Carlos Arroyo. Plaza de Toros de Valverde del Camino, con media entrada larga en los tendidos en tarde muy calurosa, se lidiaron toros de distintas ganaderías de correcta presentación, 1º Marcelino Acosta, manso y desrazado, muy deslucido; 2º Millares, manso y parado; 3º Luis Albarrán, escaso de fuerza y casta, noble; 4º Hijos Josefa Ponce, noble y de buena condición pero escaso poder; 5º Juan Pedro Domecq, noble y encastado, el mejor de la tarde; 6º Cuadri, encastado, a menos, con complicaciones, para los diestros
Lama de Góngora, de azul marino y oro, media tendida, silencio; pinchazo y media estocada, vuelta al ruedo
Salvador Cortés, de azul rey y oro, estocada corta, ovación; media estocada y dos descabellos, vuelta al ruedo
Gómez del Pilar, de blanco y plata, estocada, oreja; cuatro pinchazos, media baja y dos descabellos, ovación
Lo primero a reseñar es que se alteró el orden de los actuantes en el festejo, que no lo hicieron por orden de antigüedad, ya que hubo problemas en los corrales en el manifiesto de la mañana. Antes de saltar el primer toro al ruedo valverdeño se realizó un homenaje al ganadero triguereño Fernando Cuadri, que se retira de forma pública de la ganadería. Y pocas alegrías tuvimos más en un festejo en el que los toros de diferentes ganaderías que se reseñaron no cumplieron las expectativas. Tuvieron sólo mayor interés el quinto de la tarde, de Juan Pedro Domecq y el sexto de Cuadri, sobre todo en los primeros tercios, aunque en la muleta fue complicado y se acabó rajando.
Abrió plaza un toro de Marcelino Acosta, que se mostró de salida muy aquerenciado en los terrenos de chiqueros, impidiendo el lucimiento en los primeros tercios. Muy manso el astado, la faena de muleta no dejó nada reseñable en el trasteo de Lama de Góngora, que se afanó en una faena que no pasó de voluntariosa. El cuarto, el de menos cuajo de la corrida, fue manejable y de noble condición, donde el sevillano dejó destellos de su buen corte. Le faltó transmisión al toro por su falta de repetición y escaso poder. La espada no viajó certera, privándole al torero de un trofeo.
El segundo de la tarde le correspondió en suerte a Salvador Cortés, perteneciente a la ganadería de Millares. El toro manseó en los primeros tercios, al igual que en la faena de muleta, donde buena parte de la misma se limitó a que el torero intentara torear al toro en los terrenos alejados de chiqueros y el toro huyendo. Cuando se paró en los terrenos del toro tuvieron lugar los mejores momentos de la faena, de mayor duración que mérito. El quinto sí fue un colaborador apto para realizar faena. Un toro serio de Juan Pedro Domecq, que embistió encastado en todos los tercios. Le planteó una faena aliviada Salvador Cortés, sin llegar a acoplarse con la buena condición del animal. Muletazos sueltos por el pitón derecho fue lo más reseñable de una faena que no llegó a las cotas merecidas por las embestidas del burel. Tampoco anduvo certero con la espada, perdiendo los trofeos con el verduguillo.
El primer oponente de Gómez del Pilar, de Luis Albarrán tuvo escasa fuerza. Ya en los primeros tercios mostró debilidad, por lo que el tercio de varas fue un simulacro. Comienzo de faena del madrileño de rodillas en la mejor serie de la faena. El toro se sintió podido y poco más le pudo sacar el torero. El arrimón al final y una gran estocada le valieron una oreja tras petición tímida. El sexto de Cuadri fue un toro serio en los primeros tercios. En el caballo se empleó con fuerza, siendo pronto en el primer encuentro de las dos varas que tomó. Suplicio para los banderilleros para colocar los rehiletes. En la muleta no se entregó nunca. Gómez del Pilar, tras brindar su faena al ganadero Fernando Cuadri, se acopló pronto con el toro en una primera serie de mérito por el pitón derecho, pero el toro fue perdiendo celo en las siguientes, y terminó rajadito y sin ganas de pelear. La espada fue el epílogo a una tarde espesa y sin el lucimiento esperado.