Redacción. Miguel de Cervantes Saavedra, el hombre que escribió las páginas más importantes de nuestra literatura, fue un madrileño de pura cepa. Nació en Alcalá de Henares en 1547 y murió en 1616 también en la región de la capital, sin embargo, durante su aventurada vida pasó por muchos lugares, entre ellos Huelva y Sevilla, siendo esta última la ciudad que se consideró el centro del mundo en los tiempos del autor.
Miguel de Cervantes firmó en tierras onubenses antes de firmar ‘El Quijote’
El escritor manchego dejó memoria en Huelva. Así lo atestiguan las Actas Capitulares de La Palma del Condado en los años 1578-1595. En estas páginas (restauradas por entonces a manos del Instituto de Patrimonio Histórico), con fecha de 25 de julio de 1593 aparece la firma del escritor más reconocido de la literatura española. El objetivo de esta firma no era otro que confirmar su presencia como recaudador para el General Miguel de Oviedo. Y es que, tal cual explicó el historiador José Luis Gonzálvez, tras la vuelta de Cervantes a España (allá por mayo de 1587), se le confía al escritor la posición de recaudador de impuestos atrasados (tercias y alcabalas) a lo largo de la ciudad de Sevilla y doce leguas a la redonda (siendo 1 legua 4,83 kilómetros). Esta tarea no fue nada fácil puesto que la población en aquellos tiempos sufría de hambruna, considerados » los años más que flacos del Condado de Niebla».
Pero vayamos al inicio de todo…
Los comienzos de Cervantes: Una vida entre España, Italia, Argel, Portugal
El autor de la obra más extensa de España, con tan sólo 19 años, ya había publicado sus primeras poesías. Y es que su afición por la lectura influenció mucho sus excepcionales obras. Pero los libros no fueron su única inspiración, también sus viajes marcaron una parte fundamental de sus escritos. Éstos comenzaron sobre el año 1569, cuando decide viajar a Italia donde se empaña del arte y estilo italiano.
Se le llamó “El manco de Lepanto” ya que en sus jóvenes 24 años dejó la literatura para participar en la batalla de Lepanto, resultando herido tanto en el pecho como en una mano. Hoy en día, en la ciudad de Náfpaktos en Grecia, los turistas pueden observar una escultura dedicada al escritor español. En su vuelta a España, los piratas musulmanes lo encarcelan y lo llevan a Argel hasta que un monje lo libera tras reunir la cantidad requerida por los captores. Un año después viaja a Lisboa, Portugal donde vive alrededor de dos años, con la intención de recuperarse económicamente, es allí donde conoce a Ana Villafranca (con quien tuvo una hija, Isabel de Saavedra). También es en Portugal donde, según algunas fuentes, comienza a escribir su primera obra importante: ‘La Galatea’. La relación con Ana Villafranca termina para casarse con Catalina de Salazar y Palacios, separándose de ella tras dos años sin tener ningún hijo. Poco más tarde se traslada a la capital andaluza donde comienza a trabajar como recaudador de impuestos, trabajo que lo lleva a la cárcel por segunda vez tras ser descubierto con irregularidades en las cuentas que éste gestionaba. Sin embargo, pese a su mala fortuna, la cárcel Real de Sevilla le aporta la inspiración para el personaje que le dio reconocimiento mundial, Don Quijote.
Su querida Sevilla, la ciudad más importante por entonces
El escritor que soñó con Don Quijote y Sancho Panza, consideraba Sevilla fascinante, de ahí que viajase a ella en dos ocasiones. La primera de ellas cuando tenía 22 años (en 1569) en su objetivo de escapar de la justicia que lo condenaba a cortarle una mano y a 10 años de destierro debido a un duelo con un albañil. Cervantes definió Sevilla como una ciudad alegre donde se celebraban numerosos intercambios comerciales gracias al puerto marítimo que regalaba el río Guadalquivir. Fue este mismo comercio quien llevó a la ciudad a pasar de 15.000 a 40.000 habitantes y es que se situó en el centro del comercio de lanas, seda, frutos secos, oro, plata, aceites, especias y conservas de pescado que procedían de América. El éxito de su seguro puerto desembocó en la mejora de la ciudad con el ensanche de calles, cambios en fachadas, el desarrollo de conventos, construcción de palacios, imágenes de flores y adornos con colores.
Tan importante fue Sevilla en aquellos tiempos que la nobleza más culta de Italia se trasladó a la capital andaluza. Sin embargo, Cervantes no se relacionaba con ésta ya que mientras los nobles italianos participaban en tertulias, el escritor prefería pasar el tiempo callejeando, paseándose por el puerto o apostando en casas de apuestas donde le encantaba pasar el tiempo.
No se puede negar que Sevilla fue para Cervantes su ciudad de inspiración. Y es que la capital de Andalucía hizo al escritor convertirse en pionero de muchas cosas: Fue en Sevilla que se consagró como el primero en escribir una novela en español, dándole el término «novela» e inventando el género que hoy nos resulta tan familiar. Cervantes fue también quien nombró y describió por primera vez el juego veintiuna, hoy conocido como blackjack dentro de su libro, Novelas Ejemplares, publicado en 1613. Otra de las cosas en las que Cervantes fue pionero fue en escribir la primera «novela moderna», que catapultó a la literatura española a otro nivel. Como bien dice P. Unamuno, lo que hace que esta novela, Don Quijote, sea única y revolucionaria, es el uso simultáneo de distintas narraciones dentro de una misma historia, la forma en la que la trama se entrelaza, con matices de comedia, drama y acción, así como la flamante ironía que lo define.
La segunda vez que volvió a su amada Sevilla fue en sus 40 años, lo hizo en busca de trabajo y acabó siendo nombrado comisario de la Armada. Poco después tuvo problemas con la justifica y en 1597 se vio encarcelado, enfermo y sin dinero. El escritor murió en 1616 sin tener idea de lo que supuso su obra y sin ganar ni un céntimo con su literatura. Sin embargo, tras su muerte, debido a que sus obras fueron las primeras novelas escritas en español, a la lengua española se le conoce como ‘La Lengua de Cervantes’.
Tres cosas que no sabías del “príncipe de los ingenios”
Así lo llamaron en su época, se ganó este título por crear una de las mejores obras de la historia universal así como la primera novela moderna. ‘El Quijote’ fue una parodia de los libros de caballerías que fue leída hasta por William Shakespeare. Y por último, te sorprendería saber que Cervantes nunca se consideró un buen poeta, lamentándose por ello en sus versos.