Cristina Morales. Astrid Rocío Soares Medina es una onubense que se define a sí misma como ‘culo inquieto’, ya que le apasiona viajar y conocer distintas culturas pero, sobre todo, adquirir conocimientos de distintos países para forjar su carrera como cirujana pediátrica. Nacida en Huelva, de madre andevaleña, más concretamente de El Granado y padre portugués, ibérica por los cuatro costados, pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia en Ayamonte. Comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Sevilla, aunque no paró de realizar estancias en otros países como Italia, Brasil o Estados Unidos, precisamente en Nueva Orleans conocería a su marido, Jean Pierre, también médico.
Tras pasar el MIR, el cual estuvo preparando en Asturias, consiguió realizar su residencia de 5 años en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, con rotaciones en el Hospital La Paz de Madrid, ‘Our Lady Children´s’ Hospital de Dublín, Irlanda y una experiencia de 2 meses en cirugía de malformaciones de la pared torácica pediátrica en Buenos Aires, Argentina. Durante todos estos años de residencia, mantuvo su relación a distancia, sobreviviendo a base de pantallas y escapadas cruzando el charco. Tras terminar la residencia de Cirugía Pediátrica decidió realizar un fellowship (o super-especialidad) en ‘Cirugía Bariátrica de Adolescentes y Obesidad Infantil’ en Columbus, Ohio (EEUU), donde se mudó con su marido.
Tras mucho papeleo, un año después marcharían a Puerto Rico, donde había mucha demanda de médicos. En noviembre de 2017 comenzaría una nueva vida en su particular paraíso, un pueblo llamado Rincón que se encuentra a unos 35 minutos del hospital y de la ciudad de Mayagüez. Rincón es especial por sus playas, su luz, sus atardeceres, de hecho es conocido como ‘la ciudad de los bellos atardeceres’. Allí ha aprendido a vivir con calma, característica clave de la vida caribeña, y a disfrutar de las pequeñas cosas, en armonía con la naturaleza. Para conocer más sobre su experiencia, hablamos con la onubense.
– ¿Cómo llegaste a dónde estás ahora?
Nací en Huelva pero me crie en Ayamonte, donde estudié en el CP Galdames, la secundaria la hice en el Instituto González de Aguilar, antes llamado ‘El Banderín’, y posteriormente el Bachillerato en el Instituto Guadiana. Con 18 años entré en la Universidad de Sevilla en la facultad de Medicina donde tras 6 años de carrera me licencié de Medicina. Durante la carrera realicé mi 4º curso en Roma, Italia, con la beca Erasmus, y tras ello en 6º de Medicina hice una Séneca en la Universidad Autónoma de Barcelona. Además, durante los veranos de los últimos años de Medicina hice rotaciones con la Asociación Juvenil de Intercambios de Estudiantes de Medicina de Sevilla (AJIEMS): en el verano de 4º de Medicina realicé una rotación en Juiz de Fora en el estado de Minas Gerais, Brasil, y en 6º de Medicina realicé la rotación en Nueva Orleans, EEUU, donde conocí a mi marido, Jean Pierre Carrasquillo, que por aquél entonces era residente de Cirugía General.
Tras acabar la carrera de Medicina viví en Oviedo, Asturias, por más de 7 meses donde me preparé el MIR (Médico Interno Residente), el examen para poder optar por la residencia en las diferentes especialidades de medicina. Tras el MIR entré en la residencia de Cirugía Pediátrica en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. La residencia dura un total de 5 años, y durante la especialidad se realizan diferentes rotaciones en diferentes sub-especialidades. Tuve la gran oportunidad de formarme con los mejores cirujanos pediátricos en Sevilla, pero también pude realizar rotaciones tanto a nivel nacional como internacional: en el 2º año de residencia realicé una rotación en el Hospital de La Paz de Madrid en cirugía pediátrica plástica y reconstructiva; en el 3er año de residencia pasé unos maravillosos y enriquecedores 4 meses en el hospital “Our Lady Children´s” Hospital de Dublín, Irlanda; y finalmente en el último año de residencia realicé una rotación de 2 meses en cirugía de malformaciones de la pared torácica pediátrica en Buenos Aires, Argentina.
