Redacción. La Patrona de Moguer abandonaba a las tres de la tarde la iglesia parroquial para iniciar el recorrido que la llevaría hasta el Coto de Montemayor, en una fría tarde de otoño que no impidió a los moguereños y moguereñas echarse a la calle para acompañar a su Señora.
En la plaza de la Iglesia esperaba la Filial del Rocío, que dedicó una bonitas sevillanas a uno de los más fieles devotos de la Virgen, el moguereño Raúl Trapero, que ha dejado una huella imborrable en su pueblo.
La grandiosa voz de Mª Ángeles Cruzado llenó de embrujo la calle Vendederas, y con la virgen frente a frente y siempre fiel a sus tradiciones, canto al amor que siente por su Moguer y su Patrona.
La comitiva que encabezaba el presidente de la Hermandad Matriz José Manuel Alza se detuvo en el Ayuntamiento para que el alcalde Gustavo Cuéllar pudiera entregar a la Virgen un ramo de flores, un acto que simboliza el amor y la devoción de todo un pueblo a su Señora.
Este recorrido de despedida por las calles de Moguer volvió a verse engrandecido con la fuerza y la sensibilidad de Lauri Garrido, que en la calle Fuentes, y en la misma casa de José Joaquín Dionisio, quiso rendir homenaje a este moguereño de corazón, a este respetado costalero que nos dejaba hace muy poco.
Con la Virgen mirando a su pueblo para despedirse de su casa grande, nos adentramos en ese esperado camino de arena, en ese paisaje tan nuestro y tan cargada de recuerdos, en el que una cuadrilla de mujeres volvió a colocarse bajos los varales del paso para llevar a su Patrona, sintiendo bajo sus hombros la responsabilidad y el orgullo de representar a su pueblo.
Tras casi cuatro horas de recorrido la Virgen, acompañada también por los Mayordomos y las Filiales de Montemayor, hacía su entrada en la explanada de la ermita.
Antes de cruzar las puertas del templo y siempre mirando de frente a su pueblo, la Virgen fue objeto de nuevas muestras de devoción y cariño, que llegaron a su máxima expresión cuando los costaleros comenzaron a soltar los varales para depositar a su Señora en el altar mayor, donde la Virgen espera la llegada de la próxima primavera para recibir a los romeros moguereños.
Un fin de semana de octubre marcado por el amor a nuestras tradiciones, que se completó con el develado de un azulejo en la calle Ribera que sustituye al primitivo, siempre respetando las inscripciones originales.
Una donación realizada por el vecindario de la calle que fue bendecida por el párroco José Manuel Raposo ante numerosos moguereños y moguereñas, entre ellos los concejales José Jiménez y Rocío Domínguez.
El que fuera hermano mayor de la Matriz de Montemayor, Jose Joaquín Domínguez, puso voz a la devoción que Moguer profesa a su Patrona.
Galería de imágenes del traslado: