Mari Paz Díaz. ¿Quién no ha visitado Moguer y se ha parado a leer las palabras de Juan Ramón Jiménez en alguno de los azulejos que adornan sus calles y plazas? No es extraño que la respuesta mayoritaria sea afirmativa, puesto que esta propuesta cultural y turística lleva 45 años siendo testigo de la vida de los moguereños. Tanto que es así que, para muchos de ellos, a veces, estos azulejos pasan desapercibidos en su día a día, porque ya forman parte de su paisaje cotidiano. Y eso a pesar de que estos azulejos dedicados al Nobel de Literatura se han convertido en toda una identidad, no sólo del municipio moguereño, sino también del resto de la provincia de Huelva.
Sí, nadie duda de que estos azulejos juanramonianos que adornan diversas fachadas de las calles y plazas del municipio son uno de los grandes atractivos de Moguer. Una iniciativa que ya es un símbolo de la localidad natal del poeta. Pero, ¿cuál es la historia de esta idea con la que Moguer quiso homenajear a su hijo más ilustre?
La colocación de estos azulejos en Moguer se produjo antes de la Transición Democrática, en el año 1974. La Corporación Municipal moguereña, entonces presidida por Manuel Barranco, decidía instalar unos retablos cerámicos en los rincones de la localidad que habían marcado la obra de Juan Ramón. La noticia apareció en la prensa de la época. Odiel (1937 – 1984), único diario onubense de entonces, informó del tema en su portada, donde podía leerse: “Acertada Iniciativa. El Ayuntamiento de Moguer ha tenido la feliz idea de recordar a Juan Ramón, lugar donde vivió y pasajes de sus obras, con artísticos mosaicos que ha colocado en diversas calles de la localidad” (Odiel, 17 de agosto de 1974, p. 1).
Ya en el interior, el rotativo onubense dedicaba un amplio artículo a la iniciativa, bajo el título de ‘Homenaje de Moguer a Juan Ramón Jiménez’, reportaje en el que se mostraban varias fotografías de algunos de los azulejos moguereños. Imágenes que aparecían acompañadas por un texto firmado por Jesús Espinoso, que ya se había reproducido con anterioridad en el diario madrileño Arriba. Un texto denominado ‘La voz de Juan Ramón Jiménez en Moguer’. Además, el periódico introducía una nota aclaratoria pidiendo disculpas al alcalde moguereño, porque el diario se había adelantado a dar la noticia antes de la inauguración de los azulejos, pero consideraban que la iniciativa era lo suficientemente relevante como para hacerse eco de la misma, antes de su puesta en marcha oficial. Con este gesto impensable en la prensa actual, se demostraba que la noticia apareció antes en Madrid que en la provincia de Huelva.
Más allá de esta anécdota, los azulejos fueron una propuesta muy bien acogida desde el primer momento, habiéndose consolidado desde entonces, pues, como hemos comentado, sigue siendo uno de los elementos más atractivos para cuantos visitantes y turistas recorren cada año las calles moguereñas. Una idea literaria con la que, además, se apostaba por una tradición tan andaluza como la cerámica, que forma parte del legado dejado por el arte islámico, tan habitual en la arquitectura de Andalucía.
En concreto, estos azulejos forman parte de una ruta literaria que, según recoge la Fundación Zenobia Juan Ramón Jiménez de Moguer, estaba constituida, en un principio, por casi una veintena de azulejos, que se concretaban de la siguiente forma. Diseño que se ha mantenido, aunque, en algunos casos, con pequeñas modificaciones:
1º Azulejo. Situado en la calle del Sol (actual calle Rábida), está dedicado a la figura de Aguedilla, a quien Juan Ramón dedicó la suprema elegía andaluza. Precisamente, en esta calle encontramos también una escultura dedicada a este personaje de ‘Platero y yo’, enmarcada dentro del Museo al Aire Libre que Moguer ha consagrado a la obra universal de Juan Ramón, denominado ‘Platero Escultura’. La figura es obra de Monika Rasco.
El azulejo dice así: «Aquí vivía Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que mandaba al poeta moras y claveles. A ella está dedicado Platero y Yo, La Suprema Elegía Andaluza». Por este motivo, la figura de Aguedilla está representada en movimiento sobre un sendero rodeado de plantas de la zona, realizadas como la misma figura en hierro reciclado.
