Juan Carlos León Brázquez. Mantengo y así lo puse en valor en su día (Huelva Información, 30-4-2012 y 21-1-2017) que Radio Nacional de España tiene sus raíces en esta provincia, con los primeros estudios de radiodifusión estables y de gran potencia que la radio publica española tuvo en Huelva, tras el saqueo de los modernos equipos que tenía Radio Nerva, creada en 1934, aprovechando el impulso a la radiodifusión tras el decreto de la II República para la creación de radios locales con una potencia no superior a los 200 W-vatios. Dos años más tarde, al entrar las tropas golpistas en la localidad, en agosto de 1936, aquel moderno equipo de Radio Nerva fue confiscado y trasladado a la capital. Tras la actuación de fascistas locales que torturaron y asesinaron al creador y dueño de la emisora, el industrial Arturo Albarrán, aquellos aparatos se convirtieron en una nueva emisora al servicio de la propaganda del nuevo régimen y acabarían formando parte de Radio Nacional de España. En septiembre de 1936, la emisora confiscada ya emitía desde la capital como Radio Huelva, antes de que aquellos primeros estudios estables pasaran a formar parte de la estructura de RNE.
Recientemente, tras la presentación en el Centro de la Comunicación Jesús Hermida, del libro de Juan A. Hipólito, ¡Aquí Radio Nerva!, importante para conocer las vicisitudes en democracia de una radio local, me recordaron aquel triste episodio de la guerra civil española que terminó haciendo que Radio Nerva formara parte del entramado de una emisora dominante durante toda la dictadura franquista, complementando el origen de RNE al que todas las fuentes dirigen a Salamanca, desde donde se produjeron las primeras emisiones, con equipos precarios y “sin cobertura”.
Millán Astray, no solo fue el creador de la Legión española, sino también de Radio Nacional de España, ya que Franco lo puso al frente de la Oficina de Prensa y Propaganda, cuya sede se encontraba en el neoclásico Palacio de Anaya (actual Facultad de Filología) de la ciudad salmantina. El general, que solo tenía una mano, nombró rápidamente como su otra mano al escritor, periodista e ideólogo del nuevo régimen, Ernesto Giménez Caballero, quien había fundado, en 1927, La Gaceta Literaria y, en 1931, el semanario de la JONS La Conquista del Estado. En aquel momento se encontró a su cargo con una rudimentaria emisora de radio y no se le ocurrió otra cosa que forzar las emisiones sin mucha preparación, transmitiendo una larga arenga militar en directo del general Millán Astray, acostumbrado en sus campañas africanas a vociferar a sus legionarios. Todo pensado para animar y envalentonar a las tropas a través de este medio de comunicación, la radio, en un momento en el que todo el mundo andaba ávido de noticias mientras se preparaba el primer asalto franquista a Madrid.
Era el 15 de noviembre de 1936. El general se acercó hasta el improvisado locutorio con el micrófono que le preparó el periodista. Estaban presentes los técnicos que se habían ocupado de poner en marcha el equipo, dos legionarios que custodiaban al general y su mujer, Elvira Gutiérrez de la Torre, con quien se dice nunca tuvo relaciones íntimas, ya que esta le advirtió de sus votos de castidad. Giménez Caballero habló primero, lo presentó, ensalzando sus virtudes militares y su carrera militar y a continuación cedió la palabra al general Millán Astray, quien estuvo ante un micrófono en silencio una hora. Este lanzó su discurso en el tono cuartelero que todos conocían sin saber que Giménez Caballero estaba al corriente de que aquella emisora no funcionaba, tal como había comprobado horrorizado en los ensayos previos. ¿Pero quien era el valiente capaz de decírselo en aquel momento de exaltación a tan brutal general deseoso de inaugurar tan moderno medio?
El mando republicano envió el 16 de noviembre varios bombarderos rusos (Topolev SB) a intimidar la sede franquista salmantina. Cayeron nueve bombas buscando la estación de ferrocarril y el puente que servía para la línea de ferrocarril que unía Salamanca con Portugal. Pero erraron y una de las bombas cayó sobre el Palacio de Anaya, causando cuatro heridos y empolvando el sempiterno uniforme de Millán Astray. Indignado llamó a su “otra mano” y exigente e imperativo con malos modos le mandó cuadrarse. Giménez Caballero tembloroso supo enseguida a lo que se exponía ante el irascible general legionario, quien sin mayores preámbulos le dijo cual aldabonazo que se preparara a morir, por descubrir al enemigo, en la emisión radiofónica del día anterior, su posición en el Palacio de Anaya y de ahí aquel bombardeo buscando aniquilarlo.
