Fernando Gracia. La historia del cine cuenta con buen número de títulos sobre casos judiciales. La mayoría son historias de ficción aunque no faltan algunos inspirados de forma mayor o menor en casos auténticos.
Se trata, lógicamente, de películas con abundante uso de la palabra, que requieren actores con alto grado de expresividad para captar la atención de la sala. Recuérdense interpretaciones de Charles Laughton, Paul Newman, Gregory Peck, James Stewart o Henry Fonda solo por mencionar algunos.
A priori para quien suscribe era la presencia del actor belga Olivier Gourmet el mayor atractivo de la propuesta. Su presencia en el cine de los hermanos Dardenne avala una más que interesante carrera y cabía pensar que interpretar a un abogado defensor le proporcionaría otra oportunidad de lucimiento.
Y así ocurre, de tal forma que a mi modo de ver resulta lo mejor de ‘Una íntima convicción’, que firma el debutante Antoine Raimbault. También se luce, aunque su interpretación resulte excesivamente nerviosa Marina Foïs, a quien no hace mucho pudimos ver en ‘El taller de escritura’.
El filme, inspirado en el caso real de Jacques Viguier, que fue seguido con expectación en el país galo, resulta interesante para los aficionados a este género, aunque me ha parecido un tanto reiterativo y con el lastre –a mi modo de ver- del añadido de ficción con el que se ha adornado el guion.
Porque, como se explicita al final, el personaje central femenino es una concesión literaria y resulta un tanto excesivo, y no explico más para no destripar el asunto –spoiler le llaman ahora, que queda más fino-.
Se sigue el filme con moderado interés, el director emplea planos cortos y rápidos en los momentos ajenos al juicio para dar sensación de velocidad, y en general compone un filme que se ve sin apuros y que puede gustar bastante –repito- a los aficionados a esta variante argumental.
Se menciona en la trama en varias ocasiones la figura de Hitchkock. Que si el crimen perfecto, que si lo del falso culpable… No busquen más allá en el aspecto estilístico. El filme que nos ocupa es totalmente cartesiano y está más cerca de lo documental que otra cosa.
En cuanto a la resolución, remítanse a la excelente ‘El misterio Von Bulow’, solo que aquella era mucho más inquietante.