonación y su acento. Pero si hay algo que me sorprendió es que son muy educados y correctos.
Aquí las casas por ejemplo no tienen vallas, dejan las bicis, los paquetes de internet, los zapatos en la puerta de la casa y nadie es capaz de acercarse y llevarse nada, si no es tuyo, no puedes cogerlo porque no te pertenece. Tú haces eso en España y no te dejan ni el timbre de la bicicleta y dura 2 segundos en tu puerta. La palabra educación y las normas de la ciudad la llevan a raja tabla y eso es algo que cada día me sorprende mas.
– ¿Cuál es tu lugar favorito de allí?
Mi lugar favorito es el Schlossgarten Oldenburg (Jardín del Palacio de Oldenburg), situado en pleno centro de la ciudad. Voy cada vez que necesito desconectar y estar sola, ya que es el lugar donde encuentro paz y tranquilidad. Tiene 16 hectáreas, lo rodea un enorme y hermoso lago lleno de patos, arboles maduros y toda clase de flores y plantas que te puedas imaginar y a la cual más bonita y bien cuidada. Reina el silencio, tan solo percibes el sonido de los pájaros y de los animales que por allí viven.
Sin lugar alguna, es uno de los lugares más recomendables para visitar.
– Cuéntanos alguna anécdota que te haya ocurrido durante tu estancia.
La primera anécdota que tengo, me paso el primer día de trabajo. Llegue a la escuela por la mañana, conocí a mis compañeras, a la directora y a mis niños/as y me presente a ellos explicándoles que soy su Seño nueva, que soy española y que todavía no hablo bien alemán, por lo que me tenían que ayudar y hablar despacio para poder entenderlos.
Pues llegó la hora de salir al patio y una de mis niñas se acerca a mi y me dice: Ich habe Durst (estoy sedienta), y le dije: nein (no), me lo dijo unas 3 veces y yo seguía diciendo que no, porque no la estaba entendiendo y pensaba que me estaba diciendo otra cosa y dije; mira es mi primer día no se que me esta diciendo y no le voy a decir que si, para que sea algo que no se puede y me gane una bronca nada más llegar. Pero a la cuarta vez que vino, ya se daría cuenta que no me estaba enterando de nada y me cogio de la mano, me llevo al rincón donde están las botellas de agua y los vasos y ahí si me dijo, quiero agua por favor. Le pedí disculpas por no haberla entendido antes.
Otra anécdota que tengo es que desde el primer día que llegue, yo soy muy activa y me considero una persona muy alegre y risueña y hago que se note. Yo llego por las mañanas y digo !Guten Morgeeeee!! (Buenos díassss), pero con alegría y haciendo que se entere todo el mundo, y como aquí son tan secos y callados, evidentemente no me contestan de la misma manera, pero dije; esto no puede ser, aquí tengo que hacer que se espabilen y haya más vida, por lo que seguí haciéndolo y al tercer día nada más entrar por la puerta, con la primera compañera que me cruzo, me dice; Guten Morgeennnn Elvira (o como aquí suena Elviga) y así sucesivamente todas las demás incluido todos los niños. A día de hoy lo siguen haciendo incluida la directora, que nada mas me ven entrar por las puertas y ya están gritando o cantando y eso para mi ya es más que suficiente.
– ¿Cuáles son los principales obstáculos que has tenido que superar en este tiempo?
El primer obstáculo que tuve fue nada más al llegar, por desgracia yo venía recién operada de España por un motivo de salud bastante complicado y tendría que haber estado un mes en reposo y estuve 7 días, eran tan grandes las ganas e ilusión por llegar y conocer todo esto, que dije me voy y hago el reposo allí.
Pero eso no fue así, al tercer día de estar aquí, con el jaleo del viaje, las maletas, el estrés y varios sucesos que aquí me pasaron, me causaron una fuerte hemorragia y me tuvieron que intervenir de nuevo aquí y darme la baja durante un mes entero.
Lo pasé francamente mal e incluso llegue a tirar la toalla y querer regresarme para España, menos mal que me acogieron y todos los médicos me trataron de maravilla e hicieron todo lo posible por poder comunicarse conmigo, porque entendían que llegar a un país nuevo, sola, sin tu familia, sin amigos, sin saber hablar bien ni entender a nadie y que te pase eso, puf hace que te cuestiones muchas cosas. Pero hay una cosa que siempre me ha enseñado mi madre es que contra las adversidades es cuando una se tiene que hacer más fuerte y luchar contra ellas, y eso fue lo que hice. Vaya manera de pisar Alemania, pero si algo tengo claro es que lo que mal empieza, bien acaba.
– ¿Cuál era tu nivel de idiomas cuando saliste de Huelva?
Cuando salí de España mi nivel de idiomas era ingles básico y ya tenía el A1, A2 y B1 de alemán gracias a las clases intensivas durante los 5 meses en Sevilla, pero que al llegar aquí parecía que no tenia nada, porque no tiene nada que ver, hablan muy rápido y la pronunciación y el acento no se parece en nada al que te enseñan en la escuela evidentemente.
