Historia del cine en Huelva. El Pabellón ‘Royal Victoria’ (I)

Uno de los primeros filmes.

Antonio José Martínez Navarro. En los primeros años las películas se proyectaban en “salones”, barracones itinerantes, teatros o salas de espectáculos. A medida que fue aumentando el metraje de los filmes, se fueron construyendo barracones fijos aprovechando solares vacíos. Con el paso del tiempo las edificaciones cinematográficas fueron de mampostería y, con el tiempo, los decorados de escayola y adornos de los mismos. En este capítulo vamos a tratar la historia de uno de los locales cinematográficos de Huelva, que nació como un local para diversas actividades sociales de ocio, pero entre las que descollaba una que causaba furor en la época. Hablamos del cine y del salón “The Royal Victoria”.

La primera noticia aparecida sobre este cine aparece en el diario “La Provincia” del sábado 27 de octubre de 1906. En ella se anunciaba la construcción de un pabellón para dedicarlo al cine:



<<La empresa Sánchez de Vargas, que en breve inaugurará las exhibiciones de un cinematógrafo perfeccionado, en el pabellón que al efecto está construyendo, ha comenzado la “impresión” de las películas locales que se propone dar a conocer a éste público lo más breve posible.

Ayer impresionaron los artistas al efecto contratados una película, vista de la ría desde el muelle de Tharsis al de Río-Tinto; hoy otra a la salida de los operarios de los talleres de Río-Tinto, y para mañana se dispone la impresión de una, de larga duración, a la salida de la misa de doce en la parroquia de la Concepción>>


Puerto de Huelva

“Con este aliciente –decía “La Provincia” el día anterior a su estreno- no hay que decir que será extraordinaria y fuera de abono la animación a esa hora en la principal vía de Huelva”.

Estas películas fueron proyectadas en Cádiz con los títulos: Panorama de Huelva y Salida de los operarios de los talleres de Río-Tinto, ese mismo año 1906, teniendo una gran aceptación. Y no digamos en nuestra ciudad en donde el todo Huelva se personó para ver una película en la que ellos mismos se convertían en protagonistas.

El día 8 de diciembre de ese mismo año, jugaban en el Velódromo el 1º y 2º equipo del Recreativo de Huelva. Y allí estaba, como espectador especial, el cameraman que iba a grabar la película del mismo. Diecinueve días más tarde, el diario “La Provincia” anunciaba el atractivo programa:

<<Espectáculos. La empresa del Cinematógrafo perfeccionado “The Royal Victoria” que actualmente funciona en Cádiz, ha comenzado la instalación en el solar que hasta hace pocos días ocupó el Circo Feijoo, de la barraca que ha construido expresamente para esta capital.

Dicho cinematógrafo exhibirá las cintas recientemente impresionadas en esta capital y otras que impresionará muy en breve, entre ellas una del Velódromo en tarde de partido de Foot-ball y otra en la Plaza de las Monjas>>.

Sobre el éxito alcanzado se detenía el citado cauce informativo al día siguiente:

<<Se exhibieron por primera vez las películas impresionadas en la capital.

La concurrencia fue extraordinaria, celebrando el público grandemente las apariciones de las numerosas personas conocidas en ellas.

Hoy se exhibirá otra vez. Esta tarde a las tres, se impresionará una película en la Plaza de las Monjas>>.

Rafael Garófano, en su obra fechada en Cádiz en 1896 y titulada: “El Cinematógrafo en Cádiz. Una sociología de la imagen (1896-1030) escribe un breve bosquejo histórico el cine que existía en la Tacita de Plata con el mismo nombre que el de Huelva:

<<En el salón de la Academia Filarmónica, el día 14 de noviembre de 1906, comenzó a ofrecer programa de proyecciones cinematográficas el Royal Victoria: “La concurrencia fue selecta, viéndose en el local muchas familias conocidas. El aparato cinematográfico es de los más perfectos que hemos visto en Cádiz y las cintas son todas nuevas y muy notables por ser del natural y de sucesos y acontecimientos de actualidad, amenizando las sesiones un notable conjunto musical”, comentaba el “Diario de Cádiz” al día siguiente.

“…Pronto el Royal Victoria –añade el mismo autor- celebró programas mixtos de cinematógrafo y variedades, en los que actuaban músicos, bailarinas y prestidigitadores. También había matinées infantiles en las que se repartían regalos y se rifaban juguetes entre los niños. Treinta días después, y tras haber obtenido un considerable éxito con una cinta impresionada en Cádiz, el Royal Victoria cerró sus puertas”.

