HBN. En los últimos años la vida ha cambiado mucho. Con el aumento de la esperanza de vida, vemos cómo se alargan etapas como la infancia y la juventud y como éstos deben comenzar su etapa adulta a mayor edad, cercanos a los 30. Nuestros jóvenes son los llamados ‘millennials’ (nacidos entre 1981 y 1995 aprox) y la Generación Z (nacidos entre 1996 y 2012).
Los millenials, que ahora tienen entre 40 y 26 años, han vivido dos grandes crisis económicas y ahora se enfrentan a la incertidumbre propiciada por la pandemia. Mientras que a su edad sus padres ya eran propietarios y tenían familia a su cargo, ellos ahora no tienen fácil independizarse y menos dar el paso de formar una familia. Aunque en su mayoría formados, encontrar un trabajo de su cualificación y bien pagado se vuelve una odisea. La temporalidad y los bajos salarios hacen que la independencia se tenga que posponer constantemente.
No es tarea fácil definir a los millenials, pero la mayoría de los medios coinciden en algo: estos jóvenes nacidos a partir de los 80 son una generación digital, hiperconectada y con altos valores sociales y éticos. Todo esto les hace diferentes a generaciones pasadas. A ellos les siguen de cerca la Generación Z, los nacidos a partir del 96. Desde sus primeros años, quienes forman parte de la Generación Z se han visto moldeados por las redes sociales, el comercio electrónico y los servicios bajo demanda, utilizando la tecnología para personalizar la información que reciben, los productos que compran y las interacciones que tienen.
Se diferencian de la generación anterior en varias cuestiones. En primer lugar, que los títulos universitarios no son tan importantes (el 64% sí quiere tener uno, frente al 71% de los Millennials). Al mismo tiempo, se muestran más emprendedores (el 72% de los estudiantes de secundaria desean iniciar un negocio algún día y el 61% preferiría ser un empresario a un empleado tras salir de la universidad, según un estudio realizado por Milenario Branding), pese a estar en este estadio tan temprano de sus estudios. Más de tres cuartas partes desean convertir sus aficiones en empleos a tiempo completo.
La Generación Z no es que haya nacido con lo digital, es que prácticamente no saben vivir sin la tecnología, hasta el punto de que recurren a Internet (en cualquiera de sus portales, redes sociales o sitios de vídeo) para consultar información. Si los Millennials no recuerdan un mundo sin ordenadores, la Generación Z no concibe el mundo sin un acceso inmediato a Internet desde cualquier dispositivo.
Ser joven es tener toda una vida por delante, pero también la presión de estar en el momento clave para determinar cómo será su futuro. Situaciones de crisis económica como la actual complican sus expectativas laborales, pero los jóvenes de hoy no se conforman con cualquier empleo: buscan algo que les ayude a crecer y que esté alineado con sus valores, tanto desde el punto de vista de la sostenibilidad como en la forma de entender el trabajo. El emprendimiento es una alternativa interesante para muchos de ellos. Tienen las ideas, la preparación, y también la responsabilidad, de aportar al mundo soluciones a los grandes desafíos globales a los que se enfrenta el planeta.
La juventud es una de las etapas más complejas. En ella se forja definitivamente la personalidad, se consolidan los valores que nos acompañarán siempre y se asientan los cimientos profesionales que determinarán en gran medida toda nuestra vida. Juventud suena a fiesta, a diversión, pero no todo es tan fácil; también suena a inseguridad, a desafíos, a búsqueda de oportunidades… Hoy, lamentablemente, muchos jóvenes son noticia por no saber ponerle al ocio los límites que impone la Covid-19, pero también hay otros muchos que merecen salir en los medios de comunicación por los logros que han alcanzado, por estar consiguiendo grandes cosas en beneficio de la economía, de la sociedad y del planeta, y en este texto encontramos algunos de ellos.
Las nuevas generaciones se enfrentan a retos inéditos, que se han visto agravados por la pandemia: El confinamiento y el aislamiento social, las restricciones, el estrés, la incertidumbre, el miedo a la enfermedad, el impacto en la economía y un sinfín de pérdidas han tenido un alto impacto sobre nuestra salud mental y emocional, y la juventud actual se ha visto afectada por situaciones muy duras, viendo mermados gran parte de sus planes educativos y sus expectativas laborales. La falta de autonomía y la sensación de pérdida han sido pensamientos recurrentes para este colectivo, cuya realidad ha sido muy diferente a la de sus antecesores.
Encontrar un buen empleo, comprarse una casa, independizarse, lleva años siendo una tarea difícil de alcanzar, pero lo es aún más en un entorno económico tan adverso como el actual. Sin embargo, las crisis son también sinónimo de oportunidad, y las dificultades despiertan el ingenio y la inspiración. Hoy son muchos los jóvenes que buscan su camino profesional en el ámbito del emprendimiento, dando forma a sus propias ideas y explorando nuevos modelos de negocio que les permitan ganarse la vida haciendo algo que les guste, les llene, y además pueda aportar un impacto positivo al mundo en que vivimos.
Efectivamente, los jóvenes dan mucho valor a su vida personal. No les asusta el esfuerzo, pero sí es importante para ellos disponer de tiempo para vivir más allá del trabajo. Esto, cuando uno crea su propia empresa, no es del todo sencillo, pues para sacar adelante el proyecto es necesaria tanta implicación que no existen horas suficientes.
El camino del emprendedor tampoco es sencillo, no siempre los proyectos funcionan bien a la primera. Lo importante es seguir en la lucha y esforzarse, ya que queda mucho camino por recorrer.