Miguel Mojarro.
En nuestro libro «Casinos de Huelva» decíamos del billar: «Donde el cuerpo se alía con la mente para competir. Es el juego de los mas jóvenes, aunque debería ser el de los mayores, por sus enormes posibilidades de ejercicios de todo tipo: Piernas, brazos, cintura, dorsales y pectorales, mas de tres kilómetros recorridos en cada partida, además de las esperas de pie cuando el rival se empeña en no fallar«.
Con luz emitida por lámparas especialmente diseñadas para convertir el tapete en el protagonista, dejando a los jugadores en la discreción de la penumbra. Lo importante son las bolas y la mesa. Traviesas unas, presumida la otra. Como la mesa de José Gálvez, que luce su belleza en el Casino Minero de Corrales.
Esa mesa ha sido testigo de horas de preparación de nuestro campeón, para después llevar el nombre de Huelva a todos los rincones donde hubiera una mesa de billar y una posibilidad de competir.
Porque competir es la clave. Y el billar uno de los juegos donde la competición alcanza cotas mas altas de belleza e intensidad. Por eso en las salas de los casinos suele haber sitios pensados especialmente para los «mirones», que son parte necesaria para que la partida alcance su nivel óptimo de espectáculo y goce. Nerva, Almonte, … tienen estrados con asientos para estos invitados a mirar.
Aquella sala de París, que en 1610 se convirtió en la primera sala pública de billar, no podía imaginar que, tras ella, los casinos de Huelva se rendirían a la belleza e intensidad de este juego, hasta el punto de dar un múltiple campeón de Andalucía, de España y del Mundo.
Por eso este homenaje a José Gálvez en el Casino de Corrales, es ocasión magnífica para sembrar afición a uno de las actividades casineras con atractivo propio.
Bien fundada estuvo la Real Federación Española de Billar, en aquel 1925, (la Federación Internacional del Billar data de 1923) obligada por el auge que ya tenía ese deporte (sí, deporte, además de juego) en nuestro país.
Podemos presumir de campeones de Europa y del Mundo españoles: Joaquín Domingo, José Gálvez, Bruton, Avelino Rico, Xavier Fonellosa, Claudio Nadal y Daniel Sánchez campeón del Mundo de billar a tres bandas.
Cabe recordar aquí la anécdota tantas veces referida sobre aquel nefasto Fernando VII, «El Deseado», que no se percataba siquiera de la astucia de sus entornos. Los cortesanos que jugaban con él al billar, le dejaban las bolas (o pelotas) en situaciones fáciles de jugar. “Así se las dejaban a Fernando VII”, dice el refrán. También parte de ahí el apelativo de “pelota” aplicado a quien tiene actitudes halagadoras hacia otra persona para ganar sus favores.
En España, el billar francés, el que está presente en los casinos de Huelva a lo largo de su historia, empieza a tener el aspecto y forma actuales en la Europa del siglo XV. Aparecen las mesas, se abandona el suelo como soporte y entra en los hábitos de la corte como objeto deseable de nobles y monarcas.
Los salones reales de antes y las salas de billar de los casinos de hoy, tienen una misma referencia lúdica: Una mesa preciosa, joya de la artesanía ebanista, que se engalana de verde para ser mirada por hombres que la rodean. Y ya por mujeres, que en el Casino de Corrales ya hay una mujer con el taco en la mano y la mirada sobre la bola roja. La mesa es el centro de atención. Seducción se llama la figura.
Las bolas también tienen su historia. En 1938 un químico alemán descubre el proceso de utilización de una resina para la fabricación de las bolas de billar. El marfil queda superado por el nuevo material, mas resistente a la deformación, aunque se pierda el tacto duro y resbaladizo de las bolas anteriores.
La afición al billar alcanzó en Huelva sus mas altas cotas, gracias en gran medida a José Gálvez, que divulgó su imagen por los campeonatos, la prensa y los salones de los casinos, donde hay aún recuerdos de sus exhibiciones.
Cuando veo una mesa de billar arrinconada o en una sala olvidada, tapada con una lona, pienso en el desperdicio de horas de placer por quienes podrían evitarlo. Una mesa tapada es renunciar a los placeres de la competición en los que juegan y de la vista en los que miran. Es renunciar a tantas sutilezas que viven alrededor de ella, haciendo de la partida un monumento al rito de las competiciones individuales. Tal vez sea el billar donde el rito alcanza cotas mas altas.
Pero el billar se mantiene fuerte en sitios en los que hay espacio bien acondicionado en las salas de arriba, donde el silencio del ambiente amplifica el chasquido insultante de las bolas al chocar y donde el comentario tras un fallo no pasa del susurro.
El billar es el aristócrata de los placeres casineros. El que saca pecho en silencio. El que encandila cuando se retira la lona que cubre su verde provocador. El que cansa las piernas y satisface la creatividad.
Para quien juega y para quien mira. Nunca un espacio tan limitado por los focos, ha recibido una atención mas obsesiva.
Una mesa de billar es una invitación permanente a rentabilizar un juego que armoniza mente y cuerpo, al servicio de una competición pura y personal. Y un reto al sentido común de los responsables y a su voluntad de recuperar un juego que genera placer en el que juega y en el que mira.
Un paseo por los casinos de Huelva es visitar un museo de mesas y tacos, contadores y lámparas, sillas y salas. No es mal argumento para una ruta. De Lepe a Nerva, de Almonte a El Rosal, de Gibraleón a Rociana, conocer sus mesas de billar puede ser un buen pretexto para gozar de sus casinos.
Por eso el homenaje a José Gálvez en Corrales, es el acto mejor pensado por quienes dirigen el casino a su mejor futuro y quienes, fieles adictos al billar (Huelva Billar Club José Gálvez), pregonan su fidelidad a quien es su mejor mito y la mejor motivación deportiva y lúdica: José Gálvez.
https://huelvabuenasnoticias.com/2021/03/28/pepe-galvez-homenaje-en-corrales/
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