Mari Paz Díaz. Investigadora desde hace una década del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), una organización única en España, Paula Martínez es miembro del grupo de la reconocida científica María Blasco, tal y como conocimos a través de un artículo realizado por Paula Crespo en Huelva Buenas Noticias, a raíz de su participación en el descubrimiento de cómo los telómeros eran una pieza fundamental en el freno de diversos tipos de cáncer, como el cáncer de pulmón. Un descubrimiento que copó las portadas de las principales revistas de investigación, así como los medios de comunicación nacionales al ser un gran avance en la lucha contra esta dura enfermedad
Este grupo ha dado un paso más desarrollando una terapia que abre una vía médica que podría revertir los efectos del envejecimiento, lo que podría beneficiar de forma directa a las enfermedades degenerativas. Un importante avance en el que está participando esta doctora en Biología Celular y Molecular onubense, como miembro del grupo de Telómeros y Telomerasa, dirigido, como hemos apuntado, por María Blasco. Hay que recordar que Paula Martínez obtuvo su doctorado en la Universidad de Sevilla en el año 1995. Experiencia a partir de la cual se incorporó como becaria posdoctoral al Departamento de Bioquímica de la Universidad de Estocolmo. Posteriormente trabajó durante 8 años en el Ludwig Institute for Cancer Research y 2 años en el Departamento de Biología del Desarrollo de la Universidad de Estocolmo, centro en el que logró ser líder de un proyecto sobre los mecanismos de reparación del ADN en 2005. En total, en Suecia, estuvo residiendo once años, hasta que se incorporó hace una década al CNIO.
Ahora, después de la repercusión alcanzada por varios avances científicos, como el haber descubierto la fórmula para frenar el cáncer de pulmón, el equipo del que forma parte Martínez ha vuelto a ser noticia nacional tras haber conseguido curar la fibrosis pulmonar en ratones. Un paso científico pionero, que ha querido explicar a HBN. “Lo que ha sido difundido recientemente por los medios de comunicación nacionales ha sido que estamos estudiando, diseñando y validando una terapia conjunta, que consiste en introducir un gen de la telomerasa, utilizando virus como vehículo de transporte para llegar al interior de la célula. Porque nos hemos percatado que muchas de las enfermedades degenerativas que provoca el envejecimiento se producen, precisamente, por este gen”, nos explica Paula Martínez.
Esta investigación se basa en el hecho de que las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas, los telómeros, se deterioran con la edad. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se acortan (se desgastan) quedando cada vez más desprotegidos lo que hace que la célula se muera. Los telómeros contienen un ADN sin información genética, sin embargo son importantísimos para el buen funcionamiento de los diferentes tejidos del organismo. Los telómeros actúan de forma similar al capuchón de plástico que se coloca en los extremos o puntas de los cordones de zapato, que evitan que se deshilachen.
Por ello, si los telómeros se van desgastando, las células dejan de dividirse y envejecen o mueren. Télomeros desgastados se asocian a la aparición de enfermedades neurodegenerativas o cardiovasculares, como el parkinson o fallo cardiaco. La telomerasa es una enzima o máquina capaz de reparar los telómeros desgastados. Sin embargo, el cuerpo humano, a medida de crecemos, deja de producir la telomerasa y por tanto nuestros telómeros sufren un desgaste progresivo con la edad. Así, como apunta Martínez, cada vez que una célula se divide el tejido va envejeciendo, haciendo que seamos más propensos a sufrir cierto tipo de enfermedades. El desgaste telomérico hace que la capacidad regenerativa de los distintos tejidos que forman nuestros órganos -pulmón, corazón, hígado, piel, sangre, riñón…- disminuya progresivamente a medida que envejecemos. Un principio que se piensa que es una de las causas de por qué envejecemos y somos mortales.
En este aspecto, Martínez concreta que “nosotros los que hacemos es tratar con telomerasa, una sustancia que alarga los telómeros, que hemos ensayado con ratones, consiguiendo retrasar los efectos del envejecimiento y la curación de enfermedades denominadas síndromes teloméricos, entre las que se encuentran el infarto de miocardio y la fibrosis pulmonar, así como otras dolencias, producidas por la incapacidad del organismo de regenerar el tejido.
Para desarrollar este proyecto, en el CNIO indujeron telomerasa tanto en ratones infartados como en ratones que padecían fibrosis pulmonar o anemia aplásica, comprobando que en los tres casos los ratones enfermos se recuperaban mucho más rápido, por lo que Paula valora que “el resultado obtenido es muy positivo, por lo que seguimos trabajando en ello, para tratar otras enfermedades que se producen por un problema degenerativo, esperando poder llevarlo a una fase clínica”. Una terapia que vienen ensayando en los últimos cinco años.
El equipo ha diseñado con éxito un ensayo preclínico para el tratamiento del cáncer de pulmón y glioblastoma. Este tratamiento se basa en el ataque a los telómeros de las células tumorales. Porque, ¡hasta las células malignas necesitan de sus telómeros para poder seguir creciendo!
Por el momento, este grupo en el que trabaja esta científica onubense ha logrado demostrar estos efectos en ratones, pasando ahora a una fase preclínica, paso necesario antes de llegar a un tratamiento clínico, es decir, en humanos, algo para lo que tendrán que pasar varios años. Con todo, Paula Martínez hace un llamamiento para que se apoye la investigación por parte de las administraciones públicas, dada su importancia, como se puede comprobar en este caso, en el que se ha logrado retrasar el envejecimiento y curar enfermedades que no tienen actualmente curación, con los múltiples beneficios para la salud que puede tener su aplicación. Así sea.