HBN. Hay comportamientos vitales que condicionan nuestra salud, tanto física como psicológica. Las actividades cotidianas son las suelen acumular carga positiva o negativa a un bienestar que al final es el que suele determinar la variable salud que marca nuestras vidas. Es verdad que acontecimientos extraordinarios inciden en esta variable esencial pero, insistimos, es el día a día y cómo lo gestionamos la clave para cuidar debidamente a nuestro cuerpo y nuestra psiquis. Y al igual que es evidente que una correcta alimentación es la que posibilita las mejores actitudes de nuestro cuerpo, no lo es menos el sueño, el conseguir ‘dormir bien’. Podemos comprobar que cada persona tiene un número de horas precisas para, tras la función cotidiana y transcendental de dormir, encontrarse bien en cada jornada. A algunos les basta con cinco horas o incluso menos y la mayoría necesitan entre seis y ocho horas.
Es verdad que estos intervalos de sueño se alteran con la edad. Y el cansancio también en ocasiones tiene un efecto contradictorio. Unas veces favorece el sueño y otras, bien al contrario, lo perjudica. En cualquier caso, cuando la dinámica de lo que entendemos necesario se altera, cuando dormimos menos de lo que necesitamos, comprobamos con facilidad nuestro malestar. Hay elementos en este sentido que pueden controlarse, y uno evidente es el soporte físico sobre el que nuestro cuerpo se invita a conciliar el sueño. El colchón es fundamental, pero no lo es ni mucho menos la mejor almohada 2020.
El descanso está muy condicionado por la almohada que utilicemos. De hecho es determinante en las consecuencias posturales que puedan afectarnos a la salud. La relajación, la recarga de energía, la liberación del estrés que determinan los usos de vida de hoy en día es muy dependiente de ese elemento doméstico cuyo uso de pierde en la historia de los siglos pero que esa cotidianidad no le resta importancia sino todo lo contrario. Y lo es para simplemente poder activarse cada mañana al máximo de posibilidades pero también, y esto es esencial, para asegurarnos evitar patologías, físicas y psicológicas como antes señalábamos. El desarrollo de enfermedades como la depresión o la ansiedad pueden estar derivado de una no adecuada conciliación del sueño. Y como también antes indicábamos, en ello la almohada es fundamental. Este elemento, con un uso adecuado y con características idóneas, permite un sueño de calidad. Ese sueño necesario. Y podríamos preguntarnos ¿qué es un sueño de calidad? pues aquel afectado de profundidad y de continuidad. Un sueño reparador porque sea profundo y que dure las suficientes horas para que sea efectivo.
‘Cada persona es un mundo’, y no va dejar de serlo en algo tan personal como el dormir. Por eso, y teniendo en cuenta que hay una diversidad tipológica de almohadas, cada persona podrá aspirar a dormir bien con en uso de un tipo específico de almohada, por ejemplo mejor almohada viscoelastica, almohadas de plumas o almohadas mixtas. Cada una de ellas se va a adaptar mejor a unas condiciones determinadas, de manera que por ejemplo la viscoelástica es una de las más recomendables fundamentalmente si dormimos de lado, ya que nos aporta una buena firmeza y, si optamos por un grosor medio, tendremos la tranquilidad de que estamos consiguiendo una alineación adecuada.