Mari Paz Díaz. Aunque nació en Estocolmo (Suecia), Andrea Brundin Martínez mantiene intactas sus raíces onubenses -su madre es de Huelva-, viniendo a la provincia cada vez que tiene oportunidad, especialmente durante el verano. La joven, de madre onubense y padre sueco, vivió en Suecia junto a sus padres y su hermano hasta los ocho años, momento en el que la familia decidió mudarse a Madrid en busca de buen tiempo. Según recuerda, «fui al colegio Liceo Europeo hasta mi graduación, exceptuando 4º ESO, que estuve en Connecticut, Estados Unidos».
Tras acabar el Bachillerato, Andrea se marchó a Vitoria para estudiar Biotecnología en la Universidad Francisco de Vitoria. Sin embargo, tal y como nos cuenta, «me quedé con ganas de hacer un año sabático, así que decidí poner un paréntesis en mis estudios y, en junio, me fui a París a trabajar de camarera. Los tres meses que tenía pensados quedarme en Francia se alargaron a siete. Y, cuando acabó mi contrato, decidí combinar mis ganas de viajar con las de ayudar, así que me puse a buscar programas de voluntariado. En esa búsqueda me decanté por Nepal. Y aquí estoy desde hace más de tres meses en Nayapati, un pueblo en el valle de Kathmandu, como voluntaria en el orfanato CWCN Nepal». Una experiencia, sin duda, que merece ser contada, después de llevar casi un año fuera de España.
-Andrea, ¿por qué decidiste irte fuera?
-Decidí irme a París para cambiar de ambiente y cultura, al tiempo que aprendía a ser totalmente independiente. Además, la ciudad me llamaba la atención desde hace mucho y quería perfeccionar mi francés. La decisión de irme a Nepal, seguramente, fue gracias a un viaje familiar a Tailandia que hicimos hace dos años y que despertó mis ganas por conocer Asia. Mi familia materna también admira este continente y quería descubrir el porqué de ello. Durante mi adolescencia he hecho muchos voluntariados y me propuse ir a algún sitio donde mi ayuda quizás tuviera un impacto aún mayor.
-¿Qué haces en este país?
-Soy voluntaria en el orfanato CWCN. Aquí imparto clases de inglés, organizo actividades y básicamente doy todo el cariño que puedo a los niños.
-¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar?
-Debido a que mi padre era sueco y mi madre española, desde pequeña, he dominado los dos idiomas. Además, tuve la suerte que el nivel, tanto de inglés como de francés, en mi colegio era fantástico. Gracias a mis estancias en Estados Unidos y Francia considero que, prácticamente, los domino también. Sin embargo, desafortunadamente, no puedo decir lo mismo del nepalí.
-¿Cuál es tu balance de la experiencia por ahora?
-Mi balance es muy positivo. Creo que he descubierto un nuevo estilo de vida. Y todas las dificultades que me he podido encontrar son mínimas comparado con todo lo que he aprendido.
-¿Cómo es vivir ahí en comparación con España?
-Si pudiera elegir un adjetivo para describir cómo es vivir aquí sería simple. Parece un cliché, pero uno se da cuenta en un pueblo de lo fácil que es vivir sin casi nada. Ser pobre es muy subjetivo. La diferencia entre los dos países es abismal y, tristemente, debida a esta diferencia, el mayor problema en Nepal es la fuga de cerebros. Debería destacar que el consumismo todavía no ha afectado a la población, dotándoles así de humildad y generosidad. Por ejemplo, hoy mismo, estaba haciendo una excursión en un parque nacional cercano y me he encontrado a una familia preparando una comida enorme. Me he parado a preguntar qué era y en un abrir y cerrar de ojos tenía un plato lleno de comida en la mano. He pasado toda la tarde con ellos cantando y bailando…, un pequeño detalle, pero es raro ver esto en Europa.
-¿Dónde vives?
-Vivo en Nayapati, un pueblo a las fueras de Katmandú. Está plagado de arrozales y rodeado de montañas. Hay un monasterio budista en medio, lo cual refleja muy bien la integridad y tolerancia entre el budismo e hinduismo. A lo largo de la carretera principal hay tiendas con fruta local y carne. Las vacas también están presentes a cada dos pasos.
-¿Y sus habitantes, cómo son?
-Solo digo que es imposible salir a dar un paseo sin recibir por lo menos 10 “Namaste” (saludos). Un tercio de los habitantes son niños, que siempre corren a preguntarte cómo te llamas. Como he dicho, la amabilidad del pueblo nepalí es muy destacable.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
-Messi, Ronaldo y, sorprendentemente, la Tomatina son las primeras cosas que me contestan cuando digo que soy española. No conocen mucho más de nuestro país en el pueblo donde vivo.
-¿Qué estás haciendo en estos momentos?
-Estas dos últimas semanas son las vacaciones del colegio. Cada día se organiza algo para que los niños disfruten de su tiempo libre.
-¿Cuáles son tus planes futuros?
-En una semana me cojo un vuelo a Bangkok y sigo viajando durante dos meses por el sureste asiático. En verano ya vuelvo a Madrid para trabajar un mes en mi antiguo colegio como monitora de campamento de verano y el mes de agosto lo dedicaré a pasar tiempo con mi familia en Suecia y Huelva. Más adelante, en octubre, comienzo Biología en Londres, empezando desde cero.
-¿Te has marcado algún nuevo objetivo?
-Mi nuevo reto es poder seguir apoyando proyectos en Nepal desde casa, por ejemplo, mediante recaudaciones de fondo.
-¿Qué piensa tu familia de esta aventura?
-Mis padres están muy contentos y orgullosos de lo que estoy haciendo. De hecho, mi padre fue quien desde hace mucho me aconsejó cogerme un año sabático, pues él también lo hizo de joven.
-¿Y tus amigos?
-Mis amigos creo que disfrutan escuchando mis experiencias. Tanto que en París tuve mil visitas, lo cual se agradece mucho.
-¿Piensas volver a Huelva?
-Sí, la última quincena de agosto en Punta Umbría no me la quita nadie.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
-Lo que más echo de menos, definitivamente, son las huevas de choco y poder dormirme una buena siesta en la playa.
-¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España?
-Sí, sí que recomiendo vivir un tiempo en el extranjero. Sin embargo, creo que lo más importante es salir de la zona de confort y, para eso, tampoco hace falta irse lejos. De esta manera uno se conoce mejor y se descubren nuevos placeres. Para mí, experimentar el estilo de vida en otros países ha sido mi manera de romper con mi antigua rutina. Me ha hecho darme cuenta de lo fácil que es cumplir retos si se pone esfuerzo y que la suerte se busca. Ojalá todo el mundo encuentre una motivación que le haga proponerse nuevas metas.
-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
-Da igual a donde se vaya uno que la Ría de Huelva siempre se echa de menos. Un saludo y un besazo desde Nepal a todos los onubenses. Os deseo lo mejor. Muchas gracias.