2º Azulejo. Ubicado en la calle Castillo, donde se hace referencia a la antigua Plaza de Toros de Moguer, hoy desaparecida debido a que se quemó. (Cap. C, titulado ‘La vieja plaza de toros’). Un capítulo de ‘Platero y yo’ que comienza así: «Una vez más pasa por mí, Platero, en incogible ráfaga, la visión aquella de la plaza vieja de toros que se quemó una tarde… de…, que se quemó, yo no sé cuándo…».
3º Azulejo – Plaza San Francisco (Cap. XCIV y Cap. XCIX). Sobre la Plaza de San Francisco de Moguer, situada junto al convento del mismo nombre, encontramos diferentes referencias en ‘Platero y yo’, como cuando dice: «Granadilla, la hija del sacristán de San Francisco, es de la calle del Coral. Cuando vienen algún día a casa, deja la cocina vibrando de su viva charla gráfica. Las criadas, que son una de la Friseta, otra del Monturrio, otra de los Hornos, la oyen embobadas…», fragmento del capítulo XCIII titulado ‘La Escama’.
4º Azulejo – Calle San Francisco (Cap. XCII, ‘El niño y el agua’). Un capítulo en el que podemos leer: «Ya la mañana tiene calor de siesta y la chicharra sierra su olivo, en el corral de San Francisco. El sol le da al niño en la cabeza; pero él, absorto en el agua, no lo siente». Un texto que también ha inspirado a otra de las esculturas del Museo al Aire Libre dedicado a ‘Platero y yo’ con una figura situada en la puerta de la Casa Natal de Juan Ramón, en la calle Ribera, una composición en bronce que representa al niño al que el Nobel describe absorto ante el agua que fluye de una fuente, con pajarillos sobre su mano. La obra es de Francisco Martín Molina.
5º Azulejo – Calle Ribera (Cap. XVI ‘La casa de enfrente’). Referido a la Casa de Don José, el dulcero de Sevilla. Un capítulo que comenzaba así: «¡Que encanto siempre, platero, en mi niñez, el de la casa de enfrente a la mía! Primero, en la calle de la Ribera, la casilla de Arreburra, el aguador, con su corral al Sur, dorado siempre de sol, desde donde yo miraba a Huelva, encaramándome en la tapia».
6º Azulejo – Calle Ribera (Cap. XCVII, titulado ‘La calle de la Ribera’). Se trata de uno de los capítulos más conocidos de la obra universal de Juan Ramón, donde podemos leer: «Aquí, en esta casa grande, hoy cuartel de la Guardia Civil, nací yo, Platero. ¡Cómo me gustaba de niño y qué rico me parecía este pobre balcón, mudéjar a lo maestro Garfia, con sus estrellas de cristales de colores! Mira por la cancela, Platero; todavía las lilas, blancas y lilas, y las campanillas azules engalanan, colgando la verja de madera, negras por el tiempo, del fondo del patio, delicia de mi edad primera. Platero, en esta esquina de la calle de las Flores se ponían por la tarde los marineros, con sus trajes de paño de varios azules, en hazas, como el campo de octubre».
Precisamente, este año 2019, durante la conmemoración en Moguer del 175º Aniversario de la Guardia Civil, el Ayuntamiento de Moguer inauguraba un nuevo azulejo en la Casa Natal del poeta, en la calle Ribera, lugar que también fue sede del Cuartel de la Guardia Civil en Moguer.
El azulejo fue descubierto el pasado 21 de noviembre por el alcalde moguereño, Gustavo Cuéllar, por el coronel de la Comandancia de la Guardia Civil de Huelva, Andrés López, y por la subdelegada del Gobierno, Manuela Parralo. De esta forma, se sustituía el anterior azulejo referido a este capítulo de ‘Platero y yo’, en el que se había omitido la referencia al cuartel de la Guardia Civil.
7º Azulejo – Situado en la calle Sor Ángela de la Cruz, antigua calle Aceña. (Cap. XCIII, ‘La escama’), donde podemos leer: «Desde la calle de la Aceña, Platero, Moguer es otro pueblo. Allí empieza el barrio de los marineros. La gente habla de otro modo, con términos marinos, con imágenes libres y vistosas». Un texto, por otra parte, que pone de manifiesto cómo ha ido cambiando el urbanismo de la localidad desde inicios del siglo XX hasta la actualidad.
