HBN. A raíz de la noticia publicada de la constitución de la Comisión de Trabajo, integrada por el Consistorio, la Autoridad Portuaria de Huelva y el Colegio Oficial de Arquitectos, el Círculo de Patrimonio Cultural de Huelva ha emitido un comunicado que reproducimos en su integridad:
‘A cuatro años del 150 aniversario de la proyección del monumento y cuarenta y seis desde que fuera cercenado, en los últimos días ha sido anunciada la iniciativa del Puerto de Huelva de volver a unir los dos tramos sobre la avenida mediante un controvertido concurso de ideas. En los últimos días los medios han reaccionado a la noticia reflejando el posicionamiento de distintos entes de la ciudad, ocasión que aprovechamos para ofrecer la nuestra.
El Muelle Cargadero de la Compañía de Rio-Tinto representa, junto al de la Punta del Sebo, el monumento más reconocible de la ciudad de Huelva. Se trata de un espacio referente de nuestras vidas, cuya visión desde él y hacia él ha dado incontables escenas a menudo captadas tanto fotográfica como plásticamente.
En 1974, a sus cien años, se emprendió el desmantelamiento de unos 50 metros para el ensanchamiento de la calzada y paso de vehículos hacia las fábricas del polo de desarrollo; imagen que hoy día nos ofrece como reflejo claro de unos comportamientos hacia el patrimonio cultural de la ciudad que debemos de corregir, pero con acierto y rigor científico.
Es una deuda con nuestra Historia el recuperar la integridad perdida de este Monumento. Sin embargo, la puesta en marcha de un concurso de ideas para la realización de esta labor y el engarce de este espacio estratégico con el Paseo de la Ría llegan tarde, cuando gran parte de los espacios que la circundan han sido y están ya siendo intervenidos al margen de las aspiraciones para con el muelle. ¿Acaso se trata de acomodar el monumento al viario que se está transformando?
Entendemos que debe ser al contrario, la trama urbana ha de adaptarse a la realidad histórica y física del monumento, sin ceder el protagonismo a lo insustancial, a un entorno ya desvirtuado, primero, por el cambio de paseo a carretera industrial y, más recientemente, por la toma de metros de ría, que han engullido al muelle tierra adentro.
Hemos de recordar que se trata de un Bien de Interés Cultural, y como tal se debe aplicar lo determinado en el marco jurídico vigente para este tipo de intervenciones.
El Monumento ha de ser “restaurado” y para ello ha de prevalecer el principio de menor intervención. Es lo que se dispone en las Cartas Internacionales que regulan la intervención en patrimonio cultural, y que emanan de la UNESCO. La actuación debe ir dirigida a la restitución de su realidad física alterada, incorporando el material original que pudiera conservarse (hay voces que señalan que se encuentra almacenado en unas dependencias municipales) o, en caso contrario, devolviéndole su imagen cuidando siempre que la nueva actuación sea discernible del original al evitar reproducciones miméticas. Sobre las piezas desmanteladas estamos trabajando para averiguar su paradero.
Estos criterios van en la línea de lo que se ha decidido en Paris, por ejemplo, para el caso de la Catedral de Notre Dame. Y es que tras la polémica por los concursos de ideas internacionales que se propusieron, finalmente se optó por la vía más sencilla, que suele ser la mejor: volver a la realidad física alterada por el incendio que arrasó con parte del templo. En definitiva, devolver a Paris y los parisinos su imagen referencial, legada de la intervención de Eugéne Viollet-le-Duc en el s. XIX.
No es la primera vez que se aborda este asunto por parte del Ayuntamiento y el Puerto de Huelva, sin embargo entendemos que en esta ocasión se debe saldar la deuda con el Patrimonio Cultural de esta ciudad a través de una actuación, ahora sí, rigurosa, que nos devuelva la imagen que teníamos del monumento antes de la desafortunada amputación.
La imagen del muelle cargadero de hace 50 años no era tampoco la del momento de su inauguración, pero sí obedecía a la que ha llegado a nuestro imaginario tras los cambios efectuados durante sus años de actividad. Es el referente visual presente en la memoria colectiva de buena parte de los onubenses que lo conocieron. Así pues, a pesar de las alteraciones del entorno, los usos actuales no pueden determinar la intervención
patrimonial.
El concurso de ideas como está planteado debería ser suprimido, pues ha de tener como fin la búsqueda de soluciones efectivas para la compatibilidad entre la reordenación de la trama urbana en la zona y la restauración real del muelle.
Se atisban determinantes actuaciones que reconduzcan hacia el ensanche sur o minimicen el tráfico rodado en el entorno, primando la vía peatonal y la creación de carriles bici; por cierto, en la línea de lo que está recogido en el vigente PGOU de 1999, que proponía recuperar el paseo sobre la carretera. Por tanto, si se quiere de verdad acometer con garantías la restauración del monumento habrá que replantear alguna de las últimas intervenciones sobre el viario más inmediato.
El muelle cargadero debe convertirse en una parte importante de la recuperación de la Ría de Huelva para la ciudad, tal y como ya se comprometieron todos los actores sociales y políticos hace 30 años, y para ello tanto administraciones como los colectivos profesionales implicados deben defender las garantías sobre el Bien de Interés Cultural, como recurso patrimonial parte de su propia identidad.’