José Manuel Alfaro/ Sección de ficción ‘El Cuaderno de Muleman’. Hoy se ha conocido, que muy pronto podrían comenzar en La Palma del Condado, las pruebas del sistema urbano de detención de marihuana, conocido en el ámbito de la seguridad ciudadana como SIURDEMA. El dispositivo, que estaría llamado a ser un nuevo elemento de la lucha contra el consumo de esta sustancia, estaría listo para integrarse en el mobiliario urbano en los próximos meses.
Todos los ciudadanos estamos acostumbrados a ver infinidad de elementos urbanos ocupando espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades. Elementos con multitud de fines funcionales y decorativos, muchos de ellos terminan incluso contribuyendo a aumentar la contaminación visual de espacios urbanos, que nacieron con el objeto de trasladar la calidez del hogar a esos espacios abiertos en los que queremos respirar aire limpio y sentirnos libres.
Unos espacios en los que en los últimos tiempos hemos tenido que convivir con bancos sin pintar, farolas con que no alumbran, jardines llenos de excrementos de perro, pavimentos en mal estado o señales de tráfico sin sentido. Pero todo va a cambiar el próximo año cuando se instalen en nuestras calles y plazas, los primeros detectores de marihuana en pruebas en la cuna del vino del Condado de Huelva. Unos dispositivos, equipados con unos sensores que podrán detectar moléculas en estado gaseoso de THC o tetrahidrocannabinol, que es el compuesto psicoactivo o psicotrópico de la planta del cannabis (Cannabis sativa) y en concentraciones mínimas de parte por millón (ppm).
El dispositivo que se colocaría en modo de diagnóstico en algunos de puntos especiales de la ciudad, recogerían las concentraciones de esta sustancia psicotrópica con el objeto de llevar a cabo un estudio de la calidad del aire de la ciudad y conocer a sí las zonas más sensibles. Aunque en principio los datos que se obtengan no tendrán carácter punitivo, no se descarta que en un futuro estos sean utilizados por las fuerzas de seguridad para establecer un régimen sancionador a partir de las mediciones obtenidas por este dispositivo creado por un enólogo en paro de la Palma del Condado, que nos cuenta en la siguiente entrevista como ha vivido el desarrollo de esta obra de la ingeniería electrónica, por el que se habrían interesado algunas ciudades de los Países Bajos.
¿Quién es usted realmente?
Mi nombre es lo de menos, lo importante es lo que soy y lo que represento, a la gente creo que le dará lo mismo que me llame Juan o Lucía, al menos a mí sí. Porque lo relevante es que lo que hay detrás de ese Manuel o Rocío es un enólogo o enóloga en paro que representa a esos jóvenes que después de estudiar un grado, hacer un master, una tesis doctoral tienen que volver al pueblo a servir vinos en el bar de la esquina. Que me llame Luis o que me llame Carmen es lo menos relevante, porque lo fundamental es lo que he conseguido gracias a mis conocimientos. Aunque si le tengo que reconocer, que claro que si me gustaría que la gente me reconociera por la calle y dijeran “hay va Carmelo el enólogo” o “ayer vi a Virginia en la televisión hablando de uno de los mejores vinos del mundo, hechos en el Condado de Huelva”, pero ahora soy eso, un enólogo en paro que ha inventado un dispositivo que detecta la marihuana en el aire.
¿Cómo se le ocurrió la idea?
En la sociedad actual se han implantado dos normas que podrían tener la categoría de axioma. El primero es que se puede conducir, ya se por la carretera o por pueblo, leyendo y contestando a los mensajes de WhatsApp. Y el segundo axioma que se ha extendido en los últimos tiempos, es que además puedes conducir fumando marihuana con las ventanillas abiertas, al mismo tiempo que contestas los mensajes en el móvil. Ha sido ese pestilente olor que sale por las ventanillas de los coches al pararse delante de ti antes de cruzar un paso de peatones, con la música a todo volumen y dejando una estela de humo y marihuana. Ha sido en esas circunstancias en las que se ha fraguado, gracias a mi nariz de enólogo, toda la estructura de este proyecto que ha dado como fruto una máquina capaz de detectar, gracias a sus sensores de última generación, concentraciones por partes de millón (ppm) de esos gases de tetrahidrocannabinol.
¿Podría hablarnos de cómo funciona?
El dispositivo es básicamente una señal de tráfico con la hoja de una marihuana que se ilumina cuando el dispositivo que lleva asociado a esta señal, una caja negra con unos sensores de alta sensibilidad, detecta el tetrahidrocannabinol procedente de la marihuana. En el momento que detecta niveles anormales, esta señal se ilumina al mismo tiempo que muestra la concentración de tetrahidrocannabinol en ppm y emite un pitido similar al de la sirena de un coche de policía, haciendo que en ese momento todas las personas que se encuentra en un radio de unos metros sea informado de la existencia en el aire de esa sustancia. Este dispositivo tiene además una cámara integrada que se activa grabando la fuente emisora, datos que son almacenados en un disco local y enviado posteriormente a un servidor web en la nube, donde podrían ser guardados para ser utilizados en caso de un accidente o una denuncia de algún viandante.
¿Cuándo podría estar instalados los primeros dispositivos?
Los primeros dispositivos serán instalados el próximo año. Se harán bajo el auspicio de un programa en pruebas de una asociación internacional de drogodependientes y financiada por fondo europeos. Una vez que se lleve a cabo la calibración de los sensores y la validación de los datos, se podría hablar de poner los dispositivos al servicio de las fuerzas de la ley, encargadas de mantener el orden y el aire limpio de los pueblos y las ciudades. Pero eso tardará, queda mucha que investigar y sobre todo ver, si ese semáforo de la marihuana como lo empiezan a llamar coloquialmente tiene un efecto subversivo en aquellas personas que conducen contestando a mensajes de WhatsApp y fumando marihuana al mismo tiempo, poniendo en peligro la salud física y pulmonar de los viandantes.
¿Cree usted que el SIURDEMA ha venido para quedarse?
Yo creo que sí, son tiempos en los que la gente, necesita evadirse de la realidad y prefieren hacerlo con drogas, antes que sumergirse en la lectura de un buen libro, una paseo por el campo, hacer punto, ver un documental sobre el lince ibérico, yendo a clases de pintura o cantando en un coro rociero, así que yo, sí que creo que este dispositivo ha venido para formar parte de nuestras calles y plazas, porque aunque hay miles de cosas con las que crecer y distraerse, hay gente que prefiere fumar marihuana.