Mari Paz Díaz. Laura Fernández, una onubense de 20 años, es una joven que desde el colegio y el instituto se percató de que lo suyo no eran los números, sino los idiomas. Así que, cuando acabó Bachillerato, decidió estudiar Traducción e Interpretación en Sevilla, estudios universitarios que, además, le permitía tener la experiencia de vivir fuera de Huelva, «a lo que yo no vi ningún problema, pues estaba deseando comenzar una nueva etapa y qué mejor que en una nueva ciudad», nos confiesa la joven. En concreto, Laura se matriculó en la Universidad Pablo de Olavide de la capital hispalense, donde continúa realizando este grado y donde «he conocido a un montón de gente y de profesores, que hacen que me guste cada vez más lo que estudio y el camino que he escogido, aunque, claro, no deja de haber puntos amargos y asignaturas difíciles, como con todo».
Unos estudios universitarios que el pasado año le dio la oportunidad de acogerse al programa Erasmus +, con el que le otorgaron una beca para cursar un año de estudios en alguna ciudad europea. Y, «como yo estaba estudiando francés e inglés y ya había tenido una pequeña experiencia en el país anglófono, decidí poner en mi lista de preferencias las ciudades francesas», nos cuenta.
Fue así como logró una ayuda económica para una estancia de estudios durante nueve meses en París, la capital francesa. Una experiencia que está siendo muy interesante, como nos ha querido contar en esta entrevista, concedida para ‘Onubenses por el mundo’.
-Laura, ¿cuál fue tu motivación para irte fuera?
–Decidí irme fuera porque realmente no me quedaba otra opción; tarde o temprano tenía que hacerlo. Estoy estudiando una carrera de la cual, se supone, hay que salir dominando una lengua y la cultura que la envuelve, por lo tanto, ¿qué mejor manera de conocerlas que implicarse de lleno en ellas? De todas formas, he de decir que siempre me ha gustado mucho viajar y vivir nuevas experiencias y, rápidamente, vi aquí una manera de compaginar mis estudios con esas ganas.
-De todas formas, no es tu primera estancia en el extranjero.
-No, no es mi primera estancia en el extranjero. Hace cinco años estuve un mes viviendo en un pueblo del sur de Inglaterra junto a una familia de allí.
-¿Cuál era tu nivel de idiomas al llegar?
-Como estoy en tercero de Traducción e Interpretación se supone que tendría que tener un C1 en ambos idiomas, pero, cuando llegas aquí y te empiezan a hablar, te vas dando cuenta de que todo lo demás era teoría recogida en las aulas y que, realmente, lo que importa es saber cómo desenvolverte en ciertas situaciones de la vida cotidiana para las que no te preparan en clase en absoluto. Personalmente, cuando llegué, pensaba que tenía un nivel de francés alto, pero ahora me doy cuenta de que aún me falta mucho por aprender de esta lengua.
-¿Cómo es París?
–Una ciudad llena de movimiento, una ciudad muy viva, llena de gente allá donde vayas, de parques, jardines, museos, y con una oferta cultural desorbitante. Si hay un día en el que te aburres aquí, es sencillamente porque quieres. Hay mil cosas que hacer cada día.
-¿Cuál es tu lugar de residencia en París?
–Aquí en París vivo en una residencia de estudiantes situada cerca del departamento número 12, en Créteil. La residencia se encuentra justo dentro del campus universitario de mi universidad, así que está bastante cerca de donde doy las clases y tiene bastante buen ambiente.
-Llevas en Francia desde el pasado 12 de octubre de 2017. ¿Cuál es tu balance de la experiencia?
–Mi balance es bastante positivo. Me he adaptado muy bien a las clases, he conocido mucha gente y, poco a poco, me voy acostumbrando al transporte público y a la cantidad de personas que te encuentras en todos lados, sea la hora que sea.
-¿Cómo es vivir en París? ¿Es muy diferente a España?
