ClaCF. El pavimento hecho de adoquines tiene tanta fuerza que hoy día podemos encontrarlos en muchas calles y caminos construidos hace siglos en países europeos, conservados de forma espectacular teniendo en cuenta la cantidad de seres vivos y máquinas que han pasado sobre ellos.
En Huelva existen todavía treinta calles que mantienen el adoquinado en su calzada.
El conjunto de estas calles suma una extensión total algo superior a 3.8 kilómetros, y están agrupadas en cinco zonas de la ciudad: La Plaza de las Monjas y el Ayuntamiento, La Placeta y calle San José, Antiguo Mercado de El Carmen, San Pedro, y El Matadero.
Los adoquines han sido un instrumento importante en la construcción de pavimentos a lo largo de la historia, que se remonta a muchos años atrás. Su finalidad era proporcionar un ambiente más limpio y seguro para los caballos, carros y personas que transitaran por esos caminos que antes eran de tierra. Los romanos los usaban para las carreteras en pueblos y ciudades, y durante el siglo XV fueron las piedras originales del pavimento en muchos países de Europa.
Usar adoquines tenía sus ventajas
En primer lugar la gran fuerza que tiene el material, lo que se puede comprobar con su resistencia y conservación en el paso de los años hasta la actualidad. Eran conocidos como excepcionalmente duraderos.
En segundo lugar, el sencillo modo de adquirirlo y posterior uso. Los adoquines se recolectaban en las orillas de los ríos y se unían con mortero colocados sobre arena para crear el pavimento con la ventaja de no tener que tallarlas o cincelarlas como en el caso de bloques más grandes de piedra natural para poder extraer piezas individuales
Por último, su bajo coste, ya que estaba al alcance de cualquiera que quisiera cogerlo y sin tener que pagar ni una sola moneda por ello.
Algunos edificios y calles de adoquines originales en todo el mundo están protegidos por la ley, y nunca pueden ser reemplazados o eliminados debido a la importancia que brindan en términos históricos, pero aunque estas piedras sean parte de la memoria de la ciudad y embellezcan la estética de las calles, es cierto que tienen sus ‘contras’ en la actualidad. Afectan a la contaminación acústica y también suponen un problema para el tráfico, ya que los coches lo sufren a la hora de circular, frenar o maniobrar por la irregularidad de la superficie del firme.
Por ello en Huelva se está estudiando la iniciativa de asfaltar estas calles como un plan de acción contra el ruido, además de las ventajas que supone para el tráfico rodado.
En resumen podríamos decir que, por un lado las calles y carreteras de adoquines originales tienen mucha historia sobre ellos y eso es lo que los convierte en un hito histórico especial y único. Pero, por otro lado, a medida que las ciudades crecen y evolucionan, cada vez con tecnología más avanzada, condiciona la adaptación de los componentes del lugar a las necesidades que requieren las nuevas formas de vida, por lo que recursos que antaño eran una revolución, ahora pueden tener carencias respecto a lo que demanda el cambio de la sociedad, como es el caso de los adoquines.
Éste es el listado de la treintena de calles que aún quedan en la ciudad de Huelva con adoquines:
Licenciado Juan A. Mora, Padre Jesús de la Pasión, Plaza de San Pedro, Alonso Barba, San Andrés, La Fuente, Quintero Báez, Palos de la Frontera, Fernando El Católico, Padre Marchena, Ricardo Velázquez, Cardenal Cisneros, Puerto, Plaza de la Vera Cruz, Rafael López, Méndez Núñez, Plaza de las Monjas, Pluz Ultra, Gravina, Béjar, Rafael Guillén, San José, Aviador Ramón Franco, Macías Rodríguez, Maestro Salvador, López, Duque de la Victoria, Carmen, Tendaleras, Jesús del Calvario, Barcelona.
Podemos acercarnos un poco más a su antigüedad y valor histórico profundizando en la historia de algunas de las calles adornadas por este adoquinado.
Calle Méndez Núñez
Situada en la zona centro de la capital, entre Plus Ultra, la Plaza de las Monjas y la avenida Martín Alonso Pinzón, fue rotulada el 15 de agosto de 1869. Está dedicada al marino español Casto Méndez Núñez.
El primer nombre de esta calle fue calle del Hospital, conocida de esta manera desde principios del siglo XVI por encontrarse en la vía un antiguo hospital fundado por el onubense Cristóbal Dorantes y que fue llamado Hospital de la Santa Caridad. La fecha más antigua encontrada sobre el nombre data del 8 de diciembre de 1575, donde se habla en los protocolos notariales del arrendamiento de unas casas, nombrándola calle del Hospital de la Concepción.