Pero con el tiempo y escuchándolo todos los días 24 horas, el oído ya se va haciendo y tu pronunciación también va mejorando y cambiando.
– ¿Cuál es tu balance de la experiencia?
El balance que saco de esta experiencia es que para crecer tanto profesionalmente como personalmente, es necesario salir de nuestra zona de confort alguna vez en la vida. El irte fuera te hace afrontar problemas, adversidades y situaciones tú solo, ya que no tienes la ayuda de nadie, te hace madurar más de lo que ya eras y te sirve mucho también para conocerte más a ti mismo, a gente nueva y a todos los que dejaste en España, que eso también es muy importante.
– ¿Cuáles son tus planes?
Mis planes ahora mismo son seguir aquí, seguir empapándome de todo esto, formándome en el alemán, en la cultura, en la forma de vida y seguir creciendo profesionalmente en todo lo que pueda.
Tengo muchos planes de futuro en mente y metas que alcanzar, pero para llegar a ellas tengo que permanecer aquí un poco más todavía porque son las herramientas necesarias para ello. Soy una mujer emprendedora y quiero ir consiguiendo todas esas cosas poco a poco y para ello hay que seguir trabajando duro y seguir alejada de tu tierra y de tu gente.
– ¿Piensas volver a Huelva en breve?
Claro que quiero volver, pero no será en breve, o por lo menos no de momento. Tengo planes en mente y metas y para llegar a ellas tengo que estar aquí.
Evidentemente volveré, siempre quiero volver a mi tierra, a mi pequeño paraíso (como en casa no se esta en ningún sitio) y si lo puedo hacer de la manera que quiero, mejor todavía, ya que eso será bueno para mi y para todos.
– ¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?
Sin ninguna duda a mi familia y amigos, soy una persona muy familiar y cercana, me gusta tener a mi gente cerca, me hace sentir bien, nunca había estado tanto tiempo sola y alejada de mi familia cosa que también me esta sorprendiendo de mi misma, porque vale que sea una persona independiente y me guste estar sola, pero sabes que tienes a tu familia ahí, a dos pasos por lo que sea, pero aquí no, aquí estas sola completamente.
Echo de menos levantarme por las mañanas y oler a mar, ese olor tan característico de mi pueblo, pasear por la playa con el simple sonido de las gaviotas y las olas rompiendo en la orilla, mi pueblo es un paraíso y ahora que estoy fuera me doy cuenta más todavía y me da pena porque ni lo valoramos ni lo cuidamos como se merece.
Echo de menos el café de después de comer con mis amigas, las charlas interminables con mi comadre Leti para ponernos al día, los domingos de comida y relios con mi fiel compañero, pasear por la calle ancha con mi amiga Maria Fortes e ir parándome cada 2 segundo con todo el que pasa (cosa que ella odia), comerme una hamburguesa de la plaza de la Monjas, comer en mi Peñiscon unas buenas coquinas, puntillitas, unas berenjenas con salmorejo o un buen pescado fresco recién salido del agua. Lo necesito todo.
– ¿Qué le dirías a los onubenses para que se animen a seguir tus pasos y vivan la experiencia de irse al extranjero.
Si tienes la oportunidad alguna vez de irte fuera, hazlo. A veces se necesita salir de nuestra zona de confort, dejar el nido y vivir nuevas experiencias. Conocer mundo y, mejor aún, conocernos a nosotros mismos. Sólo cuando lo hacemos es cuando realmente nos damos cuenta de muchas cosas, porque es cuando nos paramos a pensar en todo.
Nos damos cuenta de quien sigue ahí, a pesar de los kilómetros, de los fallos de internet o la mala cobertura. Nos damos cuenta de quién sabe alegrarte los días aun estando lejos, quiénes consiguen acordarse de ti cualquier día, a cualquier hora. Y quién cuenta los días para volver a verte.
Cuando nos vamos es cuando empezamos a valorar. Recordamos que como en casa no se esta en ningún sitio, que como las comida y los besos de la abuela no hay nada, que los días sin las riñas de tu madre son menos días y que nuestra ciudad y nuestro pueblo seguirá siendo nuestra favorita. Valoramos más a nuestros padres y el verdadero significado de la palabra familia (ayy que importante es la familia y cuanto se necesita).
Descubrimos que hogar es ese al que siempre apetece volver y el que seguirá ahí vayamos a donde vayamos. Por lo que si tienes la oportunidad de irte, de verdad, vete. Vas a cambiar, pero a mejor. Vivir experiencias increíbles e inolvidables, vas a conocer a gente nueva que te va ayudar en todo este cambio y proceso y a volver con un montón de historias que contar. Vas a hacerte más fuerte (mucho más créeme), vas a aprender a no rendirte, porque allí, o lo haces tú, o no lo hace nadie. Y, sobre todo, vas a aprender a apreciar lo que realmente vale la pena.