Aquel escritor-periodista, admirador y propagador del fascismo, muerto de miedo y con facciones indescriptibles, de pronto se envalentonó y le dijo al manco y tuerto general que si merecía morir no era por señalar la posición al enemigo, sino por no haberle advertido que aquella radio no funcionaba y que el discurso nunca salió al aire, que sus técnicos no habían sido capaces de ponerla activa y que no se lo dijo para no defraudarlo, sabiendo que las tropas esperaban oír la voz del general legionario. La carcajada de algunos presentes, ante la insólita verdad, distendió el grave momento y aun con la cara descompuesta Giménez Caballero oyó la sentencia de su jefe, ¡quítate de mi vista! No es más que una anécdota de la frustrada primera emisión de la radio franquista, que hubo de esperar al 19 de enero de 1937, para su primera emisión oficial, montada en un camión desde un frontón de Salamanca, en el barrio de San Bernardo, con una emisora Telefunken-Lorenz que el dictador alemán Adolf Hitler le había regalado a su homónimo Franco. Una radio que había sido utilizada durante los Juegos Olímpicos de Berlín, en agosto de 1936, y que se recepcionó en el puerto de Vigo, al llegar por vía marítima. Y de allí a Salamanca donde se había establecido el Cuartel General del Ejercito franquista tras sublevarse contra la II República. Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, envió técnicos alemanes para evitar fracasos en la puesta en marcha de la emisora. Pero queda claro que para cuando esta emisora de radio llega a España, los golpistas ya estaban emitiendo desde Huelva con los aparatos de la emisora confiscada en Nerva.
Es ese 19 de enero de 1937 el que figura como la fecha de creación de Radio Nacional, tras la decisión del general José Millán Astray de potenciar este medio propagandístico, adscrito a la Delegación de Estado para Prensa y Propaganda que él dirigía. La reunión que mantuvieron los escritores Agustín de Foxá, Pedro Laín Entralgo y Dionisio Ridruejo, en el Café Novelty de la Plaza Mayor de Salamanca, tuvo mucho que ver con la puesta en marcha de la emisora, ya que vieron y así lo expusieron al mando que la radio era una oportunidad de propaganda en un medio en plena expansión, ya que en la guerra civil se dispararon en las dos zonas en contienda la tenencia de receptores para estar al día de las noticias. No era extraño que en la zona franquista se decidiese que la nueva emisora tuviera el apelativo de “Nacional”.
La propuesta fue aceptada inmediatamente y fue el actor reconvertido en locutor, Fernando Fernández de Córdoba, quien inició aquella primera emisión. Esta vez si salió al aire, con un “¡Atención! ¡Habla España!” y previa alusión a la Oficina de Propaganda quien habló fue el Generalísimo Franco, con un discurso -según La Gaceta de Salamanca- en el que rechazaba “la gran campaña difamatoria contra la España nacional y católica desencadenada por los comunistas rusos”, además de dedicar alabanzas a las verdaderas virtudes de España, “un país de heroicas gestas y de épicas grandezas”. Fernández de Córdoba retomó la palabra para recitar el “Romance a Madrid”, de Antonio Asenjo, también -según el periodista José Manuel Blanco- sonó la voz de la cantante Celia Gámez grabada en disco de pizarra; volvió a recitar Fernández de Córdoba, esta vez a Zorrilla, y siguió José María Pemán, con “Elegía de la tradición de España”; se continuó con una interpretación musical y terminó con la lectura del primer boletín informativo del Cuartel General del Generalísimo, “correspondiente al día de hoy, diecinueve de enero de mil novecientos treinta y siete”. Y es a partir de entonces cuando desde la emisora se comenzó a ofrecer diariamente un manipulado parte de guerra, que servía a los intereses de propaganda ideológica de los militares sublevados. Desde el Palacio de Anaya salían redactadas las noticias para que fueran leídas desde el camión-emisor estacionado en aquel frontón. Sería lo que hoy conocemos como una unidad móvil.
José Miquelarena su primer director. Desde junio de 1937 todas las emisoras que caían en manos de los golpistas “nacionales” pasaron al control de Radio Nacional, con lo que se unificaban los criterios propagandísticos en los noticiarios emitidos en cadena en toda la red de emisoras. La primera emisora, con limitada potencia, tuvo una función importante por su carácter móvil al ser montada en los camiones que habían pertenecido al servicio alemán de Correos, lo que facilitaba llevar las proclamas a los frentes donde combatían los dos bandos. Todo mientras desde Huelva los golpistas aprovechaban la notable potencia en aquel tiempo de los aparatos que habían requisados a Radio Nerva y que, como ya es historia, se convirtió en la primera emisora de RNE con estudios y aparatos propios.
3 comentarios en «De cuando la República estuvo a punto de abortar RNE»
Magnifico reportaje de Juan Carlos León , bien documentado y expuesto con rigor de unos hechos que para muchos onubenses nos son desconocidos. Tanto la existencia de Radio Nerva como la que seria después, la primera emisora de Radio Nacional de España, son aportaciones muy importantes a la historia de nuestra tierra.
El nacionalismo choquero es el más ridículo de todos los nacionalismos.
Magnífico Juan Carlos, tienes un gran archivo en tu mente. Buen periodista.???