María José Fernández. Se dice, se cuenta, se rumorea, he escuchado…, cuantas veces habremos oído comenzar una conversación con esos pequeños encabezamientos, y nunca mejor dicho, porque la cabeza de alguien o de varias personas va a “rodar”, sin ni siquiera saber si lo que se dice es cierto, y si la certeza acompañara, ¿quién sabe, el por qué? Como yo siempre digo, detrás de cada puerta hay una historia de vida, donde nadie tiene derecho a entrar y de puertas para fuera, la educación sería el respetar, ya que pudiera ser que quien mucho hable, el día de mañana sea puesto en el paredón de la diversión, esa que te “desnuda” de verdades y mentiras y te coloca como desean para poder “acribillarte” a placer, en ese momento serás una nueva víctima de los rumores, esos que tan divertidos son, ¿o ya no lo recuerdas?
Querido lector, le pediría por un momento, realizar un pequeño ejercicio de reflexión. Mire a su izquierda, mire a su derecha, delante, detrás suya, hasta arriba de su cabeza, termine por mirar al suelo. Piense en esos momentos, ¿qué sentiría si su vida fuese aireada, certera o falsamente?, piense, ¿cómo se siente quién recibe esa sonrisa falsa, de quien creía alguien de confianza y su mejor y triste diversión, sea usted? Esos pobres diablos, porque no tiene otro nombre para mí, no se preocupan de su propia vida, no ven sus defectos y lo mejor de todo, son incapaces de una vez realizado el daño hasta que destrozan todo lo posible, tener el valor de mirar a la cara, ¡valientes, donde los haya!
En mi deambular por la vida, esa donde ya dejé de correr, para pararme a mirar a los ojos y tender mi mano, si fuese menester, pero sin opinar, ¿quién soy yo, para hablar de nada ni de nadie?, he aprendido muchas cosas, quizás la más sorprendente sea, que somos la especie que habita la tierra y nos “matamos” y dañamos como queremos y mejor podemos, vamos que disfrutamos destrozando, despellejando a quienes nos rodean. Que no les importa utilizar las palabras, entrar en tu vida, hacer lo indecible y dejarlo todo como un campo de batalla, una vez pasada la “balacera”, pero entiéndalos, no han conseguido lo que querían o han visto una “presa” más apetecible, donde puede seguir el juego. Y yo con mis preguntas, sin repuesta, esas que me martillean la mente, me pregunto, ¿qué consiguen con ello?, nunca he logrado saber la respuesta y nunca creo que lo averigüe, de hecho, no quiero, ya que no hay contestación lógica para tal acción.
El ser humano, “ese que manda, sobre todo y puede con todo”, pero un simple y minúsculo virus lo puede matar, se cree con poder de chismorrear y hacer daño a su gusto. Lógicamente y por suerte, yo sigo creyendo en lo que soy, una pequeña parte de este maravilloso planeta, el cual no deja de sorprenderme y aún me hace llorar con una puesta de sol, y hay grandes personas, quiero creer que la mayoría, aunque lo que me he ido encontrando, en mi camino, me dé resultados diferentes, a los esperados. De todo se aprende, no guardo rencor, pero me protejo, como cualquier especie animal, si, no se ofendan, se supone que somos “animales racionales” y huyo cuando el peligro acecha, lo triste, es que a veces escapo de quien no debiera, pero somos así de simples, estímulo-respuesta, y pagan justos por pecadores, como dice el refrán.
Con todos estos pensamientos, que llamaban a la puerta de mi cabeza y necesitaban salir, solamente quiero decirles, que piensen antes de hablar, es un buen ejercicio y una buena reflexión, que no somos unos más que otros, ¡para nada!, todos somos iguales, y teniendo eso en cuenta, una sonrisa y una mano verdadera y auténtica, es la que realmente nos va a dar otra visión de esta vida, y que la bandera que llevemos y nos cubra nuestra persona sea la de la humildad.
Y como en su día Marco Tulio Cicerón, dijo: “Prefiero el testimonio de mi conciencia a cuentos que puedan hablar de mi”.
Para finalizar, acabo con una pequeña frase de mi cosecha, esa que dice «Prefiero dormir con la conciencia tranquila, aunque esté sola, que tener una almohada llena de fantasmas de mentira y que ya no pueda ni creer en mí misma».
Que ustedes lo reflexionen bien.