Antonio J. Martínez Navarro. Luis Rodríguez Caso era un hombre de grandes iniciativas y un excelente y práctico organizador. En su residencia de la calle San Bernardo, convertida en un auténtico museo tenían siempre cordial acogida artistas y literatos. En sus reuniones de los viernes y sábados era tema principal el arte en todas sus manifestaciones. En una de aquellas refinadas reuniones verificadas en 1907 o principios de 1908, este inteligente y culto señor, que tanto había viajado por todo el mundo y que había advertido algunos focos de animadversión hacia España en los países hispanoamericanos donde había girado visita, expuso una utilísima idea: Organizaría y celebraría un certamen en 1908 en el que se promocionaría el arte e industrias patrios en todas sus manifestaciones y se invitarían a todas las regiones y ciudades españolas y a las naciones hispanoamericanas, con lo que eliminarían viejos resquemores surgidos en unas nefastas relaciones, entre España y los países hermanos allende el Atlántico, que se había dado a lo largo de la centuria XIX y que había culminado al terminar la contienda de 1898.
Se celebró el evento cultural y se saldó muy favorablemente.
Posteriormente, se fueron organizando otras Exposiciones, en las que se llevaron a la práctica iniciativas laudables que acercaron a los grupos antagónicos y, tras el retroceso que para la Exposición supuso la guerra europea, en 1920 nuevamente abría sus puertas el recinto expositivo.
Todo iba bien, pero en 1925 o 1926 surgió la idea de organizar una Exposición gigantesca. Y en el país de los grandes monumentos, en el país que contaba y cuenta con ciudades como Toledo, Cáceres, Granada, Córdoba, Sevilla, Salamanca, verdaderos museos de arquitectura, ¿Por qué no organizar un Certamen en el que todos los participantes pudiesen exhibir y promocionar sus productos en un edificio de mampostería que resumiese su propio estilo arquitectónico?
Quedó fijada la celebración del Certamen para 1929.
En noviembre de 1927 la Comisión de la Exposición cursaba invitación a la Excma. Diputación Provincial de Huelva, que agradecía y aceptaba la invitación. Precisamente, el día 18 de ese mismo mes, el Excmo. Ayuntamiento de Huelva mostraba gran inquietud al respecto, ya que en la citada fecha aún no se le había dirigido en ningún sentido el Comité de la Exposición (Actas Capitulares, del 18 de noviembre de 1927):
<<…El Sr. Lossada y Ortiz de Zárate explanó moción sobre la participación del Ayuntamiento en la Exposición Iberoamericana de Sevilla, preguntando cuál es el propósito del Ayuntamiento; el Sr. Presidente manifestó que no había recibido invitación alguna del Sr. Presidente del Comité de la Exposición habiendo convenido con aquél se informe de los deseos del Comité de la Exposición en cuanto a la participación de las Corporaciones municipales y provinciales a fin de estudiar lo que proceda en vista de las gestiones…>>.
Poco después, el Comité de la Exposición cursaba invitación a la mayoría de las capitales españolas, incluyendo Huelva.
El lunes, 27 de febrero de 1928, se reunían en el Gobierno civil de Huelva las fuerzas vivas de la ciudad para tratar de la Exposición (“Diario de Huelva” del 28 de febrero de 1928):
<<Huelva y la Exposición Iberoamericana. Convocadas por el Gobernador civil, Sra. Salas y Vaca las autoridades, fuerzas vivas y representantes de la Prensa, para tratar de la participación de Huelva en la Exposición Iberoamericana de Sevilla.
Abierta la sesión, el Vicepresidente de la Diputación, Sr. Casado, manifestó que el Secretario del Comité de la Exposición Iberoamericana, con el cual había tenido ocasión de hablar, le comunicó que Córdoba irá a la Exposición con un pabellón, opinando que Huelva debía unirse a Almería, Granada, Málaga, Jaén y Cádiz, con el fin de estar representada en la forma más adecuada y brillante.
