Una empresa alemana financia un proyecto de investigación onubense para la producción de un pigmento marino muy beneficioso para la salud

Zaida Montero y Juan Luis Fuentes.
La producción de microalgas tiene múltiples beneficios para la salud.

Mari Paz Díaz. La producción de microalgas para uso humano se ha convertido en una alternativa con numerosos usos en el sector alimentario y farmacéutico por los múltiples beneficios que aporta a la salud. Un ámbito en el que la Universidad de Huelva está a la vanguardia a través del trabajo desarrollado por un grupo de investigadores, que se encuentran cultivando microorganismos marinos en las instalaciones del CIDERTA, adscrito al Campus de la Excelencia Internacional del Mar (CEIMAR), cuya biomasa puede ser empleada en biotecnología, productos farmacéuticos, cosméticos y medicina. 

El artículo ha sido publicado en la revista ‘Marine Drugs’.

Un estudio de tanto interés, que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista científica Mar Drugs. Un artículo en el que se pone de manifiesto cómo los carotenoides son pigmentos orgánicos que se encuentran de forma natural en plantas y otros organismos fotosintéticos como algas, algunas clases de hongos y bacterias. Un grupo al que se le conocen más de 700 compuestos, siendo un elemento biodisponible con innumerables usos, ya sea para la salud humana, el procesado de alimentos, los productos farmacéuticos y cosméticos, entre otros. Todos ellos con una gran demanda en todo el mundo, principalmente en Europa y EE. UU.


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El catedrático Carlos Vílchez con parte del equipo de investigación muestreando en aguas ácidas de la Faja Pirítica.

A este respecto, el catedrático de Química de la Onubense, Carlos Vílchez, explica que «en este artículo hemos realizado una revisión del conocimiento que existe hasta ahora sobre los carotenoides de las microalgas, poniendo en valor estos compuestos y su uso para la salud humana, además de sus posibilidades a gran escala. Un tema en el que trabajamos habitualmente en la Universidad de Huelva, por lo que ha sido una puesta al día en este ámbito». 

Instalaciones del Ciderta donde se está desarrollando la investigación.

Efectivamente, en la actualidad, se plantea la posibilidad de buscar una alternativa a la producción de las carotenoides a gran escala con el objetivo de lanzarlas al mercado a partir de biomasa. Una tarea en la que trabaja el grupo de investigación Biotecnologías de Algas (Bital) de la Universidad de Huelva y, particularmente, la Unidad que tiene en el CIDERTA (Centro de Investigación y Desarrollo de Recursos y Tecnologías Agroalimentarias), situado en el Parque Huelva Empresarial, «donde trabajamos en la línea de explorar la capacidad de algunas microalgas, que crecen en condiciones relativamente extremas, para acumular y producir carotenoides de valor comercial», nos comenta Carlos Vílchez, responsable de este Grupo de Biotecnologías de Algas de la UHU.


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Una de las líneas trabaja con una empresa alemana en la producción de un pigmento con alto poder antioxidante.

Un grupo que desarrolla dos líneas de investigación. La primera se trata de un proyecto financiado por una empresa de Alemania para la producción de microalgas en las condiciones climáticas reales de la provincia de Huelva, dado que en esta planta se puede experimentar en el exterior. El objetivo es la producción de un pigmento de alto valor comercial por contar con un gran poder antioxidante, lo que le otorga grandes posibilidades para la alimentación y la salud humana.

La investigadora onubense María Cuaresma es una de las directoras de este proyecto.

Tal y como explica el catedrático responsable del grupo de investigación, «en este proyecto se están utilizando algunos sistemas de producción muy novedosos, que, junto con la empresa alemana, se están probando en las instalaciones del Ciderta». Al frente de estos trabajos de laboratorio se encuentran María Cuaresma, investigadora postdoctoral, e Inés Garbayo, profesora titular de Bioquímica de la Universidad de Huelva, además de contar con otros investigadores destacados, como Zaida Montero y Juan Luis Fuentes, entre otros. 

Zaida Montero y Juan Luis Fuentes.