Pero sigamos con la trayectoria del Royal Victoria huelvano. El lunes 10 de diciembre de 1906, el diario “La Provincia” anuncia nuevas sobre este Cine:

<<The Royal Victoria. Adelantados los trabajos de instalación del amplio y acomodado pabellón.

La empresa tiene contratados artistas de “varietés”, y cuenta con más de 100 películas nuevas en Huelva y las recientemente impresionadas en esta capital.

Se abre abono a silla de preferencia por 20 noches, para la segunda sección y al precio de 6 pesetas>>.

Ya, con el cine hablado: “El limpiabotas”.

En su apartado “De espectáculos”, anunciaba el diario “La Provincia” del jueves, 20 de diciembre de 1906, la inauguración de Pabellón Victoria:

<<Mañana se verificará la inauguración del Pabellón Victoria, levantado en el solar frente a la estación de Zafra y cuya instalación se ha hecho con todo lujo y en las mejores condiciones de confort para el público.

La empresa cuenta con un notable repertorio de películas, nuevas en Huelva, proponiéndose dar gran variedad a los espectáculos, a cuyo efecto tiene contratados varios números de varietés de gran atracción y novedad.

Mañana se exhibirán ocho películas nuevas, cuyos títulos son los que siguen: Debut de un chauffer, Castañas calientes, Ladrones de tomates, Rápidos de Orzús, El fotógrafo, Policarpio en la tertulia, Panorama de Yoncaya y La hija del cantinero.

Además tomarán parte en todas las secciones los aplaudidísimos concertistas de piano y bandurrias “Miss Rollinson” y don Manuel López, ventajosamente conocidos de este público, y habrá regalos de 25 pesetas en la primera sección y 25 en la tercera>>.

Tanto para el Cine “Cómico” como éste que historiamos, el principal inconveniente fue su falta de seguridad, esto es, no cumplir la normativa del Gobierno para estos salones de ocio. El miércoles, 26 de diciembre de 1906, “La Provincia” decía al respecto:

<<De espectáculos. La seguridad del público. Recientemente está aún nuestra campaña contra el Teatro Cómico, en la que abogamos por su clausura por no reunir condiciones de seguridad para el público. La Junta de Espectáculos nos dio la razón y en virtud de su desfavorable dictamen, el gobernador Sr. Polo de Lara ordenó el cierre de dicho teatro.

Pero como “allá van leyes do quieren los reyes”, bastó que se influyera con el ministro de la Gobernación, para que el teatro volviera a abrirse, mediante ciertas reformas de puro formulismo, quedando, por tanto, en idénticas condiciones de peligro para los espectadores que en un principio.

Ahora ha vuelto a suscitarse por algunos este mismo asunto, con motivo de la apertura del pabellón Victoria, denunciando que este salón de espectáculos no reúne las condiciones legales para su funcionamiento, por lo que piden sea inspeccionado por la Junta de Espectáculos.

Conociendo ya la opinión de nuestro criterio sobre el particular, excusamos decir que veríamos con sumo agrado que la mencionada Junta emitiera un informe tan justo e imparcial como el que emitió al ser consultada con respecto a las seguridades que para el público reunía el teatro Cómico.

Mas por otro lado se nos ocurre preguntar: Y supuesto que el informe sea desfavorable, ¿se llevaría a ejecución con estricto rigor?

Nada más lógico que esta duda, cuando hemos visto que a pesar de haber enjuiciado los señores que componen la Junta que el teatro Cómico reunía detestables condiciones de seguridad, ha vuelto a abrir sus puertas sin cumplirse si quiera las reformas que para cubrir las apariencias exigía la Real Orden alcanzada del ministro en virtud de caciquiles influencias.

La Junta de Espectáculos se hará análogas reflexiones y hasta encontrará humillante una nueva reunión, después de la reciente bofetada ministerial.

No sabemos lo que resultará de las denuncias que ahora formulan algunos colegas, que tan callados estuvieron cuando LA PROVINCIA sostuvo su larga campaña sobre el cumplimiento de las leyes en materia de espectáculos públicos. La solución lógica sería que de llegar la Junta a emitir un informe, en virtud del cual tuviera que dejar de funcionar el cinematógrafo del Pabellón Victoria, se llevase también a ejecución el emitido contra el salón de espectáculos de la calle Zafra, pues no deja de ser altamente inmoral que escudándose en los intereses del público, se tratara de clausurar el Pabellón, dando lugar a las sospechas que de lo que se trataba era más bien redondear el negocio al salón de la calle Zafra.

