Miguel Mojarro. Alejandro Dumas rompe con la tradición y dedica su vida a viajar, escribir de todo, coleccionar amantes, …
Desde 1802 hasta 1870, su existencia es convulsa, prolífica, popular, … como buen protagonista de una tarea que a todos nos ha complacido hasta hoy día: Ser lectores de una serie de obras admirables, amenas, motivadoras y de las que se empiezan y no se dejan hasta terminarlas.
De carácter indómito y soñador, dedicaba su tiempo a la caza y al cortejo de las muchachas de su edad. De considerable fortuna «debidamente» dilapidada, protagonizó fiestas, cenas y demás eventos de este tipo. Además de mantener a hijos y amantes, que eran muchas y diversas.
En la Francia que asomaba al romanticismo, su vida sufrió diversos avatares complejos y desafortunados, como exilios mas o menos voluntarios, para terminar siendo el ídolo de los lectores de sus aventuras de época.
El Presidente francés, Jacques Chirac decidió que se enterrara en El Panteón de París. En su discurso culminó: «…con Usted nosotros fuimos D’Artagnan, Montecristo o Bálsamo, recorrimos las calles de Francia, participamos en batallas, visitamos palacios y castillos. Con Usted nosotros soñamos …»
Por eso Dumas tiene un monumento en París, diseñado por Gustavo Doré, en el que luce su personaje mas querido: el mosquetero D’Artagnan.
También en Madrid tenemos una placa conmemorativa de su estancia, en la Carrera de San Jerónimo. Uno de sus muchos viajes por España, Italia, …
De prosa, ágil y divertida, amenidad y vivacidad en sus novelas históricas, sus obras fueron material adecuado para ser publicadas en forma de entregas en diversos medios de la época. Eso explica las mas de 300 obras de diverso tipo, que lo convierten en uno de los autores mas populares de Francia.
Aquí no caben todas, pero quiero destacar por su popularidad, fama y atractivo, dos de ellas: «El Conde de Montecristo» y «Los tres mosqueteros».
Pero no estaría de mas que adornáramos nuestras librerías con otras como, «El Vizconde de Bragelone», «El Tulipán Negro» o «El Caballero de la rosa roja».
No dejemos sin mencionar el enorme atractivo de la lectura de «El Conde de Montecristo», en el que poder y dinero juegan papel importante en una trama que «engancha».
Edmundo Dantés, ese nombre que todos conocen (aunque no hayan leído la novela), protagoniza aventuras, prisiones, traiciones, venganza, … Sobre todo venganza y su parentesco con la justicia propia. Ya entonces, ya en Francia, la justicia oficial era motivo de sentimientos encontrados. Creo que en eso no hemos avanzado demasiado … Bueno, en otras cosas tampoco.
Quizá sea momento de avanzar en algo: Leer, como primer trato con la felicidad.
Como ya he dicho en otras ocasiones, allá cada cual.
Solamente sugerimos.
Grupo Azoteas