Redacción. La comedia amorosa renacentista desplegaba en la noche de este sábado, 17 de agosto, toda su esencia y esteticismo en el Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla. Nao d’amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico llevaban a escena ‘Comedia Aquilana’, de Torres Naharro, dramaturgo extremeño que a pesar de haber sido uno de los autores fundamentales de la historia del teatro español, es hoy un gran desconocido sobre las tablas.
El penúltimo montaje de esta edición del Festival es una versión de Ana Zamora, becada en la Real Academia Española en Roma ha realizado una amplia investigación sobre Bartolomé Torres Naharro, un autor que fue muy representado durante el siglo XVI. La misma Ana Zamora dirige esta comedia de fantasía en verso, que narra una historia de amor durante 60 minutos, y que ha sido reconocida este año con el Premio Max al mejor diseño de vestuario. «Delicada, placentera, refinada…» la crítica se deshace en elogios para esta obra, considerada uno de los mejores espectáculos clásicos de los últimos años.
La celebración del 500 Aniversario de la publicación de la Propalladia, gran compendio de las obras del dramaturgo, cuyo Prohemio constituye la primera preceptiva teatral en lengua romance, fue, según explica Ana Zamora, «la gran ocasión de recuperar para la práctica escénica a este gran dramaturgo que, planteándose la necesidad de aunar la praxis y la teoría, inició una nueva comedia renacentista«. Nao d’amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico participaron de esta importante conmemoración, abordando en común la puesta en escena de la ‘Comedia Aquilana’.
«Si nuestros procesos de investigación, de búsqueda de aquellos materiales que pueden hoy hacernos entender en su globalidad los textos históricos son siempre apasionantes, en esta ocasión nos encontrábamos ante un reto aún mayor. Adentrarnos en el mundo de Torres Naharro, suponía ampliar nuestro ámbito geográfico de trabajo, saltando nuestras fronteras, para ubicarlo en el contexto italiano en el que desarrolló su propia identidad artística y ser así capaces de encontrar una vía escénica propia, suya y nuestra, que nos hiciera comprender su teatro con nuevos ojos, libres de prejuicios», detalla la directora.
Estudios de carácter filológico han demostrado la influencia italiana en el nacimiento de la comedia española. Sin embargo, quedaba pendiente una importante tarea: la de indagar desde una perspectiva multidisciplinar, práctica, en otras influencias escénicas que sentaron las bases para el nacimiento de una identidad teatral propia, nacional, aunque con profundas raíces en la cultura teatral europea. A través de una beca artística de residencia en la Real Academia de España en Roma, Ana Zamora tuvo la posibilidad de acometer esta búsqueda, «este acercamiento real y directo a las fuentes de la mano del autor extremeño, sin el que no podemos entender los derroteros que tomaría posteriormente nuestro teatro clásico: referentes literarios e historiográficos, referencias histórico artísticas así como vinculadas a la historia de la puesta en escena y a las técnicas interpretativas en el renacimiento italiano, acercamiento a las pervivencias de carácter antropológico para rastrear el concepto de fiesta popular y cortesana…»
Sin pretender realizar un trabajo de carácter academicista, el trabajo estableció los puntos de partida sobre los que fundamentar la posterior fase práctica de ensayos de la compañía, «para llegar a construir una puesta en escena que, siendo expresión viva de aquel ámbito de intercambio e influencias que tuvo lugar en Italia a comienzos del siglo XVI, nos ha permitido resucitar a Torres Naharro para nuestra escena contemporánea«.
Sobre la sinopsis y las compañías. La historia gira en torno a los amores del escudero Aquilano y la princesa Felicina, hija del Rey Bermudo. Durante el encuentro nocturno de los amantes, Aquilano, herido de amores, cae al jardín siendo descubierto por los hortelanos Dandario y Galterio, que alertan al rey. Los médicos de palacio diagnostican su mal de amores por la princesa, y Bermudo quiere ordenar su muerte.
El criado Faceto revela entonces que en realidad Aquilano es hijo del rey de Hungría, lo que hace que el rey renuncie a la venganza y autorice la boda. Felicina, en tanto, sale al jardín a suicidarse, pero la criada Dileta llega con las buenas noticias y evita su muerte. Todos los personajes aparecen en escena y la obra concluye con el abrazo de los futuros esposos.
La Compañía Nacional de Teatro Clásico es una unidad de producción del INAEM (Instituto Nacional de la Artes Escénicas y de la Música) que depende del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Creada por Adolfo Marsillach en 1986, es la institución de referencia en la recuperación, preservación, producción y difusión del patrimonio teatral anterior al siglo XX, con especial atención al Siglo de Oro y a la prosodia del verso clásico. En sus casi 30 años de historia la Compañía ha llevado a cabo más de 85 producciones que han viajado no sólo por todo el estado español, sino también por muchos lugares de Europa y América, afianzando con su presencia en ellos, la voluntad de difusión de nuestro patrimonio dramático.
En el año 2001 nace Nao d’amores, colectivo de profesionales procedentes del teatro clásico, los títeres y la música antigua, que bajo la dirección de Ana Zamora, desarrolla una labor de investigación y formación para la puesta en escena del teatro medieval y renacentista. El punto de partida surge de su interés por textos que no forman parte del repertorio habitual, pero que constituyen escalones básicos a la hora de comprender la evolución de nuestra historia dramática, y que permanecen al margen de la escena actual por el absurdo desajuste entre el campo de los estudios filológicos y el de la práctica teatral.
Lejos de pretender una reconstrucción arqueológica, su manera de escenificación articula técnicas escénicas muy primitivas desde una óptica contemporánea. Hasta el año 2018 ha estrenado 11 espectáculos, en la línea de trabajo sobre teatro primitivo, que son ya todo un referente a nivel internacional.