Miguel Mojarro. Hoy terminamos los tres artículos que celebran el Centenario del Casino Minero de Corrales (el primero, de otros que vendrán, espero). Si se pudiera celebrar el segundo centenario de este casino mítico, será señal de que los casinos mineros (y los no mineros) habrían ganado la batalla a la desidia social que los agobia actualmente.
El segundo centenario sería muestra de que esta, nuestra sociedad (nosotros), habríamos por fin comprendido que los valores sociales y patrimoniales son imprescindibles para el progreso de nuestros pueblos y para el progreso de nuestra sociedad en sentido amplio (pues no hay sociedad que permanezca si no deja tras de sí muestras de su cultura, de su actividad, de sus logros y sus fracasos, de sus obras… De su patrimonio, en definitiva).
El Casino Minero de Corrales, de la mano de un presidente generoso en el esfuerzo y tenaz en el propósito, ha superado la frontera de la supervivencia y afronta un futuro que hace unos meses era imposible. Ahí está el resultado de un buen hacer sin contar con muchos apoyos.
No es mal momento este primer Centenario para marcar la línea de salida hacia el futuro. Un futuro que Javier (el presidente) ha dibujado de la mano de la cultura, pues son muchos los aspectos de esta los que dan cobijo al ocio. Ocio y cultura han sido amigos de camino, desde aquellos tiempos en los que se buscaba mineral a cielo abierto hace 3000 años; en las laderas del Tinto y en los aledaños del poblado neolítico de Los gabrieles y El Pozuelo.
Cultura y ocio. Matrimonio no celebrado, pero que han sido pareja de hecho desde que el hombre logró breves tiempos de asueto, en una economía de subsistencia como la de Los Gabrieles y El Pozuelo de Zalamea.
Ya no llegan a Corrales trenes cargados de mineral de las cortas, pero se mantiene la memoria del mineral rojo mar adentro. Pirita y mar, los dos grandes padres de Corrales.
Es por ello que el Casino Minero de Corrales, fiel a su historia y superadas las dificultades del presente, da los primeros pasos en el nuevo centenario, con solvencia y convicciones profundamente sociales y culturales.
De momento, un brindis a la salud: la instalación de un servicio de atención urgente y un desfibrilador han sido presentados en sociedad en sus dependencias. El neolítico, las cortas y el tren minero, ya fueron. Ahora toca afrontar el futuro y sus necesidades, con los medios y la voluntad.
Y una recuperación de objetos que fueron nuestros y que han hecho del Casino un verdadero museo de memoria histórica. Para que sirva de apoyo a decisiones que construyen futuro.
El futuro es el segundo centenario. El futuro empieza ahora. Nuestra experiencia personal es muy simple: un casino que desaparece, es una memoria que se pierde.