José Antonio Mayo Abargues. El Arboreto de El Loro formaba parte de un conjunto de plantaciones experimentales, entre las que se encontraban las situadas en Los Cabezudos, Los Bodegones, El Acebuche y El Villar; esta última es la única que ha mantenido todas sus plantaciones, siendo en la actualidad un espacio cultural y de ocio. En estos arboretos, que estuvieron operativos hasta principios de los años 70, se realizaban estudios de acomodación al clima y al suelo del eucalipto, cobrando especial protagonismo las especies de más rápido crecimiento para ser destinadas a la industria de la madera. Cuenta la leyenda que el eucalipto es un “árbol maldito” que envenena la tierra y no crece nada a su alrededor.
El de El Loro era también conocido como “Parcelas de Don Gaspar”, nombre que se debe a su creador, el ingeniero de Montes, don Gaspar de la Lama Gutiérrez, jefe del Patrimonio Forestal del Estado en Andalucía Occidental. Estaba ubicado en el término municipal de Almonte, a ambos lados de la carretera A-494, entre los kilómetros 38 y 39, junto al paraje de Cuesta Maneli, donde todavía quedan como testigo de aquellas actividades forestales, algunas de las doce especies de eucalipto que allí hubo. Llama enormemente la atención la situación de este arboreto, ya que está relativamente cerca del mar y no hay lagunas ni arroyos en la zona para abastecerse de agua, su principal sustento, aunque sus raíces pueden llegar hasta los 20 metros de profundidad en busca de las aguas subterráneas.
Un dato muy curioso de estas raíces es que crecen directamente hacia abajo, perforando la tierra como si se tratara de un sacacorchos, y solo crecen hacia los laterales si encuentran piedra en su camino, llegando a extenderse hasta 150 metros.
Eucaliptos al borde de la carretera A-494
Una de las especies que todavía perdura en la zona es el Eucalyptus Citriodora, llamado comúnmente “Gomero de olor a limón”. Es un árbol de gran porte que alcanza más 40 metros de altura. Tiene una corteza lisa caediza, blanca con ligera tonalidad azulada. La especie procede originariamente del noroeste de Australia. Su madera, de tonos entre castaño oscuro a castaño grisáceo, es dura y fuerte, siendo empleada en armazones, tarimas y carpintería naval. Pero también es muy apreciada por su aceite que es utilizado en la industria de la perfumería.
El Eucalyptus Citriodora o “Gomero de olor a limón” puede superar los 40 metros de altura
La plantación del eucalipto no fue muy bien acogida en el entorno de Doñana por su impacto ambiental, debido a la gran absorción de agua que termina degradando el suelo, pero la desecación de los terrenos tuvo también su parte positiva, ya que gracias a ello se contribuyó a erradicar el paludismo o malaria en Huelva, una enfermedad endémica, potencialmente mortal que se transmite por la picadura de los mosquitos portadores de este parásito, que ponen sus larvas en aguas estancadas y que estaban haciendo estragos en la población onubense. En Huelva le debemos mucho al mal llamado “árbol maldito”.
Es cierto que el eucalipto siempre ha tenido muy mala prensa en algunos sectores de la sociedad, pero sus consecuencias no son tan demoledoras; habría que discutir mucho sobre ello con fundamentos científicos. Y no debemos olvidar los beneficios de esta especie arbórea para nuestra salud. ¿Quién no recuerda aquellos vapores de eucalipto hervido que nos daban nuestras abuelas cuando estábamos resfriados? Hoy el eucalipto se sigue utilizando en preparaciones farmacéuticas para curar diversas afecciones de las vías respiratorias.