Estudios del profesor de la UHU Miguel Carvajal sirven de base para los investigadores que han constatado posibles indicios de vida en el planeta Venus

Planeta Venus. / Foto: Istock.com
Planeta Venus. / Foto: Istock.com
El profesor Miguel Carvajal.

Redacción. La prestigiosa revista Nature Astronomy ha publicado un estudio que abre la posibilidad de encontrar indicios de vida en Venus, un trabajo que se basa en la presencia de fosfina en las capas nubosas de este planeta, un gas existente en la Tierra. Una investigación de repercusión internacional que, entre sus fuentes, recoge diferentes artículos del director de Proyectos del Vicerrectorado de Investigación y Transferencia y profesor Titular de la Universidad de Huelva (UHU), Miguel Carvajal Zaera, del Departamento de Ciencias Integradas.

Miguel Carvajal comenzó a indagar sobre la fosfina en el año 2001, mientras trabajaba en la Bergische Universita?t – Wuppertal de Alemania, lo que dio lugar a cinco artículos científicos, publicados entre 2002 y 2008, así como otros cálculos y metodologías, que han sido tomados como referencia y desarrollados por el estudio recogido por Nature Astronomy, cuyas conclusiones han tenido un gran impacto en la comunidad científica, tal y como se han hecho eco diversos medios de comunicación de gran difusión.



Según explica Carvajal, “aunque en la actualidad no me encuentro trabajando en esta línea de investigación, es cierto que en este estudio sobre Venus se tienen en cuenta los datos y la teoría desarrollada en nuestros trabajos y experiencias anteriores sobre la fosfina”. Una detección bastante interesante teniendo en cuenta que la cantidad de fosfina existente en la Tierra es producida por microbios anaerobios, es decir, que no necesitan oxígeno.

La fosfina, por tanto, se ha revelado como una pieza clave. Y es que esta molécula consta de un fósforo y tres hidrógenos, pudiendo, por lo general, “separar la estructura de energía en tres, la parte electrónica, la de vibración y la de rotación, esta responsable de las microondas, centrándose el estudio sobre Venus en esta última”, según concreta este profesor de la UHU, que añade que “las moléculas, al cambiar de estado de movimiento, emiten o absorben luz. Lo que caracteriza a cada molécula son las diferentes frecuencias de luz que pueden emitir o absorber, propias de cada molécula, lo que nos permite identificar a cualquier molécula, como si se tratara de una huella dactilar”.


Puerto de Huelva

Una característica que ha sido trasladada a la atmósfera de Venus, “que contiene gran cantidad de moléculas, para detectar si en este planeta se produce fosfina a partir de algún microbio anaerobio. Por el momento, no han podido certificarlo, pero han descartado cualquier fenómeno geológico conocido, por lo que su origen puede estar en estos microbios anaerobios, que no necesitan oxígeno para metabolizar los organismos. Es decir, puede ser un claro marcador para saber si hay vida en otros planetas”, expone.

Vida en otros planetas del sistema solar

Para Carvajal, “lo interesante de este trabajo es que hay mucho esfuerzo para conocer la fosfina y para analizar sus líneas de luz o espectrales, como decimos los científicos, que luego se están utilizando para determinar si hay vida en Venus. A partir de aquí, aunque todavía está todo en el aire, se da una cierta esperanza para continuar trabajando con ilusión con la finalidad de desvelar si hay vida en otros lugares más allá de la Tierra”. Por el momento, es la primera vez que se halla fosfina en uno de los cuatro planetas telúricos del sistema solar al margen del nuestro.

En la actualidad, aunque siga colaborando con este grupo, este profesor del Departamento de Ciencias Integradas de la Onubense se encuentra desarrollando otras líneas de investigación como teórico, entre las que se encuentran el estudio de la isomerización de las moléculas y, junto a un grupo de astrónomos, la detección de moléculas en el espacio interestelar, esto es, en nubes de polvo y gas que se encuentran en el espacio entre los sistemas de estrellas.

Además, les acaban de conceder el proyecto europeo ATMOS del programa Marie Curie para estudiar los contaminantes atmosféricos, una iniciativa coordinada por el CSIC en Madrid, contando con la participación de diversas universidades europeas, Chile, Marruecos, China, entre otras.

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