HBN. Capitán General en educación es decir Don Juan José Beltrán Rodríguez, refiriéndonos al rango mayor, el grado supremo en el ejército. Por su labor profesional como maestro y sus conocimientos, por ser un gran comunicador, orador e innovador y por atesorar un banco de información impresionante que comparte con sus alumnos y compañeros, se merece tal rango.
Llegó el día en el que el maestro favorito de muchos alumnos que han pasado su infancia con él, deje el colegio Reyes Católicos de Huelva a sus 70 años, que si por él fuera no se marcharía nunca de sus aulas. Muchos alumnos se dirigen a él diciéndole Don Juan y otros los nombran como “el mejor profe del mundo”, muy querido por sus batallas, que relatan las vivencias de una existencia llena de hazañas, y por los dibujos que solía pintar en la pizarra para ilustrar sus lecciones. Para aquellos que comparten su día a día con él es un sabio, por lo que deja una huella muy marcada en las diferentes generaciones a las que ha instruido.
La gran mayoría de sus alumnos, cuando lo ven por la calle se emocionan y le dicen «profe estás igual», todos lo saludan con cariño y recuerdan los buenos momentos que pasaron juntos y siempre dicen “ojala pudiéramos volver otra vez”, para ellos la mejor época de sus vidas. Algunos dicen «profe yo era muy travieso y ahora me acuerdo de tus palabras, como ‘estudia’”. A lo largo de su trayectoria profesional ha demostrado tener una gran vocación por la educación, adaptándose a todos los cambios y avances tecnológicos.
Ha sido tutor de muchos grupos de alumnos, impartiendo las asignaturas de historia o ciencias sociales, matemáticas, lengua, plástica, ciudadanía e incluso música, ya que el profesor toca muy bien la guitarra española, la flauta, la armónica y la cítara. Como hobbie estuvo asistiendo al Conservatorio de Música de Huelva.
Juan José Beltrán comenzó su carrera como docente en el colegio Tartessos en 1968, donde impartió clases durante tres meses, para después pasar en la Academia Rábida dos años. Será en 1971 cuando consiga su plaza, sobresaliendo por la nota conseguida, algo a lo que le dedicó tanto esfuerzo que, a día de hoy, podría recitarnos al pie de la letra su examen oral. Su primer año como funcionario lo pasó en el Colegio José Antonio de la capital y después fue destinado a Vizcaya, concretamente a Durango en el C.P. Padre Arrizabalaya, para él un viaje maravilloso por todo lo que compartió y vivió allí.
Regresó en 1974 a Bonares, donde estuvo cinco años destinado en el colegio Lora Tamayo, centro en el que forjó muy buenos lazos de amistad con sus compañeros y sus alumnos, los cuales hace unos años se pusieron en contacto con él para celebrar un reencuentro en el municipio. En 1979 regresó a la capital, su puesto se encontraba en el colegio Príncipe de España. Durante cinco años estuvo compartiendo anécdotas con Don Vicente Cantalapiedra, compañero de idas y venidas.
En 1985 llega al C.E.I.P. Virgen del Pilar, donde pasó 12 años cargados de buenos recuerdos en los que fue un cómplice para sus alumnos y el compañero asegurado para las excursiones de fin de curso. En este centro encontró la amistad incondicional de numerosos compañeros pero, sobre todo, amigos para siempre. El carácter y la personalidad de este docente lo convierten en alguien entrañable y fácil de querer, una persona a la que pocos dejan escapar. Siempre ha sido un gran amante del teatro y en ese centro representó con sus alumnos la obra ‘La fierecilla domada’, comedia de William Shakespeare.
Con los cambios organizados por la L.O.G.S.E. Don Juan llega al C.E.I.P. Reyes Católicos en el curso 1996/97, donde pasará 24 años de su vida. En este centro creó grandes vínculos, considerando a sus compañeros como su familia. Formó parte del equipo directivo ocupando el lugar de jefe de estudios junto a José Antonio Jiménez Martín, como director y Juan Alonso Limón Limón, como secretario, que pasó a ser sustituido por Cristina Félix Gómez.
Este colegio se convirtió rápidamente en su hogar, llenándole de alegría y satisfacción por los logros alcanzados por sus alumnos. De entre todos los grupos que han promocionado junto a él, recuerda con especial cariño a un grupo de 1º de Primaria con el que formo un extraordinario equipo hasta llegar a 6º, creándose una estrecha relación con su familia. Con él se han impulsado muchos proyectos en el centro como el plan de familia, las TIC 2.0, el bilingüismo y muchos más, algo que para él “ha propiciado que el rol del profesorado haya ido cambiando”. Defensor de la cultura del esfuerzo en sus alumnos, ha fomentado siempre el pensamiento crítico y creativo en su aula.
Defensor a ultranza de la cultura, combinaba sus clases teóricas con actividades prácticas como la representación de numerosas obras. A lo largo de estos años, sus alumnos han interpretado los sainetes de los Hermanos de Álvarez Quintero, como ‘Ganas de Reñir’ y ‘Sangre Gorda’, tanto en su centro como en la Universidad de Huelva. También es un apasionado de la poesía de Rafael de León y Federico García Lorca. Esta profesión le ha brindado la oportunidad de formar parte del proyecto Comenius y vivir la experiencia inolvidable de viajar a Polonia para enseñar la cultura y el folclore Andaluz, como las sevillanas y canciones populares de nuestra tierra, entre ellas ‘Sarandonga’.
Su vida laboral es intachable, debido a su vocación solo ha cogido la baja una vez por una operación, porque ni un resfriado o dolor de cabeza se han interpuesto para que faltara a alguna de sus clases, sentía la obligación de asistir, puesto que sus alumnos y alumnas lo esperaban. Para este docente, ir todos los días al colegio es emocionante, compartir con sus compañeros los momentos de la llegada, los recreos, los intercambios de clases, reuniones, claustros, Consejo Escolar o celebrar las efemérides le da la vida.
En definitiva, Juan José Beltrán es un ejemplo de cómo una vocación puede ser tu modo de vida, ya que él ha vivido por y para la enseñanza. Es un ejemplo de otros muchos profesores que no abandonan la docencia aunque le llegue la hora de jubilarse y que continúan colaborando con el centro en sus actividades. Todos conocemos algún profesor que nos ha dejado una huella imborrable, y es que un maestro puede marcarnos la vida de tal forma, que amemos u odiemos una determinada disciplina. Los docentes son de las personas que más influyen en un niño, lo acompañan en su crecimiento y le inculcan los valores del esfuerzo, la lucha y la constancia, además de ayudarle a construir los cimientos de los conocimientos básicos que necesita para adaptarse al entorno en el que vive.
Todos sabemos que un buen o mal profesor nos puede marcar para siempre, de hecho puede determinar a qué nos dedicaremos en el futuro o cómo vamos a ser de adultos. Sin embargo, en Don Juan vemos el ejemplo de que a los propios docentes, la educación también les marca tanto que se termina convirtiendo en mucho más que una profesión. Para él su trabajo es su vida, sus compañeros sus mejores amigos y sus alumnos y alumnas todo su corazón, por eso le resulta tan duro dejar la escuela. De seguro que encontrará la manera de seguir colaborando en educar a las generaciones del futuro, algo que lleva haciendo más de media vida.