El Sr. Presidente de la Diputación Provincial, Sr. Pérez Romeu, comunicó que ésta contribuirá al Certamen en forma que nuestra provincia pueda presentarse de la manera que le corresponde, a cuyos efectos tiene consignadas en presupuesto sesenta mil pesetas, de las cuales quince mil se dedicarán a la creación de una estatua a Martín Alonso Pinzón.
El alcalde, Sr. Lossada y Ortiz de Zárate, dijo que aunque el Ayuntamiento no tiene nada consignado, concurrirá al Certamen cual corresponde a las gloriosas tradiciones del pueblo onubense.
El jefe de la U. P., Sr. Cepeda, manifestó que estaba dispuesto a convocar a los alcaldes de la provincia para recabar de ellos que todos los pueblos cooperen a la Exposición, en la forma que les permita su capacidad económica.
Opinan que podrán aportar unas cien mil pesetas.
El gobernador manifestó que era preciso confiar en el ofrecimiento del Sr. Cepeda, el cual, en distintas ocasiones, ha laborado con gran entusiasmo por los intereses de la provincia.
Se acordó dirigirse a las Cámaras de Comercio y Agrícola y entidades y Corporaciones con objeto de que aporten cuantos medios económicos les sean posible.
El Sr. Salas y Vaca se dirigirá a los gobernadores de las provincias mencionadas por el Sr. Casado, para llevar a la práctica la iniciativa del Secretario del Comité de la Exposición.
Se lamentó de que a la reunión no hubiesen concurrido los señores Marchena Colombo y Siurot, vocales del Comité de la Exposición Iberoamericana por hallarse en Sevilla.
En la reunión, que terminó ya entrada la noche, reinó el mayor entusiasmo>>.
El 9 de mayo de 1929, se inauguraba la Exposición Iberoamericana con gran solemnidad, certamen en el que se exponía a todo el arte, comercio, historia, artesanía, etc. de España y de las naciones hispanoamericanas que, en aquella fecha, le rendían a la Madre Patria homenaje en aquel fraternal abrazo.
De un salto quisiéramos en la actualidad situarnos allí, pasear por una magna Exposición, corazón de todas las inquietudes y de todas las satisfacciones, que ocupaba cerca de dos millones de metros cuadrados y estaba enclavada en los maravillosos Jardines de María Luisa, Las Delicias y el Recinto Luz, contemplar el desfile de las gentes, historiar, en lo posible, el ambiente que reinaba en ella.
Por doquier, se levantan los pabellones de las diferentes naciones hispanoamericanas y de las diversas ciudades españolas y, sin necesidad de penetrar en ellos, podemos, a través de sus fachadas, reconocer sus orígenes. De pronto observamos, a unos cien metros, un edificio que tiene en su fachada detalles familiares. Es el magno pabellón de Huelva.
Se puede afirmar que este pabellón era una preciosidad: enaltecía a la provincia que representaba y al arquitecto que lo concibió: José María Pérez Carasa.
El edificio se constituía en una síntesis de la arquitectura provincial onubense. Así, la silueta de la torre era igual a las de las iglesias de San Pedro en la capital y de la Palma del Condado; “La Puerta de los Novios, de Palos de la Frontera, estaba fielmente representada en aquel inmueble. También se observaba en él los rasgos más salientes del Monasterio de Santa María de la Rábida, vínculo de expresión de un pensamiento gigante.
La portada se abría a un pequeño zaguán empedrado de pequeños cantos, de rústico techo artesanado y entrevigado de madera, que ocupaba toda la anchura de la casa, en su parte delantera. Del zaguán se pasaba directamente al vestíbulo de entrada decorado con barriles de los cosecheros Juan Lazo y Juan Millán, ambos de Huelva; Vides Alonso, de Trigueros y Salas Hermanos, de La Palma del Condado. La Casa “Pichardo”, presentaba coñacs y los vermut y aguardientes pertenecían a Pérez, de Bollullos Par del Condado; B. Hermanos, de Rociana del Condado; Acebedo, de Almonte; Viuda de Narciso A. de Rociana; Juan Esturión, de Almonte y Julián Espinosa, de La Palma del Condado.
