Rosa Mora. Potente destino vacacional por sus espectaculares fiordos y paisajes de ensueño, Noruega se ha convertido en los últimos años en unas de las regiones elegidas por ciudadanos de todo el mundo que hallan en este estado escandinavo las oportunidades laborales que no encuentran en sus países de orígenes. La onubense Rocío Sánchez Rodríguez es un ejemplo de estos valientes. Graduada en Enfermería, esta joven de 24 años reside en la ciudad noruega de Elverum desde febrero de 2017, población donde ejerce como sanitaria en un servicio relacionado con la atención domiciliaria.
Casualidades o no, de los más de 190 países existentes en el planeta, Noruega fue el país donde Rocío disfrutó de su beca Erasmus, estado al que el destino volvía acercarla ofreciéndole esta vez un contrato de trabajo. Con el apoyo de su familia y los consejos de sus abuelos, emigrantes como muchos otros miles de españoles hace no muchos años, la onubense aceptó el reto y se aventuró a poner rumbo a una nueva vida en busca de una estabilidad laboral difícil de alcanzar en estos momentos en España. Una experiencia que, más allá de lo referente al apartado profesional, le ha regalado mucho más de lo que ella esperaba, entre otras cosas, el haber conocido a su pareja, Gustavo. Nos lo cuenta en esta entrevista.
– ¿En qué momento y por qué decidiste trasladarte a Noruega?
– Me trasladé a Noruega porque necesitaba un cambio de aires, un poco de estabilidad tanto laboral como económica, y un poco también por salir del nido que, quedándome en Huelva trabajando, sabía que eso no sucedería hasta dentro de mucho tiempo. Una amiga también enfermera, me envió una oferta de trabajo para Noruega por correo y no me lo pensé.
– Cuéntanos, ¿Dónde trabajas actualmente?
– Trabajo de Hjemmesykepleier, esto quiere decir Atención Domiciliaria. Atendemos a personas que son semi-independientes, no requieren estar institucionalizados en una residencia, pero tienen unas necesidades de salud específicas que deben cubrirse y que son muy variables de paciente a paciente. Esto permite a las personas poder seguir viviendo en sus casas y no tener la necesidad de ser institucionalizadas.
– ¿Es un trabajo similar el que desempeñan los enfermeros en Noruega al que ejercen en España ¿Mismas funciones?
– No. En Noruega la enfermería ofrece más servicios a la población que en España. Además, el ratio enfermera-paciente es mayor en Noruega que en España, cuadriplicando el número de enfermeros por habitantes del primero respecto al segundo. Esto, a efectos prácticos, supone que nuestras funciones en el trabajo sean muy amplias y por ejemplo en un servicio como en el que trabajo yo, un 30-40% de mis funciones son puramente enfermeras y muy parecidas a las que realizamos en España, pero el otro 70-60% son labores que las puede realizar cualquier compañero sin necesidad de ser enfermero y son actividades encaminadas al apoyo en las actividades básicas de la vida diaria del paciente.
– ¿Estaba en tus planes trabajar fuera de España?
– Creo que desde que me fui de Erasmus, también a Noruega en 2014, siempre supe que la experiencia del extranjero la tendría que volver a probar. Lo que no estaba en mis planes era volver al mismo país, pero así fue.
– Resides en Elverum, Noruega ¿Cómo describirías la ciudad?
– Pequeña, sin gracia [ríe]. Es un pueblo de 20.000 habitantes. Es una calle con bares -pocos, para el gusto de cualquier español-, y el resto son casas y casas y más casas desperdigadas. Sí es cierto que tiene zonas de bosque muy bonitas y zonas de alrededor con mucho encanto.
– ¿Algún rincón favorito?
– El bar al que siempre vamos ‘Stein Bua’ [Sí, somos muy de bares]. Aparte de ser un lugar muy acogedor, el personal es inigualable. Camarero canario, cocinero canario… uno ahí se siente como en casa.
– ¿Cómo es tu día a día?
– Pues mi día a día cambia mucho según la estación. En verano por ejemplo, combinábamos trabajo con rutas en bici, sobre todo. Ahora en invierno, con -25 grados y la nieve por las rodillas es muy difícil que tus planes se salgan de trabajar-casa-mantita y ‘peli’-dormir-trabajar. Aunque bueno, de vez en cuando entre plan y plan entra una escapada al bar y a esquiar. Tenemos la estación de esquí más grande de Escandinavia a 60 km de casa. Además, en la casa en la que vivo, vivimos 11 personas más, así que casi todos los días nos reunimos en alguna de las plantas de la casa para contarnos nuestro día cerveza en mano, y lo que surja.
– En referencia a los idiomas, ¿Cómo te manejas?
– El noruego es un idioma muy complicado. No por el idioma en sí, sino por la cantidad de dialectos que hay, que varían de persona a persona, a veces ni entendiéndose entre ellos. Pero puedo decir que después de un año trabajando aquí voy dominando el idioma o, bueno, me hago entender.
– ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de la vida en Noruega?
– Me ha llamado mucho la atención la cultura totalmente “casera” que tienen. Muy diferentes a los españoles en todos los sentidos. Los noruegos tienen otras prioridades, una de las principales es formar una familia, cuanto antes mejor. Es muy normal ver matrimonios con 24 años y 3 hijos. Son por lo general, sobre todo en la zona en la que vivo, de primeras un poco reservados, aunque una vez que los conoces se muestran cercanos. Esto creo que se puede explicar por el clima: oscuridad, frío, nieve, que supongo que te incita a aislarte en casa, esto lo he vivido en mis propias carnes. La ventaja que tenemos en el trabajo, y es una gran ventaja, es que el 80% de los trabajadores de mi unidad somos extranjeros. Tenemos compañeros de Somalia, Afganistán, Suecia, España (10), Kurdistán, Taiwán, Rumanía… y esto sin duda hace el ambiente de trabajo mucho más ameno y solidario, ya que todos sabemos por lo que hemos pasado todos al llegar y nos apoyamos mucho.
– ¿Algún aspecto al que te haya sido complicado adaptarte?
– A los precios, a la falta de buen pan y a la oscuridad. Eso de pagar 9 euros por una cerveza… Suerte que los salarios compensan bastante, pero aún así sigue siendo todo muy caro. Respecto al pan, solo hacen pan de molde y la oscuridad, por suerte es algo que ya va de paso, pero hemos estado días sin ver el sol y eso para un onubense es duro. Y bueno, la comida en general. Como en Huelva no se come en ningún sitio, esto está claro. Comer y beber por menos de 5 euros aquí es impensable. Cuando salimos a comer, ya sabemos que mínimo te tienes que preparar 40 euros por persona, y no es que vayamos a restaurantes de lujo, hablamos de una pizza y un par de cervezas.
– Y tu tiempo libre, ¿En qué sueles emplearlo?
– Pues mi tiempo libre suelo emplearlo con mis amigos y mi pareja, a la cual conocí aquí en Noruega. Desde el primer día congeniamos bastante y no hemos parado de hacer planes desde entonces. Desde viajar a algún sitio cuando conseguimos tener varios días libres hasta escaparnos a esquiar cada vez que tenemos oportunidad. Y salir, siempre que se pueda. Como ya mencioné antes, el clima no acompaña ahora para hacer mucho más, pero al final nunca nos faltan los planes.
– Respecto a tu familia, ¿Qué pensó cuando tomaste la decisión de marcharte?
– Me apoyaron todos. Con pena, por supuesto, pero ellos sabían que mis oportunidades en Huelva y en España eran muy limitadas, así que era la opción que me quedaba si quería dar el salto hacia la “estabilidad”. Sus consejos y apoyo me ayudaron mucho, y sobre todo me ayudó mucho mi abuela, que también fue emigrante junto con mi abuelo, y contándome sus vivencias me hizo reflexionar mucho. Ellos emigraron sin idioma, sin internet, sin nada. Pareja de pueblo que no ha salido nunca de casa, y allí se fueron con una maleta y mucho valor, dejando a sus hijas en España. Eso fue lo que me dio el empujón.
– ¿Qué echas más de menos?
– Echo de menos sobre todo a mi familia y a mis amigos y poder pasar tiempo con ellos. Por suerte he podido hacer buenos amigos aquí, de esos que sientes que son para siempre, pero eso no quita que eche de menos todo lo que tengo allí, ¡que no es poco! Y poder trabajar hablando español. Eso es un lujo y yo no me había dado cuenta. Eso de poder expresarte y no necesitar pensar, no tiene precio.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones?
– Mis aspiraciones en cuanto a mi vida en general son sobre todo disfrutar y viajar. Viajar mucho. Aunque mi estancia en este país ya tiene fecha de fin, sé que acabaré volviendo porque las experiencias que me ha brindando han sido inmejorables y de cada vivencia, ya haya sido buena o mala, he aprendido algo. En cuanto a mis aspiraciones profesionales, me gustaría poder encontrar un buen trabajo en España como enfermera porque la enfermería, como en España, no es en ningún sitio, probablemente en algo relacionado con la atención primaria o las emergencias, pero ya veremos qué me depara el futuro.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– ¡Hay que salir de casa, sin duda! Al final somos el producto de nuestras vivencias, y salir de casa nos da mucha visión del mundo que no podemos tener quedándonos estancados en lo que llaman “zona de confort”. Os animo a que salgáis, viváis y probéis, que aunque los comienzos son duros al final la experiencia puede ser la mejor de tu vida.
Reconoce que los consejos de su abuela, quien también tuvo que emigrar separándose entonces de sus hijas y en una época en la que no existían los avances tecnológicos actuales, la animaron a dar el salto. Desde febrero reside en la ciudad de Elverum donde trabaja en atención domiciliaria.