Como puedes ver, todos mis amigos y familiares siempre me han llamado ‘culo inquieto’ pues siempre andaba buscando qué beca o rotación conseguir para poder viajar y hacer lo que me gusta, así como diferentes rotaciones, sin contar los numerosos congresos y cursos a los que durante esos años he asistido. Durante todos los años de residencia tuve con el que ahora es mi esposo (como se le llama aquí a los maridos), Jean Pierre, una relación a distancia, donde sobrevivíamos gracias a los WhatsApps, emails, Skype, etc… y a mucho viaje cada vez que podíamos cruzar el charco.
Tras terminar la residencia de Cirugía Pediátrica decidí realizar un fellowship (o super-especialidad) en “Cirugía Bariátrica de Adolescentes y Obesidad Infantil” en Columbus, Ohio (EEUU), y Jean Pierre y yo nos mudamos juntos finalmente a Ohio. Allí pasamos un año difícil y duro pero muy gratificante, con un invierno a -14ºC, pero no lo cambiaría por nada. Tras todo ello, y mucho papeleo, decidimos mudarnos a Puerto Rico donde actualmente ejercemos como cirujanos, mi esposo Jean Pierre como Cirujano General, y yo como Cirujana Pediátrica. Jean Pierre nació en Puerto Rico, y aunque tiene muchas ganas de vivir en España, siempre quiso trabajar en Puerto Rico donde actualmente hay una fuga de médicos a Estados Unidos y donde hace falta muchos profesionales de la salud.
Teníamos planeado mudarnos en Octubre de 2017, pero no sé si recordáis el Huracán María que azotó a la isla del encanto a finales de Septiembre de 2017, haciendo que tuviéramos que posponer nuestra mudanza hasta finales de Noviembre de 2017, ya que no había ni agua ni luz en la mayor parte de la isla.
– ¿Por qué decidiste irte fuera?
Por varias cosas, la primera de todas fue por amor, pero también decidí irme fuera para seguir formándome como cirujana pediátrica. Ahora que estoy ejerciendo como cirujana pediátrica en el Oeste de Puerto Rico (a unas 3 horas de la capital de Puerto Rico, San Juan), veo la necesidad de sub-especialistas y siento todo el cariño que los niños y los padres me dan día a día, y eso me da fuerzas para seguir viviendo en esta isla.
– ¿Cuánto tiempo llevas fuera de España?
Nos mudamos a Ohio en Junio de 2016, así que actualmente llevo casi 3 años fuera de España pero viajo muchísimo a casa, cada 3-4 meses tengo que volver a casa a recargar energías, es como yo digo ¨mi contrato¨ con mi marido y con el hospital: viajar de regreso a casa al menos cada 3-4 meses para ver a la familia y mis amigos.
– ¿Qué haces en este país?
Soy cirujana pediátrica en el hospital Mayagüez Medical Center, en el área Oeste de Puerto Rico.
– ¿Es tu primera estancia en el extranjero?
No, soy un ¨culo inquieto¨ que no ha parado de moverse desde que empecé a estudiar fuera de casa.
– ¿Cuál es tu lugar de residencia?
Vivimos en lo que llamo yo nuestra burbuja; un pequeño paraíso: un pueblo llamado Rincón que se encuentra a unos 35 minutos del hospital y de la ciudad de Mayagüez. Rincón es especial, por sus playas, su luz, sus atardeceres. De hecho se le llama: ‘la ciudad de los bellos atardeceres’. En Rincón no te puedes aburrir, puedes hacer surf, paddle board, snorkeling y demás deportes. Hay mercados artesanales todas las semanas, muchísimos restaurantes… hay muchísima vida, aunque lo mejor de Rincón son sus olas. Aquí viven muchísimos ¨guiris¨ que vienen de EEUU de vacaciones, y luego se mudan a vivir aquí.
– ¿Cuál es tu balance de la experiencia por ahora?
El balance es muy positivo. La gente aquí es muy parecida a los andaluces, son muy cálidos y siempre te dan una sonrisa. A parte aquí he aprendido a vivir con más calma, si no se puede realizar algo hoy pues no pasa nada, si tenemos que esperar una semana o un mes, pues esperamos, ya que tiene esa mentalidad. En España cada vez somos más exigentes y queremos tener las cosas “ya”, “ahora”, mientras que aquí en la isla aprendes a que a veces no hay material de construcción y si tienes que hacer un arreglo pues debes esperar, o el correo siempre tarda unos cuantos días más en llegar, o se va la luz y tienes que parar de hacer lo que sea que estabas haciendo. Pero siempre con una sonrisa en la cara y sin prisas.
– ¿Cómo es vivir ahí? ¿Es muy diferente a España?
Lo primero, que no he mencionado es que vivo en el Caribe, donde el clima es maravilloso todos los meses del año. La comida es muy diferente, hay cosas muy ricas, como los tostones de plátanos (plátanos machos, nuestros plátanos aquí se les llama “guineos”, y a la sandía se le llama melón ¡Qué lío!), el arroz con habichuelas, el bistec encebollado y otros majares de esta gastronomía. Sin embargo, el pan por ejemplo es muy diferente al nuestro, aquí se come pan al desayuno, pero ni para el almuerzo ni para la cena, no esperes que en un restaurante te pongan pan (a no ser que sea un restaurante español).
La música es muy importante para la gente, aquí el boricua que va a la playa lleva indiscutiblemente dos cosas siempre: la nevera llena de Medallas (la cerveza nacional, como nuestra Cruzcampo), y un altavoz grande y potente para poner música. Pero que íbamos a esperar, muchísimos artistas musicales han salido de Puerto Rico (Ricky Martín, Chayanne, Marc Anthony, Daddy Yankee, Bad Bunny, Calle 13, y muchos más). La vida en el Caribe es más calmada y eso me ha traído paz y tranquilidad en mi vida, menos estrés.
– ¿Te has marcado algún nuevo objetivo o reto?
Actualmente estamos empezando una nueva etapa en nuestras vidas porque estamos esperando a una bebé que se llamará Mar Atabey. Este es nuestro nuevo objetivo en la vida, el aumentar la familia.
¿Qué piensa tu familia y amigos de tu aventura?
Mi familia y mis amigos son el pilar que me aguanta firme. Su apoyo incondicional en todo momento hace que pueda seguir lejos de ellos aunque siempre cerca. En especial mi madre Marisol es mi apoyo diario, hablo con ella al menos unas 3 o 4 veces al día, gracias al WhatsApp, mi padre Ricardo y mis hermanos Ingrid e Ingmar que siempre están pendientes en contarme todo lo que les pasa y hacen que así me sienta como si estuviera cerca de ellos. Mis amigos Lola y Rafael siempre están pendientes de todo lo que me pasa y siempre que podemos nos tomamos un cafelito cibernético con una videollamada. Mi prima Ana (que es de Huelva capital, y la culpable de que esté haciendo esta entrevista, ¡Gracias Anita!), mis tías y todo el mundo está pendiente de mí y hablo con ellos muy a menudo. Todo eso hace que me sienta más cerca de casa y me da energía y fuerza para seguir caminando día a día.
– ¿Cuáles son tus planes futuros?
Actualmente mi foco principal es mi familia (pero la de aquí, la que estamos formando). A la espera de la bebé estamos súper ilusionados. Tras ello nuestro planteamiento es seguir trabajando en el Oeste de Puerto Rico donde tantos médicos especialistas y subespecialistas (especialmente pediátricos) son necesarios y viviendo en nuestro pequeño paraíso que es Rincón.
– ¿Piensas volver a España, a Huelva, en breve?
Sí que queremos volver a España, no creo que a Huelva (entre otras cosas porque no hay servicio de Cirugía Pediátrica), pero de seguro volveremos a España. El cuándo no lo tenemos seguro, quizá en unos años.
– ¿Qué es lo que más echas de menos de tu tierra?
Mi gente, sobre todo a mi familia a la que quiero y adoro con locura, en especial a mi madre, y a mis sobrinos Mía, Ana y Miguel, que son la alegría de nuestras vidas. Mía, mi ahijada de 6 años vendrá a pasar el verano a Puerto Rico y yo estoy deseando tenerla aquí conmigo. Pero por otro lado, lo que más echo de menos es el pan, sí, el pan de Portugal y las tostaítas con mantequilla. También el irme de tiendas a ver las zapaterías al centro, aquí no existe eso del centro, todo se ha convertido en centros comerciales (malls). Cuando me despido de mis pacientes porque les voy a dar el alta, lo que les digo es «nos vemos en el Mall» porque claro, nunca nos vamos a poder ver en el Centro. El hecho de poder caminar por la ciudad es otra de las cosas que echo de menos, el poder ir caminando a casi todos sitios, aquí es casi indispensable tener coche porque lo necesitas hasta para ir a comprar pan.
– Para terminar: un mensaje a tus paisanos.
No dejéis que nadie os diga que algo no es posible. Que no os corten las alas y que siempre que deseéis algo, luchéis hasta el final para conseguirlo. Siempre se puede.