Los ricos caldos onubenses también se exponían en otras galerías: Anís “La Serrana”, de Higuera de la Sierra; Juan Lazo, de Huelva; Salas Hermanos, de La Palma del Condado; Francisco Vallejo, de Bollullos Par del Condado; los elogiados licores de Rafael Hierro, de Huelva; Morales y Cepeda, ambos industriales de La Palma… y una botella de grandes dimensiones de Antonio Jiménez, de Alosno.
Dejemos que sea el diario “La Provincia”, de fecha 29 de abril de 1930, quien nos siga informando sobre la célebre Exposición:
<<…En la primera sala se han expuesto barriles que contienen caldos del siglo XVIII; en una vitrina, se han colocado embutidos y salazones de Sánchez y Compañía y Delgado Martín y Feu y Pedro Jesús, de Ayamonte y Juan Delgado, de Almonte.
También el tonelero Pedro Lolis, de La Palma del Condado, ha expuesto unos pequeños barriles anuncios.
En la segunda vitrina se ha expuesto una magnífica colección de mineralogía de toda la provincia, compuesta por cuarenta y cinco minerales distintos.
La tercera vitrina nos muestra cera de J. Ordóñez, de Zalamea la Real; calzado, de Becerro; varios tejidos de lana elaborados a mano; frutas secas y otros variados productos.
Merece citarse aparte, los objetos presentados por el doctor Lanchafel. Consiste en un equipo completo de contrabandista, varios juegos de cubiertos compuesto por cuchara, tenedor y cuchillo, elaborados a navaja, objetos que están unidos por una cadena, hecha en la misma pieza; un cucharón ejecutado por un manco; varios vasos y pequeñas cantimploras, trabajadas en cuero y otros objetos, los cuales han sido ejecutados en Alájar e Higuera de la Sierra.
La segunda sala, tiene en una vitrina, magníficos tejidos y colchas, de Clemente Ordóñez, de Higuera de la Sierra, y varios muñecos, con los trajes típicos de la Serranía…
En otras salas y galerías, están las aceitunas, de José Salas y Juan Vides, ambos de Trigueros; mosaicos de la fábrica de Eduardo; frutas de Galaroza y de Moguer, una escopeta, invención de Manuel López y varias muestras de material de construcción, presentadas por Francisco Rivas Castellón, de Niebla.
Un pedazo de mineral con incrustaciones de oro, encontrado en los terrenos inundados por el Guadiana, se muestra como objeto codicioso.
Esto es lo que la renovación, nos ha presentado, en nuestro pabellón, visita hecha con rapidez. Si se ha omitido algún detalle, otro día lo daremos con más fijeza.
Y de las fiestas vamos a no hablar ya que necesitaríamos mucho espacio del cual no disponemos, pero no obstante, diré que han dejado un buen recuerdo en Sevilla, y eso que el tiempo se presentó mojadero; si no hubiese sido necesario poner un cartelito como en los tranvías>>.
A esta Exposición, fueron invitados los alcaldes de todos los pueblos de la provincia.