De forma paralela, en la otra línea de investigación «estamos explorando la capacidad de acumulación de algunos antioxidantes y antiinflamatorios de alto valor para la salud que produce un microorganismo de ambientes extremadamente áridos, como piedras o zonas desérticas. Un trabajo que desarrollamos en colaboración con el Museo de Ciencias Naturales del CSIC con la finalidad de producir la microalga que genera estas sustancias de tanto interés», añade Vílchez. 

Un tipo de organismo que podríamos introducir en nuestra vida diaria dado sus múltiples beneficios para llevar una vida saludable y sostenible.

Dos propuestas muy atractivas que nos permiten observar cómo en la Universidad de Huelva se apuesta por la producción de microalgas y de otros microorganismos procedentes del mar, que, como nos cuenta este profesor, «nos demuestran que los océanos y los mares son una gran farmacia aún sin explorar, porque muchos de estos microorganismos tienen capacidades especiales para producir sustancias que, sin ser medicamentos directos, sí nos pueden servir para formular alimentos o suplementos alimenticios que se pueden vender como nutracéuticos, es decir, que aúnan aspectos de nutrición y salud. Por tanto, estamos hablando de sustancias que generan numerosos beneficios para la salud humana, incluyendo la prevención de problemas médicos. Una cuestión que se encuentra muy al hilo de los nuevos estilos de nuestra sociedad, cada vez más preocupada por las prácticas de vida saludables y sostenibles, por lo que estas sustancias de origen marino podrían incorporarse a nuestros hábitos diarios de alimentación por su poder antioxidante, antiinflamatorio, o de ayuda a la prevención de problemas de tipo cardiovascular por la aportación de ácidos grasos poliinsaturados, como los Omega 3″.

Imagen de la planta experimental del Ciderta.

Todo ello se viene desarrollando desde hace dos décadas gracias al grupo de investigación ‘Bital’, que cuenta con una unidad formada por ocho personas en el Ciderta, incluyendo a investigadores visitantes de otros países que llegan cada año a través de diferentes acuerdos. Científicos que trabajan en esta planta experimental de la Onubense, situada en el Ciderta, especialmente útil para comprobar de forma práctica lo que se consigue en el laboratorio y observar si, verdaderamente, lo que se ha descubierto tiene alguna aplicación para la industria, para la vida real, de ahí que sean unas instalaciones muy particulares en Andalucía. 

El apoyo de las empresas es fundamental para llevar a la práctica los conocimientos adquiridos.

Para Carlos Vílchez, «nuestra tarea es la de generar conocimiento, tanto básico como aplicado, para que esté lo más cercano posible a las demandas sociales. En este sentido, nos motiva especialmente el poder hacer una transferencia de conocimiento a la sociedad en un tema relevante como el que nos ocupa. En último término, serán fundamentalmente las empresas las que apliquen el conocimiento generado comercializando los productos que se obtengan en los laboratorios de investigación”.

Por todo ello, para el director de este grupo de investigación, «nos volcamos en la captación de financiación pública, para mantener la independencia de la investigación en la generación de conocimientos, al tiempo que se apoya a los investigadores más jóvenes. Pero, evidentemente, el apoyo de las empresas de tipo biotecnológico es fundamental para poder llevar a la práctica, a la vida real, los productos de microorganismos marinos. Es el sector privado el que puede trasladar los procesos a la escala industrial».

Unos productos saludables y medioambientalmente sostenibles.

Con todo, para terminar, este catedrático de la Universidad de Huelva tiene claro que «nuestro estilo de vida saludable nos está llevando a consumir productos novedosos, de origen natural. Por ello, es muy probable que en los próximos años tengamos en nuestra mesa productos que todavía hoy desconocemos y que se derivan precisamente de la investigación relacionada con la producción de microorganismos de forma rápida y controlada. El mercado asiático está acostumbrado a consumir microalgas desde hace tres o cuatro décadas, pero al consumidor europeo todavía hay que convencerle de los grandes beneficios que esta biomasa puede reportarle, sin olvidar que son recursos naturales renovables, y producidos con una tecnología sostenible, por lo que no se esquilma la naturaleza, ya que el cultivo de micro algas se desarrolla en recipientes, no requiere suelo destinado a producir alimentos y se puede producir durante todo el año”. Es decir, la producción de microalgas también es respetuosa con el medio ambiente al no competir con la agricultura, pues no necesita de grandes superficies ni terrenos fértiles, además de ahorrar agua.

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