Redacción. El obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana, y el presidente de la Fundación Atlantic Copper, Jesús Contreras, han presentado esta mañana el nuevo estado del comulgatorio del Monasterio de Santa Clara de Moguer, tras unos trabajos de restauración que se iniciaron a finales del pasado año 2017.
Estas mejoras, efectuadas por los licenciados en Conservación y Restauración de Obras de Arte, Almudena Fernández García y José Joaquín Fijo León, se enmarcan en un convenio de colaboración suscrito entre ambas entidades para la restauración, conservación y difusión del patrimonio histórico, artístico y cultural de la provincia de Huelva. El comulgatorio es una obra de la segunda mitad del siglo XVIII atribuida al pintor José de Corbalán y ubicada en el Coro Bajo del monasterio, junto a la joya artística del edificio, la Sillería Nazarí de la segunda mitad del XIV.
El obispo de la Diócesis de Huelva, José Vilaplana, ha destacado que está “muy contento” con el resultado y ha destacado que “muchas veces es tan rico el patrimonio recibido del pasado que una sola institución no puede abordar en solitario su conservación por eso es tan importante esta colaboración con la Fundación Atlantic Copper que permite, en este caso, que este comulgatorio tan singular y original pueda ser contemplado por todos”. Por su parte, el presidente de la Fundación Atlantic Copper, Jesús Contreras, se ha mostrado muy satisfecho con el trabajo realizado y que ha permitido poner en valor una vez más uno de los pilares fundamentales de la Fundación Atlantic Copper: el compromiso con el legado histórico-artístico y cultural de la provincia. “Para avanzar, debemos saber siempre de dónde venimos, y es innegable la riqueza cultural de Huelva, cuna de uno de los hechos históricos más destacados de todos los tiempos. Por ello, ha sido un honor trabajar junto al Obispado en este proyecto y esperamos que sean muchos los ámbitos de colaboración en el futuro”, ha manifestado.
El proceso de restauración se ha llevado a cabo según las directrices marcadas en el proyecto inicial, pero se han superado con creces las previsiones que se plantearon en un principio. Una vez retirada la estructura del muro, quedó a la vista la extrema gravedad de los daños y el avanzado estado de deterioro de la pieza, hecho que ha prolongado los plazos establecidos para las intervenciones.
El pésimo estado del muro y la humedad de capilaridad proveniente del subsuelo, que se había concentrado entre este muro y las tablazones de la estructura del comulgatorio, habían producido graves alteraciones en la madera. Además, en el momento de la extracción de la pieza se pudo observar cómo toda la mitad inferior de la estructura estaba afectada por un virulento ataque de termitas, que había degradado de forma alarmante el conjunto.
Los trabajos para devolver la estabilidad y solidez del conjunto han sido muy laboriosos. Se han desmontado las piezas desensambladas, se han aplicado tratamientos de consolidación de la madera, se han sellado las grietas con chirlatas y se han reconstruido las zonas degradadas para reforzar toda la estructura. La reconstrucción de la madera se ha realizado mediante la unión y adaptación de pequeñas piezas de madera pegadas al soporte original. La humedad y los cambios de temperatura habían afectado gravemente a los estratos de preparación y color, produciendo multitud de pérdidas y levantamientos de estas capas. Además, esta humedad había disgregado el aglutinante de los temples en grandes zonas, donde los pigmentos aparecían sueltos y pulverulentos, con un alto riesgo de desprendimiento de color en algunas partes y pérdidas de este en otras. Así, se han fijado estos estratos para devolver la cohesión de la policromía y la preparación.
La policromía del interior del comulgatorio estaba muy ennegrecida por el humo de las velas utilizadas para iluminar la estancia. Se han retirado estas acumulaciones de cera, apareciendo graves daños en la pintura producidos por el calor de esta al caer sobre los temples. El proceso de limpieza de la policromía se ha llevado a cabo con disolventes y de forma mecánica. Asimismo, se han repuesto las pérdidas de preparación y se han reintegrado cromáticamente estas pérdidas y los desgastes de la policromía, utilizando el rigatino como criterio de diferenciación. Finalmente, el comulgatorio se ha protegido con un barniz estable.