No se desarrolló la participación onubense en esta Exposición sin espinas. Así, tuvo bastante polémica el cambio de objetos que realizó el recién llegado, a su cargo, Gobernador civil, Sr. Monge Bernal (Actas Capitulares de 19 de mayo de 1930):
<<… Por último, el Sr. Alcalde-Presidente ocupó el cambio de objetos del Pabellón de esta provincia en la Exposición de Sevilla, dispuesto por el Sr. Gobernador sin contar con la Diputación y el Ayuntamiento de la capital que costean dicho pabellón, cambio consistente en haber retirado, guardándolo en cajones como cachivaches inútiles y sin valor, algunos objetos de valor histórico para dar lugar a una exhibición de productos industriales y comerciales de la provincia que podía ocupar otras instalaciones de la Exposición apropiado para ello, siendo más doloroso que dentro del Pabellón que es una muestra de la sentimentalidad histórica provincial, se hayan efectuado propagandas comerciales e industriales que por su carácter si bien es cierto que han traído público numeroso, pero que al orador le hace pensar que seguramente la escasa concurrencia de visitantes que ha tenido las magníficas instalaciones de la Plaza de América se habría convertido en avalancha que hubiese hecho preciso la utilización de la guarnición de Sevilla para contenerla si el Pabellón de Arte Antiguo y hoy el de las Bellas Artes se hubiera ofrecido al visitante como en el de Huelva, los productos del país con toda generosidad y más si otros consisten en vinos, licores, conservas de pescados y productos del cerdo…>>.
En este punto conviene que recordemos el simpático gesto de Monge Bernal: el reclamo más importante del Pabellón de Huelva fue el deguste de los vinos y chacinas de esta tierra, pero como éstos sólo los gozaban los que tenían la suerte de visitar la fantástica Exposición y no los pobres de Huelva que parecía olvidados, el Gobernador hizo que llevaran al Asilo de Ancianos, las Hermanitas de la Cruz y los de San Vicente de Paúl, un caldo tonificante de puchero, una copa de oro líquido –el vino de la tierra- y una loncha de tocino de jamón serrano.
Una vez terminada la Exposición, ¿permaneció el bonito edificio durante mucho tiempo en pie en territorio sevillano?
No, porque las autoridades onubenses, se encuentren en la fecha en que se encuentren y sean del color político que sean, primero derriban el edificio de interés, para evadirse de las preocupaciones que puedan conllevar y para “hacer caja”, y luego se lamentan. Así, en junio de 1931 los munícipes onubenses acordaron derribar el palacete de Huelva en la Exposición.
El lunes 22 de junio de 1921 aparecía en “Diario de Huelva” un suelto del Sr. Fernández de los Reyes en el que protestaba por el citado acuerdo del Cabildo onubense.
Al día siguiente, el tema del derribo se convertía nuevamente en protagonista en el mismo periódico:
<<El derribo del Pabellón de Huelva. En Diario de Huelva de ayer aparece un suelto autorizado por el Sr. Fernández de los Reyes en el que protesta del acordado derribo del Pabellón de Huelva en la Exposición Hispanoamericana y ofrece poner determinadas y futuras aplicaciones que pueden dársele al mencionado edificio.
El Sr. Fernández de los Reyes ha debido ser mal informado. En pocas líneas vamos a exponer a él y a la opinión lo ocurrido y el estado actual del asunto.
Primeramente hemos de aclarar que el nuevo alcalde de Huelva, Sr. Barrigón, no ha tenido más intervención en ello que el anunciar el concursillo entre los maestros de obras de Huelva que quisieran o les convinieran hacerse cargo del derribo, en evitación que lo hiciera cualquiera otro de Sevilla o de que se pudiera pensar que era cosa silenciosamente convenida.
Y vamos a lo esencial. La Comisión liquidadora de la Exposición Sr. Fernández de los Reyes ha sido la que ha decretado la demolición con la obligación de retirar los materiales, “dejando el suelo libre en absoluto”, de todos los pabellones regionales del sector Sur, entre los que está el de Huelva, y de no procederse al derribo lo llevaría a efecto la citada Comisión por cuenta y a expensas de los Ayuntamientos respectivos.
El delegado del Ayuntamiento, en el Pabellón, don Eduardo Díaz, escribió por dos veces al entonces alcalde Sr. Sabrás, dándole cuenta de la resolución de la Comisión Liquidadora, así como del resultado negativo de sus gestiones cerca de las sociedades del ramo de construcción de Sevilla, no habiendo en todas ellas quien se decidiera a quedarse con el “negocio”.