–Antes de venir aquí, todos mis profesores me dijeron que era como un sueño, que tenía que aprovecharlo bien. Una vez aquí, me fui dando cuenta de que el sueño, poco a poco, se iba pareciendo más a la realidad. Al principio, todo es nuevo y te parece que nunca vas a saber hacer bien las cosas, que nunca vas a saber coger bien el metro, que nunca vas a dejar de perderte cuando tengas que coger alguna línea confusa…, pero, poco a poco, te vas acostumbrando. Y, después de un tiempo, estás como en casa y parece que llevas toda la vida haciéndolo. Vivir aquí es precioso, puedes ver otros colores, el aire huele distinto… Es otro ambiente.
Supongo que todas las grandes ciudades tendrán estilos de vida parecidos. A lo mejor, la gente de Madrid o Barcelona aquí no notaría el cambio, porque están más acostumbrados a vivir con prisas, horarios, metros, largas distancias…, pero teniendo como referencia a Huelva, una ciudad tan pequeñita que todo está al lado y puedes ir andando incluso al pueblo de al lado, pues es bastante diferente. Pero, como he comentado, te acabas acostumbrando, aunque sin dejar de echar de menos algunas cosas.
-Y los parisinos, ¿cómo son?
–Por lo que he podido comprobar, y es algo que me llama mucho la atención, con todo lo cosmopolita que es París, aún sigue habiendo comportamientos muy racistas, un hecho bastante sorprendente, ya que la mayoría de la gente que te puedes encontrar, ya sea el gerente que te atiende en el banco o el señor que te cruzas en el metro, puede ser de todo menos de origen francés. Es impresionante.
-¿Cuál es la imagen que tienen de España?
-Ahora mismo, con el tema de Cataluña, es inevitable que todos te pregunten qué piensas sobre este problema, te dan ellos su opinión e, incluso, te proponen soluciones. ¡Cómo si yo pudiera hacer algo! La mayoría de gente ha veraneado o veranea en alguna parte de España y siempre conocen las típicas ciudades, incluyendo Sevilla, claro. Piensan que es un lugar muy bonito, pero que, con la crisis, no tiene que ser agradable vivir allí.
-¿Te has marcado algún nuevo reto?
–Al venir aquí tenía como reto perder un poco la vergüenza y si tenía que preguntar a alguien, preguntarle, que más o menos lo voy cumpliendo. Por otro lado, quería aprender a desenvolverme en la cocina y pasar de los macarrones y la tortilla francesa. Esto último lo he conseguido con creces (risas).
–¿Qué piensa tu familia de tu aventura?
–El irme fuera a vivir o a estudiar es prácticamente inevitable en los tiempos que corren actualmente, así que, aunque hubiese miedo o inseguridad, no quedó más remedio que apoyarme, aunque no fue fácil al principio, pues intentaban evitar el tema descaradamente.
-¿Y tus amigos?
–Por supuesto, me apoyan y siempre me dicen que disfrute y que ojalá ellos pudieran estar viviendo esta experiencia.
-¿Cuáles son tus planes futuros?
-Intento no pensar demasiado a muy largo plazo. Ahora mismo tengo en mente terminar mi carrera de la mejor manera posible y, probablemente, me vea trabajando en el extranjero.
-¿Qué es lo que más echas de menos de Huelva?
–Aparte de mis amigos y mi familia, pues la comida y la playa, el olor a mar, la ría, las distancias cortas entre los sitios…
-¿Recomiendas a todo el mundo que viva un tiempo fuera de España? ¿Por qué?
–Por supuesto que sí. Si hay una mínima oportunidad, es necesario aprovecharla. Vivir fuera de España durante un tiempo es una manera de darte cuenta de todo lo que tienes en casa. Me refiero tanto a cosas simples, como un microondas -aquí en la residencia no hay, y hace mucha falta-, como a personas importantes, las que se acuerdan de que estás aquí viviendo durante un año y te preguntan qué tal vas y cómo te va, mientras que las que veías todos los días antes ni te preguntan. Es muy necesaria esta experiencia para comprobar un montón de cosas.
-Para terminar: un mensaje a los onubenses.
–Vamos a dejar de tenerle tirria a los sevillanos y a aprender un poquito de cómo quieren a su tierra. Cada vez que me preguntan de dónde soy, tengo que decir “de una ciudad pequeña justo al lado de Sevilla” y ya estoy harta de que nadie sepa dónde está mi ciudad. Vamos a hacer ruido del bueno.