Durante el siglo XVII se la nombra como calle del Hospital de la Santa Caridad y, a partir del siglo XVIII, como calle del Hospital.
Calle Fernando el Católico
Situada en la zona centro de la capital, entre Palos de la Frontera y Padre Marchena, fue rotulada el 3 de noviembre de 1939. Está dedicada a Fernando II de Aragón y V, según la numeración de los monarcas castellanos.
Hasta la fecha de rotulación oficial, se la denominaba Callejón de la Enfermería por estar situada una enfermería en esta calle, la cual fue construida entre 1649 y 1650. Hay documentos en los Protocolos Notariales que verifican su denominación, así como el lugar de la misma, con fecha del 8 de junio de 1880, que describe exactamente el sitio: «venta de casa de D. José María Fernández a D. Domingo Domínguez ante el notario D. José González de León,… que D. José María Fernández es dueño de una casa de planta baja situada en esta ciudad en el callejón de la enfermería que hoy es prolongación de la calle Palos«.
El 3 de noviembre de 1933, el gobierno republicano después de alguna que otra discusión entre los asistentes, acordaba sustituir el nombre de la calle por el de Reyes Católicos, al ser retirado el nombre de la reina de las calles de la ciudad, en esa misma sesión. Este nombre se mantuvo hasta la terminación de la Guerra Civil española en 1939, fecha en la que fueron repuestas algunas de las denominaciones de las calles.
Calle Padre Marchena
Situada en la zona centro de la capital entre la Cuesta de las Tres Caídas y la avenida de Federico Mayo, recibió este nombre por ser el título del proyecto de las obras que se iban a realizar en esta calle y que fue motivado por la extraordinaria vista que ofrecía en aquellos tiempos el lugar, hoy perdida casi en su totalidad.
Actualmente, al primer tramo de la Vía se le ha denominado Cuesta del Cristo de las Tres Caídas.
Calle Duque de la Victoria
Situada en la zona centro de la capital, entre Bocas y la avenida de Italia, fue rotulada el 4 de marzo de 1875. Está dedicada al general español Baldomero Espartero, Duque de la Victoria.
Antes de que el Consistorio decidiera darle el nombre actual, fue conocida con el nombre de calle del Solarillo, como se desprende en un documento fechado el 16 de enero de 1866, en el que Rafael López, vecino de la calle, pide autorización para el arreglo de una tapia en mal estado situada en su casa, en el Solarillo.
También en el plano de Francisco de Coello, impreso en el libro de Pascual Madoz «Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Andalucía» dedicado de Huelva, se puede observar que aparece el nombre del Solarillo en el plano, confirmando de esta manera su situación geográfica.
En el lugar que ocupa el rótulo de la calle de Duque de la Victoria existe un azulejo que denomina a la calle con su antiguo nombre del Solarillo.
Calle Alonso Barba
Situada en la zona centro de la capital, entre la calle San Andrés y la plaza de San Pedro, fue rotulada el 25 de marzo de 1919. Está dedicada a uno de los onubenses más universales, Álvaro Alonso Barba Toscano, metalúrgico y sacerdote nacido en la localidad onubense de Lepe en el año 1561 y fallecido en 1653.
Esta pequeña calle fue conocida desde el siglo XVII como Calleja de los Labradores. El origen de este nombre es de raíces populares y su primera referencia data del 8 de octubre de 1610, sobre un testamento de Pedro Álvarez ante Cristóbal Quintero. Posteriormente comenzó a nombrarse como calle del Molino de los Labradores, corroborado en una cita documental con fecha del 21 de septiembre de 1627.
También en el Catastro del Marqués de la Ensenada, fechado en 1760, aparecen numerosas citas que nombran a la Calleja del Molino, siendo una de ellas: «Antonio Moreno. Posee y vive una casa en la plaza del Señor de San Pedro… linde con casas que sirven de cárcel y haze esquina a la calleja del Molino«. El nombre viene precedido por uno de los muchos molinos que había en Huelva y que estaba situado en esta calle, y desapareció en el siglo XIX.
A pesar del antiguo origen del nombre, éste no aparece en ningún callejero de la ciudad hasta al menos 1902, cuando aparece por primera vez en el padrón de Huelva de ese mismo año como calle del Molino. Sin embargo, no figura en la Guía de Huelva de 1905 ni en la de 1906, apareciendo de nuevo en la de 1917 con el nombre de Molinillo, hasta ser denominada en 1919 con su nombre actual.