Posteriormente el Sr. Díaz aprovechando la circunstancia de que un vecino de Sevilla, don Gómez Torralba, va a edificar unos garajes en terrenos de los hoteles del Guadalquivir, le propuso en principio el que se quedara con el derribo, contestando este señor que se haría cargo de él sin dar nada al Ayuntamiento y en este sentido pidió el citado Sr. Torralba al Sr. Sabrás, proponiéndole efectuar el derribo, sin abonar un céntimo, por carecer el Pabellón de materiales que no dejan más que para el abono de jornales y acarreo. De ahí que antes de concederle a un vecino de Sevilla la necesaria autorización para que proceda a la forzosa demolición decretada por la Comisión Liquidadora, el Sr. Barrigón haya brindado este asunto a los que en Huelva pudieran hacerlo.
Contamos que la precedente aclaración habrá satisfecho al Sr. Fernández de los Reyes>>.
Se quiere salvar el Pabellón, ¡ilusos! y el viernes 26 de junio del mismo año se dicta, en “Diario de Huelva”, una solución ingenua por parte de José Fernández de los Reyes:
<<…Pero ya que por milagro se ha salvado el nuestro de una demolición general; puesto que todavía está allí en pie, debemos de buscar la manera de lograr una solución para salvarle la vida; porque es una pena que un edificio tan precioso que ha costado más de cien mil pesetas el levantarlo desaparezca del mundo sin dejar rastro de su existencia.
No sé si será un disparate lo que voy a decir, pero yo no entiendo de esas cosas de albañilería; pero vamos a ver. ¿No pudiera derribarse con mucho cuidado ese edificio por los obreros de Huelva y con sus materiales y su aprovechamiento levantar otro pabellón aquí análogo bajo la dirección del mismo autor del proyecto Sr. Carasa? Instalarlo, por ejemplo, en los solares del Muelle o en la Avenida de la Rábida para que sirviera de exposición permanente de los ricos y variados productos de nuestra región o para otras aplicaciones útiles y beneficiosas. Precisamente está actuando ahora en Huelva, de acuerdo con la Alcaldía, una Comisión de mayores contribuyentes que tienen por único objeto dar ocupación a los obreros parados. ¿Y qué mejor ocupación que esa de trasladar de un lugar a otro un edificio que es nuestro, que es de todos nosotros, que ha costado veinte mil duros y que está llamado a desaparecer si no se acude pronto a salvarlo de la ruina?
Yo quiero que esta idea mía la acojan con cariño y benevolencia la Comisión de mayores contribuyentes, el Alcalde, el Ayuntamiento, la Diputación, todos los buenos choqueros, todos los amantes de esta tierra, pues todos estamos obligados a contribuir con nuestro concurso y con nuestro dinero si es preciso a realizar tan meritoria obra.
Si así lo hacemos, podremos tener el orgullo y la satisfacción el día de mañana, cuando ese hermoso edificio esté instalado en el Muelle o en la Avenida de la Rábida (o en otro sitio a propósito) para enseñárselo a los turistas y a todas las personas que nos visitan diciéndoles: ¡Ese es el pabellón de Huelva que estuvo en la Exposición Iberoamericana de Sevilla!>>.
En las Actas Capitulares del día 12 de diciembre de 1931, hallamos el fin del artístico edificio que nos ocupa:
<<Visto escrito de don Francisco Rodríguez, vecino de Sevilla, comprometiéndose a tomar a su cargo el derribo del Pabellón de Huelva en lo que fue la Exposición de Sevilla aprovechando los materiales, dejando expedito el terreno en el plazo marcado por la Comisión Liquidadora de la Exposición sin obligación de pago alguno, el Ayuntamiento por el aprovechamiento de los materiales, acordó adjudicarle el derribo referido en la condición expresada y comunicárselo a la Comisión Liquidadora citada>>.