Ana Rodríguez. Pergamino es una palabra que está llena de magia. Cuando la pronunciamos parece transportarnos a otro tiempo, a otro lugar. Se nos vienen imágenes de la Grecia y la Roma clásicas, o de Asia Menor, pues no en vano este tipo de papel debe su nombre a la ciudad de Pérgamo, en la península de Anatolia, donde se cree que en la Antigüedad existía una gran producción de este material.
En la provincia de Huelva, si hay alguien que pueda presumir de dominar este arte ancestral ése es sin duda Francisco Llonís Santiago, un onubense natural de Paterna del Campo que nació con el don del dibujo y la destreza de un gran artesano. En sus 77 años de vida, ha realizado 755 pergaminos… «bueno, 756 si contamos el que estrena este año el centurión Cayo Casio Longino en la Hermandad de la Fe el próximo Viernes Santo», apostilla Llonís, quien ha sido pregonero de la Semana Santa de Huelva.
Y es que tiene anotados y documentados cada uno de sus cientos de pergaminos, teniendo constancia de a quién fue entregado, en qué fecha y el boceto o fotografía de la imagen que pintó en él. En este largo listado aparecen nombres como el S.M. el Rey Emérito Juan Carlos de Borbón o el Papa Juan Pablo II, a quienes la Hermandad de Clarines de Beas y la Hermandad de Montemayor de Moguer entregaron respectivamente sendos pergaminos del autor. «En la de Juan Pablo estuve presente. Fue en Roma y vivimos un momento muy entrañable», recuerda el onubense.
El abanico de pergaminos de Francisco Llonís es amplísimo, aunque cada uno es distinto, pues el artista estudia con recelo a la persona o institución a la que se dedica y con qué motivo para personalizarlo al máximo, creando obras de arte únicas, en las que la imagen siempre completa al texto conmemorativo. Como destaca, «he hecho pergaminos para pregoneros, de exaltaciones, para muchísimas hermandades, los que se entregan en las Medallas de Huelva y en las de Diputación y en coronaciones como las de la Virgen de los Milagros de Palos de la Frontera o de la Cinta«, entre muchos otros.
La elaboración de estas auténticas obras de artesanía es muy laboriosa y complicada. Tal y como las realiza Francisco, el primer paso es comprar piel de ternero sin grasa, que no es fácil de conseguir, y mojarla como si fuera un plástico o tela. Luego se tensa y se le da un temple con clara de huevo, como hacían los maestros antiguos. Al secarse queda satinada, como un hoja de papel, y es ahí donde se crea la obra para la persona o institución homenajeada. Se da color, se perfila y se fija con goma laca para dar un acabado satinado. El dibujo queda fijado de tal manera que ya no se elimina a menos que se moje. Finalmente se decora con filo de oro, letras capitulares y otros tantos remates que dan al pergamino su aspecto final.
Llevando toda la vida dedicado a estos menesteres, no es de extrañar que muchos de sus momentos tanto hermosos como tristes hayan estado marcados por esta labor artesanal. Así, Llonís recuerda uno de esos instantes: «el Ayuntamiento de Huelva me había encargado los pergaminos de las Medallas de la Ciudad, los que se entregan el día de San Sebastián. Los estaba haciendo cuando falleció mi padre y, con todo el dolor de mi corazón, los tuve que terminar. Ya estaba el acto convocado y no podía cambiarse. Fue un momento intenso en mi vida y mi mujer me suplió con mi padre para poder entregar el encargo a tiempo».
Pero no siempre supo Francisco Llonís que su camino artístico pasaría por convertirse en un maestro del pergamino. Fue a raíz de una de sus primeras exposiciones, realizada en Moguer, donde expertos le orientaron para que condujera su trayectoria por estos derroteros. En aquella muestra, el paternino mostraba trabajos muy diversos, como óleos con marinas, bodegones, retratos, paisajes y, como no, algunos pergaminos. «La gente entendida decía que me veía más en el pergamino porque tengo buena base de dibujo y, a partir de ahí, empecé con ellos», recuerda Llonís.
El ser una persona artísticamente muy polifacética es fruto del don natural que posee el onubense y también de su autodidactismo, pues jamás tuvo ocasión de estudiar Bellas Artes. De niño, en su Paterna del Campo natal, ya destacaba en el colegio por sus dibujos y exquisita caligrafía que otros compañeros copiaban. Aunque eran escasos, siempre que había un evento cultural en el pueblo, allí estaba el pequeño ‘Llonís’, como todos los conocían, en primera fila para no perder detalle.
«Mi primer recuerdo es pintando», afirma el onubense, «mi padre era zapatero y lo recuerdo en la banquilla trabajando y yo sentado en sus rodillas dibujando con tres o cuatro años». De origen humilde, su familia quería que Francisco trabajara en el campo, a lo que él se negó en rotundo. Lo metieron entonces a aprendiz de carpintero y luego se colocó en una farmacia de ayudante del boticario, compaginando siempre sus obligaciones con su pasión: «si había una fiesta o una venida de la Virgen, muy típicas entonces, yo iba a adornar y decorar la iglesia, y en Navidad ponía el Nacimiento», reconoce el paternino.
Al final, Llonís estudió Comercio en Huelva, luego hizo el Servicio Militar en Algeciras y también estuvo viviendo en Sevilla. Pero en los 70, tras estudiar Filosofía en el Seminario, conoció a su mujer, se casaron e instalaron en Huelva capital. Entró en Almacenes Arcos, donde se encargó durante varios años de la decoración y la cartelería del centro comercial y las tiendas. También ha sido administrativo y ha trabajado en despachos de procuradores… pero al final se prejubiló para dedicarse a su arte y al estudio del mismo, pues conoce y aplica las técnicas que utilizaban los pintores y escultores antiguos.
A lo largo de su vida, además de pergaminos ha realizado numerosas obras, como el diseño de la Cruz de la Victoria en Paterna del Campo, el camarín de la Virgen del Rosario de Carrión de los Céspedes y la pintura de la capilla de la Hermandad de la Cena de Huelva y el altar mayor de El Polvorín. También ha realizado el dorado del retablo de El Cautivo y restaurado, entre otras, una Virgen Chiquita de León Ortega, el Viacrucis y el San José de la parroquia del Sagrado Corazón de Huelva y la Virgen del Rosario de su localidad natal. «Ahora estoy metido en un proyecto grande en Lucena del Puerto en el que me está ayudando mi hija Sara, que ha estudiado Bellas Artes y su especialidad es el dorado al agua», destaca Llonís orgulloso.
Asimismo, el onubense tiene una cruzada personal, lograr que la Junta de Andalucía reconozca la miniatura sobre pergamino como un trabajo artesanal. Y es que el artista posee la Carta de Artesano de Andalucía en una modalidad vinculada a la elaboración de cuero, pues la categoría de pergaminista no existe. Como bien explica, «el pergamino es un trabajo que no está recogido como artesanía por la Junta de Andalucía, aunque lleva un proceso artesanal muy complicado. Yo además hago miniaturas sobre pergamino. Tengo un álbum de esos trabajos en el que, por ejemplo, puede verse en un centímetro cuadrado la cara de la Macarena«.
Miniaturas, pinturas, pergaminos, carteles, tablas… Una vida dedicada al arte en su sentido más amplio que Francisco Llonís deja como legado a su tierra: «Mi obra espero que algún día hable de mí. Esa es mi huella».
1 comentario en «La elaboración de pergaminos, un arte que domina con maestría el onubense Francisco Llonís»
Gran Artista y MEJOR PERSONA. Un abrazo.