Calle Licenciado Juan Agustín de Mora
Situada en la zona centro de la capital, en la plaza de San Pedro, junto a la iglesia del mismo nombre, fue rotulada el 25 de marzo de 1916. Está dedicada a uno de los más importantes personajes de Huelva del siglo XVIII: el historiador Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho, nacido en Huelva en 1715 y bautizado el 3 de septiembre de ese mismo año en la iglesia de San Pedro. A él se le debe una de las obras más relevantes dentro de la historia de la capital onubense titulada «Huelva Ilustrada. Breve Historia de la Antigua y Noble Villa de Huelva«.
Calle Puerto
Se encuentra situada en la zona centro de la capital, entre la Plaza Quintero Báez y la avenida de Alemania. Fue rotulada el 3 de noviembre de 1939 y su origen se remonta al siglo XVI cuando se nombra a la misma en una escritura fechada el 8 de mayo de 1577. Esta denominación se debe a que esta calle fue utilizada para acceder al puerto onubense desde la parte alta de la villa.
También fue denominada popularmente con el nombre de calle de la Victoria, debido al convento situado en esta calle, siendo la fecha más antigua el 21 de mayo de 1696 cuando se cita textualmente «Mas adelante, fale al comedio de la calle del Puerto, ó de la Victoria, por eftar a su hacera derecha el Conventi de efte Religiofo Inftituto».
Pero, como toda calle importante, no quedó exenta de cambios en su nomenclatura debido a los vaivenes políticos y militares que hubo en España entre 1868 y 1939. El 7 de octubre de 1868, después de los acontecimientos de la Revolución de Septiembre de ese mismo año, se lleva a cabo la primera rotulación oficial de la calle, siendo denominada calle Prim, en honor a uno de los máximos responsables de la Revolución, Juan Prim y Prats. Aunque no duró mucho pues, el 7 de enero de 1871, el nombre fue sustituido por el de Alonso Sánchez, el marinero onubense que, supuestamente, indicó a Cristóbal Colón todo lo relacionado con el Descubrimiento antes de morir.
Aunque el 4 de marzo de 1875 se vuelve a restaurar su antiguo y popular nombre onubense de calle Puerto, el 11 de marzo de 1891 se le volvió a cambiar, esta vez rotulada con el de calle Canovas, dedicada a Antonio Cánovas del Castillo, en honor a su labor a favor de que la celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América se celebrase en Huelva, puesto que su intervención fue vital para que este hecho se llevara a buen fin.
Esta calle ha sido polífica en cambios de rotulaciones, siendo el siguiente nombre el de Pi y Margall, rotulada el 18 de abril de 1931, dedicada al político y escritor Francisco Pi y Margall.
Como no podía ser de otra manera, la Guerra Civil trajo nuevos aires a la calle y, el 2 de septiembre de 1936 se acordó denominarla calle 18 de Julio, fecha en la que dio comienzo el alzamiento militar. Tan solo una semana después, el 9 de septiembre, se sustituiría el nombre por el de Comandante Haro, dedicada a Gregorio Haro Lumbreras, comandante de la Guardia Civil y gobernador civil y militar de Huelva.
La restauración original del nombre de la calle Puerto en noviembre de 1939 terminó con las modificaciones en la rotulación y, consecuentemente, con los problemas que tanto cambio originaba en la sociedad.
Calle Tendaleras
Situada en la zona centro de la capital, entre la calle Carmen y la avenida de Italia, fue rotulada el 3 de noviembre de 1939. Conocida de esta manera por ser el lugar donde los marineros tendían las redes dado su proximidad con la antigua pescadería de Huelva.
La primera cita documental del nombre de Tendaleras está fechada el 17 de enero de 1757, tratando sobre la venta de un solar a favor de José Vélez, en un lugar esquina con los Barridos de las Tendaleras. También hay documentación sobre el nombre en diferentes años del siglo XIX.
A pesar de su denominación popular, el 25 de marzo de 1919 por decisión del Ayuntamiento de la época, pasa a llamarse Doctor Caldera, dedicada al medico sevillano afincado en Huelva, Gaspar Caldera Heredia. Ejerció como médico de los Condes de Niebla y fue, en 1649, médico de la beneficencia municipal de Huelva.
Una vez terminada la guerra Civil, el nombre de esta calle, como muchos otros cambió y el nombre popular de Tendaleras volvió a su lugar de origen.
Son muchas las historias que guardan estas calles y, si nos paramos un momento a pensar en su antigüedad, resulta conmovedor detenerse en la idea de que estas vías adoquinadas por las que actualmente caminamos, han sido testigo del paso de una inmensa cantidad de personas, con sus vidas y sus historias, que han ido dejando sus huellas, sobre las que hoy nosotros dejamos las nuestras.
1 comentario en «La incógnita sobre la continuidad de la Huelva de calles adoquinadas»
En Cádiz han asfaltado solo las dos bandas de rodadura de los vehículos, por lo que se hace menos ruido y permanece el adoquin