Redacción. Aunque en estos momentos en los que la inflación en España se encuentra en su valor más alto de los últimos 29 años (el mes de octubre el Índice de Precios al Consumo se cerró con un crecimiento del 5,4 por ciento si se compara con el de octubre del año pasado) lo cierto es que durante los últimos tiempos el verdadero miedo del Banco Central Europeo ha sido precisamente el contrario, el de una inflación demasiado baja, lo cual, por extraño que pueda parecer, supone unos riesgos para la economía igual de negativos que los de la inflación alta.
El BCE y el miedo a la deflación
Aunque una inflación baja favorece a los consumidores a la hora de llenar su cesta de la compra y ayuda a los ahorradores a mantener el valor de su reserva en divisas, lo cierto es que si es demasiado baja la inflación tiene su lado oscuro al ser un posible indicador de debilidad de la economía -los precios no suben directamente porque no se consume, lo cual en sí mismo es una anormalidad en la economía- y puede inducir a los consumidores a posponer el gasto en la espera de una bajada de precios aún mayor, lo que a su vez puede llegar a convertirse en una pescadilla que se muerde la cola y no dejar de retroalimentarse.
Este mismo era el miedo de la máxima autoridad de control del euro, pero la concatenación de diversos factores ha hecho que en poco tiempo se pase del miedo a la deflación a una inflación no vista en nuestro país desde hace muchos años.
Los porqués de la inflación actual
Puede que para los más familiarizados con instrumentos de inversión como el forex, que se utiliza en la plataforma de Plus500 y otros brókeres para invertir dinero en posiciones apalancadas (algo siempre arriesgado), la impresión masiva de euros durante la pandemia haya supuesto una variable más a tener en cuenta a la hora de decidir si abrir posiciones en corto o en largo, pero lo cierto es que el incremento de la masa monetaria de euros por parte del BCE no sólo ha tenido repercusiones en el mercado de intercambio de divisas, sino que también puede haber jugado su parte en el incremento de la inflación, al fin y al cabo cuando aumenta la masa monetaria demasiado rápido no es extraño que tenga el efecto de que se incrementen los precios, sobre todo si se tiene en cuenta que las familias ya habían acumulado un ahorro extra durante el confinamiento y que a los proveedores les está costando satisfacer la demanda de bienes actual, es decir, se juntan un exceso de demanda y de capital y un defecto de oferta.
Otro punto que ayuda a la inflación a crecer como lo está haciendo es el precio de la energía, de la cual se ha venido hablando tanto durante las últimas semanas, ya que los altos costes no afectan sólo a las familias, sino también a los productores de bienes y a todo el aparato logístico, incluidos almacenes y transportes y aunque en un principio puedan intentar absorber parte de los costes para no perder consumidores, si los costes de la energía son demasiado altos y se mantienen el tiempo suficiente, finalmente estos tendrán que ser repercutidos con lo que acabarán aportando su granito de arena para que suba la inflación como lo está haciendo actualmente.
Caos logístico
Pero no sólo la inflación es la que impide acceder a bienes y servicios, ya que el caos logístico y el aumento de la demanda provocado por el descongelamiento de la economía post pandemia pueden dificultar las compras precisamente a las puertas de una de las épocas más consumistas del año; la Navidad, y por eso mismo asociaciones de consumidores ya están aconsejando adelantarse a los posibles problemas e ir adquiriendo lo que se pueda como regalos y productos no perecederos, lo que además puede que ayude a esquivar un posible aumento de la inflación de aquí a finales de año y la posibilidad de que finalmente se concrete la huelga de la patronal de transporte por carretera convocada entre los días 19 y 22 de diciembre, fechas hasta las que muchos españoles retrasan sus compras navideñas.