Enrique Zamora. Cuando Blanca partió a tierras parisinas, tuvo que coger el primer avión en el que se había montado, y, reconoce, la idea no le hacía mucha gracia. «Estaba un poco nerviosa», contaba a Huelva Buenas Noticias, pero ni ella ni su familia, presente allí para despedirla entre lágrimas y vítores, se esperaban que la joven lucenera de 23 años fuese a volar tan alto; y a esa velocidad.
La carrera de Blanca Betanzos (Lucena del Puerto, 1995) está siendo como ella: meteórica. Sólo lleva un año en atletismo, pero ya ha superado todas las expectativas ganando dos medallas de plata en los Campeonatos de Europa de París, celebrados del 14 al 22 de julio. Ha sido la única chica —y la única onubense— del plantel de la selección española en acudir a la cita, y se ha traído de vuelta dos metales plateados de las pruebas en las que ha participado: los 100 metros lisos, con una marca de 17,48 segundos, y los 400 con el tiempo de 1,49 minutos.
La velocista lucenera ha competido en la categoría síndrome de Down, donde las marcas mínimas establecidas por la federación española (FEDDI) son más exigentes que las de INAS, la federación internacional, que también admite la participación de personas con síndrome de Down Mosaico, con menor porcentaje de discapacidad que los primeros, lo que suponen dificultades añadidas.
Pero el gen ganador de Blanca puede con todo, aunque sin trabajo nada de esto sería posible. Entrena y compite en el Estadio Iberoamericano con atletas sin discapacidad para poder seguir mejorando, una decisión que los entrenadores propusieron a su familia, algo que al principio no convenció demasiado a María José Orihuela, madre de nuestra protagonista: «Cuando nos propusieron que entrenara con deportistas sin discapacidad pensábamos que iban a tener que estar más pendientes de ella, pero nos equivocábamos». Blanca se adaptó enseguida, y ahora inspira a sus compañeros por su voluntad y esfuerzo. «Te diría que de los tres hijos que tengo, ella es la más responsable y la que más se esfuerza en lo suyo», nos decía su madre.
Pero decantarse por el atletismo ha sido algo incluso anecdótico, porque, aunque empezó muy joven a practicar deporte, nunca se había interesado por correr. Previamente probó con voleibol, e incluso equitación, hasta que se inscribió en el CODA y empezó en natación, donde estuvo dos años, hasta que le llegó la oportunidad del atletismo, deporte en el que mejores resultados está obteniendo.
En un año como atleta de distancia corta ya ha conseguido llegar a la élite, algo que asegura su entrenador de natación, Pepe Griñón, que asegura que Blanca es «buena en natación, pero muy buena en atletismo», y recalca que la distancia entre un nivel y otro es «muy grande, y además lo ha conseguido en la mitad de tiempo del que dedicó a nadar».
Desde la posición que le confiere el éxito, Blanca anima a todo el mundo a conseguir sus logros, pero para eso «tienen que esforzarse y trabajar duro», incluida la dieta: «Entreno todos los días de lunes a viernes, y en París, por ejemplo, me controlaban mucho lo que comía».
De su aventura parisina, reconoce, le habría gustado haber ganado algún oro, aunque acudía a la cita con la mentalidad de hacer un buen papel solamente: «No me esperaba ganar medallas, pero cuando me vi segunda dos veces me dio un poco de rabia; yo quería quedar primera».
Si las instituciones se lo permiten y apoyan su disciplina deportiva, Blanca Betanzos seguirá recorriendo a toda velocidad las pistas de atletismo, pero el deporte adaptado, relegado a un segundo plano mediático, necesita soporte y subvenciones para continuar su actividad. «Hay veces en que las únicas becas que nos proporcionan son de estudios, y no deportivas. Seguir participando en competiciones es caro, y requiere apoyo económico del Estado», reclama María José Orihuela, quien reivindica una mayor cobertura por el «gran sacrificio» que las familias tienen que hacer, a las que siempre insta a «apoyar a sus hijos todo lo que puedan, mucho más si de verdad les gusta algo». Así progresa zancada a zancada Blanca Betanzos, un rayo en el horizonte de Lucena.