8º Azulejo – Plaza del Marqués (Cap XV, titulado ‘El potro castrado’). Un texto ubicado en pleno centro de la localidad, en una de las plazas más concurridas del municipio, donde podemos leer: «Aquí en esta esquina instalaba Ramona, la castañera de la Plaza del Marqués, su puchero de castañas que rojeaban un fuego vivo«.
9º Azulejo – Calle Nueva (Cap. XVI, titulado ‘La casa de enfrente’). De nuevo, en la actual calle Juan Ramón Jiménez de Moguer, encontramos una referencia a este capítulo de ‘Platero y yo’, al que ya aludimos al hablar de la calle Ribera y la Casa Natal del poeta.
10º Azulejo – C/. Juan R. Jiménez (antigua Calle Nueva) en la Casa Museo de Zenobia y Juan Ramón Jiménez. Sin duda, es uno de los azulejos más conocidos y difundidos de cuantos componen esta ruta, con unas palabras referidas al escritor que dicen así: «En esta casa -hoy Museo- vivió Juan Ramón Jiménez todos sus sueños de infancia y de adolescencia. Aquí se encuentra a su agrado su recuerdo».
11º Azulejo – C/. San José (Cap. XVII, titulado ‘El niño tonto’), donde se hace referencia a un capítulo de ‘Platero y yo’, que dice así: «Aquí a esta puerta se sentaba el niño de la calle San José al que nunca llegó el don de la palabra ni el regalo de la gracia. De aquí se fue al cielo al lado de las rosas únicas». Un azulejo situado al final de la calle San José, cercana ya a la calle Friseta.
12º Azulejo – C/. San José (Cap. XLI, titulado ‘Darbón’). Ubicado al inicio de la calle, justo a la altura de la Plazoleta del Cristo de la Sangre, hace referencia a la casa en la que vivía el médico de Platero, al que Juan Ramón inmortalizó de la siguiente forma: «Darbón, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una sandía. Pesa once arrobas. Cuenta, según él, tres duros de edad».
13º Azulejo – Plaza del Monturrio (Cap. CXXIII, titulado ‘Mons Urium’). Muy cercana a la calle San José se encuentra la Plaza del Monturrio, que aparece en un capítulo que dice así: «El Monturrio, hoy. Las colinitas rojas, más pobres cada día por la cava de los areneros, que, vistas desde el mar, parecen de oro y que nombraron los romanos de ese modo brillante y alto. Por él se va, más pronto que por el cementerio, al Molino de viento«.
14º Azulejo – C/ Fuentes (Cap. XLVII, ‘El Rocío’). Dedicado a la conocida Romería del Rocío, en este capítulo podemos leer: «Platero – le dije- ; vamos a esperar las Carretas. Traen el rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las ánimas, la frescura de las Madres y de los Frenos, el olor de la Rocina… Me lo llevé, guapo y lujoso, a que piropeara a las muchachas por la calle de la Fuente, en cuyos bajos aleros de cal se moría, en una vaga cinta rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos». Dado que es un fragmento muy amplio, hemos señalado en negrita el texto reseñado en el azulejo.
15º Azulejo – C/. Duende (Cap. LIII , ‘Albérchigos’). Ubicado prácticamente al final de la calle Duende, justo cuando comienza la Plaza de la Iglesia, este azulejo hace referencia a un capítulo que dice así: «Por el callejón de la Sal, que retuerce su breve estrechez, violeta de cal con sol y cielo azul, hasta la torre».
16º Azulejo – Plaza de la Iglesia (Cap. XXII, ‘Retorno’), donde pueden leerse un texto tan conocido como este: «La Torre de Moguer, de cerca, parece una Giralda vista de lejos». Versos que han inmortalizado uno de los emblemas de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Granada, el templo religioso de mayores dimensiones de la provincia de Huelva, declarado Bien de Interés Cultural en 1967.
17º Azulejo – Plaza del Cabildo (Cap. XXXVIII, ‘El pan’). Ubicado en una de las plazas más céntricas de la localidad, donde se encuentra el Ayuntamiento de Moguer, este capítulo dice así: «Te he dicho, Platero que el alma de Moguer es el vino, ¿verdad? No; el alma de Moguer es el pan. Moguer es igual que un pan de trigo, blanco por dentro, como el migajón, y dorado en torno – ¡oh sol moreno!- como la blanda corteza». Una descripción de la localidad muy recordada, que hemos incluido en la primera imagen de este artículo.
18º Azulejo – C/ Mercado, ubicado en la Plaza de Abastos de Moguer (Cap. XXXI, ‘El demonio’), donde se recoge un fragmento que hace referencia a estas líneas de ‘Platero y yo’: «Poco a poco, lo lejano nos vuelve a lo real. Se oye, arriba, el vocerío mudable de la plaza del Pescado, donde los vendedores que acaban de llegar de la Ribera exaltan sus asedías, sus salmonetes, sus brecas, sus mojarras, sus bocas; la campana de vuelta, que pregona el sermón de mañana; el pito del amolador…». Un rincón con gran tradición en la vida de los moguereños.
19º Azulejo – Entrada a Moguer por Palos de la Frontera (‘Bienvenida’), donde se hacía referencia a la conocida frase ‘La luz con el tiempo dentro’, una alegoría que sigue dando la bienvenida a los visitantes que llegan a Moguer por la carretera de Palos de la Frontera. «Viajero, visitante, has llegado a Moguer «la blanca maravilla, la luz con el tiempo dentro. Moguer te da la bienvenida».
A esta relación, hay trabajos educativos que añaden otro azulejo en el IES Francisco Garfias de la localidad, en la calle Angustias, a modo de presentación. Un azulejo que habría el número 20.
Una veintena de azulejos que con los años se ha ido incrementando con otras citas de Juan Ramón referidas a Moguer, tanto en ‘Platero y yo’ como a otras obras. Así sucedía en junio de 2007, cuando el Ayuntamiento moguereño inauguraba una nueva serie durante la conmemoración del 49º Aniversario de la muerte del andaluz universal -recordemos que el poeta fallecía el 29 de mayo de 1958 en Puerto Rico-. Entonces, se alcanzaban los 30 azulejos.
Entre los nuevos emplazamientos incorporados al itinerario de los azulejos se encontró el Cementerio de Moguer, uno de los lugares por los que le gustaba pasear al poeta y donde podemos leer en su entrada principal: «Yo creía que la muerte estaba más lejos, que había que seguir este camino de las viñas que se va entre las acacias… No. El camino se va solo, la muerte está aquí, cerca de las últimas tapias del pueblo…». Del mismo modo, en la calle Carretería podemos leer: «En la Carretería, la luna grande y sola sube sobre la casa D. Manuel del Bojo. Las carretas descansadas y dormidas como animales grandes y viejos. Los montones de paja a las puertas».
Un año después, en 2008, con motivo del 50º Aniversario de la muerte de Juan Ramón, el Consistorio moguereño volvía a inaugurar una nueva serie, que instalaba entonces en la antigua calle Friseta, en la calle Burgos y Mazo, en Reyes Católicos (Vendederas) y en la plaza de la Iglesia, en la esquina con la calle Santa María. La nueva serie estuvo diseñada por la Fundación de Cultura, siendo ejecutada por Alfarería David, empresa de Beas que cuenta con una gran tradición cerámica y alfarera.
En la actualidad, esta ruta literaria está compuesta por más de 40 azulejos, que han ido completando la ruta original. De esta forma, a medida que ha ido creciendo la localidad urbanísticamente hablando, también se han creado nuevos espacios para la poesía.
De hecho, esta ruta literaria ha ido creciendo junto con el municipio, como podemos comprobarlo, por ejemplo, en la zona Huerta del Marqués, donde tampoco faltan los versos de Juan Ramón, como también sucede en la rotonda de la zona de los Puntales de Moguer, así como en otros rincones moguereños. Y es que es una ruta muy viva.
Un gesto que pone de manifiesto que, a pesar de haber cumplido 45 años de edad, este sencillo, pero entrañable recurso a modo de homenaje a Juan Ramón está más presente que nunca. Textos del poeta inmortalizados en cerámica que nos invitan a pasear por las calles y plazas de Moguer como un día lo hiciera también el propio escritor. Una delicia que siempre es una buena propuesta para disfrutar del patrimonio y la cultura que nos ofrece la provincia de Huelva: