M. P. D. La relación de Natalia Velázquez Ahumada (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz) con Huelva se inicia hace cuatro años, cuando se trasladó a la provincia para estudiar Psicología en la Onubense. Una decisión que ha provocado que Huelva sea para ella como un segundo hogar. Y eso que no tenía muy claro qué camino tomar a la hora de hacer una carrera. Es más, considera que «no sé si fue ella la que me eligió a mí. Siempre he soñado con dedicarme a cuidar a las personas. Quería estudiar Enfermería, pero, por circunstancias que han sucedido en mi vida, he dado muchas vueltas hasta llegar aquí».
Sí, cuando acabó el Bachillerato, esta joven de 25 años no tenía nada claro qué estudios realizar. A pesar de ello, hoy en día, se siente feliz y satisfecha, tanto que asegura que «no me arrepiento ni un solo día de haber escogido esta carrera. Estoy enamorada de mi profesión, que me permite cuidar de la parte más humana de las personas».
Unos estudios universitarios que Natalia ha complementado con diferentes cursos y, sobre todo, con varias acciones de voluntariado que, por ejemplo, le han llevado a involucrarse con la actividad de organizaciones como Estuario de Huelva, la Asociación Olontense contra la Droga, con la que asiste una vez en semana al Centro Penitenciario de Huelva, o Proyecto Hombre en la provincia de Cádiz.
Una labor solidaria que le ha permitido crecer personal y profesionalmente, al tiempo que ha sido muy bien valorada tras ser elegida Alumno 10C, «una experiencia que para mí ha sido bastante enriquecedora. La recomendaría a todos los estudiantes, ya que te forman en competencias que no se dan en el grado. He conocido a personas increíbles con muchísimo potencial, hemos sido un equipo multidisciplinar y cada uno de ellos me ha enseñado algo diferente. Además, he podido vivirla junto a mi pareja, ya que los dos hemos sido elegidos Alumnos 10C», nos cuenta Natalia, que reconoce que se sintió un poco nerviosa en el acto de entrega del reconocimiento por la responsabilidad que entrañaba.
Instantes en los que se acuerda, especialmente, de su familia, a los que quiere agradecer todo el apoyo que les está brindando: «Me gustaría agradecer a todas las personas que han pasado por mi vida y que me han hecho llegar hasta aquí. A mi padre, que ya no está, y a mi madre, que lucha cada día para que salgamos adelante. A toda mi familia. Soy la primera que se gradúa y sé que para ellos es todo un orgullo. A mi familia de Huelva, que lo hace todo muchísimo más fácil y hace que me sienta como en casa. A mis amigos y a mi pareja, que han estado ahí, siempre constantes, durante toda mi etapa universitaria. ¡GRACIAS! Porque sin vosotros no sería posible».
Tras este premio, la joven ha disfrutado de una Beca Crue Cepyme del Banco Santander, gracias a la cual ha podido realizar unas prácticas remuneradas en el Departamento de Psicología de la Residencia de Ancianos San Antonio Abad de Trigueros. Una experiencia que acaba de finalizar y con la que, afirma, «he podido aprender muchísimo del colectivo. Le estoy muy agradecida, tanto a los trabajadores como a los residentes, ya que me han dado siempre total libertad y han colaborado en todo lo posible conmigo para enseñarme y hacerme sentir como una más».
Prácticas que ha querido complementar con más formación académica, dado que se encuentra realizando el primer curso del Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad de Huelva. Según nos cuenta, «el máster me ocupa la mayor parte de mi tiempo, por lo que me resulta un poco complicado llevar otras cosas hacia delante, aunque consigo compaginarlo con el arbitraje de baloncesto, ya que soy oficial de mesa en Huelva. Por otra parte, siempre intento no estar parada y seguir formándome mediante cursos. Aunque no tenga tiempo, nunca me canso de aceptar cosas para hacer».
Con todo ello, Velázquez Ahumada no sabe hacia dónde dirigirá sus pasos en el futuro, puesto que «de momento, tengo muchas puertas abiertas. Por suerte, he podido probar muchos ámbitos diferentes de la psicología (drogodependencias, prisiones, orientación escolar, gerontología, deportiva) y todas me encantan. No hay una que no tenga algo que me apasione. No quiero cerrar ninguna puerta, pero sé que es una decisión que tendré que tomar para especializarme en algo concreto. Por ahora, quiero acabar el máster y lo demás ya irá viéndose poco a poco».
Una experiencia tras la que Natalia recomienda a los jóvenes onubenses «que nunca se rindan. Ya sé que es muy típico eso de “con esfuerzo todo se consigue”, pero es lo que me sale decirles. Que luchen por lo que quieren tener, quizás tropiecen, pero, tarde o temprano, llegará. Que se apunten a todo lo que puedan, que no se queden quietos y se muevan de un lado a otro buscando cosas por hacer. Todo cuenta. Que hagan voluntariado, porque les hará crecer como personas y aprenderán muchísimo -cosas que no aprenderán en el grado-. Y, sobre todo, que tengan paciencia y constancia. No hay atajos para llegar a los lugares que realmente merecen la pena».