De que el público protestaría si se cometiera semejante desigualdad ante la ley, pruébalo bien claramente los comentarios nada halagüeños que se hicieron ayer en casinos, cafés y otros centros, al propalarse el rumor de que se habían puesto en juego ciertas influencias para que el Pabellón Victoria suspendiera sus espectáculos, continuando, en tanto, explotando los suyos el salón de la calle Zafra>>.

El célebre “Jaimito”.

Este artículo desencadenó el cierre del Pabellón Victoria el miércoles, 13 de febrero del año siguiente. Así informaba el diario “La Provincia” el día 14:

<<Pabellón Victoria. Minutos antes de comenzar anoche sus exhibiciones cinematográficas este concurrido centro de espectáculos, la empresa puso en conocimiento del público el siguiente aviso: “Por orden de la autoridad gubernativa se suspenden las funciones en este Pabellón”. Huelva, 13 de febrero de 1907. La Empresa.

No es aviso, pero si por personas bien informadas, nos aseguran que igual medida que la tomada con el Pabellón Victoria se llevará a cabo con el Salón de espectáculos de la calle Zafra, pues de sobra es conocido el pésimo informe dado contra el mismo por la Junta de Espectáculos>>.

A partir de este cierre se suscitaron dos grandes corrientes de opinión. La que apoyaba la clausura del Pabellón Victoria y la que estaba firmemente convencida de que debía cerrarse también el Cinema “Cómico”. “La Provincia” del sábado, 16 de febrero de 1907 se “mojaba” diciendo en sus páginas:

<<Las leyes de España. La prensa conservadora de la capital, en unión de otro periódico de carácter por el momento indefinido, comenta con gran calor el suelto que publicamos con respecto a la suspensión de los espectáculos en el Pabellón “Victoria”, en cuyo suelto agregamos haber dicho que igual medida se tomará en el Salón de Espectáculos de la calle Zafra.

Que este Salón debe continuar abierto, es de innegable justicia, por cuanto así ha sido últimamente resuelto por una Real Orden, como igualmente es justo cerrar el Pabellón “Victoria” `por disposición fundada de la primera autoridad civil.

Así piensan los colegas aludidos y piensan bien legalmente.

Mas para el público en general, no obsesionado por egoísmo e intereses particulares, lo verdaderamente es que no se permitan las representaciones en el Pabellón “Victoria”, ni tampoco se consintiera en el Salón de la calle Zafra.

Y tiene razón el público, porque a simple vista resulta que en cuanto a condiciones de seguridad, hay mucha diferencia entre las que reúne el susodicho Pabellón y el Salón mencionado y no ciertamente a favor de este último.

No se crea que vayamos a resucitar la campaña que en tiempos hicimos para que los edificios destinados a espectáculos públicos reúnan las condiciones que la ley señala. Seríamos demasiado cándidos, sabiendo lo que en España son las leyes, lo que son los ministros y sus reales órdenes, lo que son los políticos y lo que puede la influencia de los hombres adinerados.

Tan solo queremos hacer resaltar que protestamos de ese concepto falso de justicia, alcanzada por los fáciles medios que todo el mundo sabe, defendiendo únicamente lo que emana, no de las leyes al uso, sino de la conciencia y de la realidad de los hechos.

Y en conciencia ninguno de los dos salones de espectáculos está dentro de la ley: por eso en conciencia se debieran cerrar los dos o permitir que los dos actuasen>>.

Al día siguiente, la Empresa mandaba insertar en “La Provincia” el siguiente anunciado:

<<Pabellón Victoria. La Empresa llevará a cabo importantes reformas, que harán desaparecer las causas de su clausura.

Se cambiará la colocación del Pabellón dentro del solar que ocupa y se elevará un metro la techumbre de todo el local, con el fin de que el escenario quede en condiciones para que actúen compañías de cualquier género>>.

El día 28 de febrero de 1907, las obras seguían a buen ritmo:

<<De espectáculos. En el Pabellón Victoria siguen con toda actividad las obras de construcción del escenario, traslado de las gradas y otras reformas necesarias para que puedan actuar en él compañías teatrales.

Probablemente se abrirá al público del 15 al 20 de marzo, actuando una compañía de género chico>>.

Pero, se alcanzó el período anunciado y las obras del Pabellón estaban sin terminar (“La Provincia” del día 16):

<<Están casi terminadas las obras de reforma y construcción del escenario en dicho favorecido local de espectáculos.

La reapertura al público se verificará el sábado de Pascua, 30 del actual, actuando una buena compañía de género chico, que aún no está decidida, cual será de entre las diversas que están en tratos con la propiedad del local.

Lo que si nos consta es que a la empresa le animan los mejores deseos a favor del público, proponiéndose presentar espectáculos cultos como variados y dotar el Pabellón de todas comodidades>>.

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