Miguel Mojarro
El Casino de Gibraleón, el Círculo de Labradores y Artesanos, hijo de dos ilustres antecesores en la localidad, tiene una directiva que está escribiendo una de las mejores páginas de la historia casinera olotense.
Muchas son las dificultades que se le han presentado en estos últimos meses, pero todas ellas han sido superadas, junto a otros logros no previstos.
En fecha reciente, me cité en su salón con mi amigo Marcelo, mi compañero de viaje por los Casinos de Huelva, que me había llamado, retándome a una partida con sus amigos de allí.
Como estaba en la provincia, me acerqué para afrontar el reto. Allí estaban José de las Torres, «Corro«, mi ditero preferido, Pepe Calvo, buen fotógrafo donde los haya, Sebastián, mi amigo Antonio de la Rosa, socio antiguo que vive junto a un bar prometedor, José Antonio, expresidente, pero asiduo como buen casinero, … y mi concejala favorita, Juani, con un hijo que será casinero de pro en unos años.
Siempre es grato reencontrarme con amigos de los casinos, pero esta vez el objetivo era otro: Aceptar el reto de partida al que me había sometido Marcelo. Y, tras el café preceptivo, nos encerramos en la salita de juego para disfrutar de la competición. Con unas fichas que en sus “blancos” evidenciaban los años que llevan de “socias” del Casino.
Pero, después de muchos meses sin encontrarnos en lugar sosegado, era inevitable un cotilleo sano, que refrescara mi puesta a punto sobre el día a día del Círculo.
Y no me anduve por las ramas:
- Ya he visto el ascensor que me habías comentado por teléfono, es muy bonito y en lugar adecuado – Le comento, para empezar a interrogar – Parece que estaba pidiendo que se instalara allí.
- Ya te lo había dicho – Responde Marcelo -. Llevaban tiempo con la idea, pero las dificultades económicas han sido fuertes. Manolo y sus colaboradores han movido hilos y logrado ayudas sin las que no hubiera sido posible instalarlo.
- ¿Ha habido mucha resistencia?
- Bastante, porque es mucho el dinero que era necesario, pero es cuestión de buscar bien las ayudas … y ponerse “pesado”. Je je je … Pero ya está ahí y el salón de arriba queda de uso muy cómodo. Era un espacio poco utilizado por la dificultad de la escalera. Y era una pena, porque es amplio y luminoso …
- Ya he subido para estrenarlo. Y he visto mesa nueva de billar, recién tapizada.
- Siii … No es a estrenar, pero es un regalo muy agradable de nuestros amigos del Casino de Corrales, que nos la han cedido y aquí se ha restaurado y puesto tapete nuevo. Gracias a la Diputación, que facilitó el traslado hasta Gibraleón. Hay unos beasinos y otros de Tharsis, que se citan aquí para jugar en ella. Es la mesa que les gusta.
- Tengo que jugar en ella, a ver si viene el Toronjo y nos animamos.
- Pero hay más novedades, no creas – Sigue Marcelo – Aquí no se para … Esta Directiva está convirtiendo el Casino en lugar atractivo para los socios, que de eso se trata. Manuel, con la ayuda de otros, sobre todo de José, se está moviendo bien.
- ¿Quién es José?
- Quien va a ser … Pues “Corro”. Está como chaval con carnet nuevo. Me recuerda cuando yo tenía 16 años, que no paraba más que en el casino. Socios así son los que hacen falta para subir el Casino …
- Ja, ja, ja, … ¿Qué otras novedades hay?
- Todavía no está, pero estará pronto. La biblioteca, que estaba arriba sesteando, se va a restaurar y bajar al salón, para que se vea bien nada más entrar. Eso sí que será un buen trabajo de restauración, para que se luzca …
- Que fue del televisor que rompieron el año pasado?
- No se pudo recuperar ni reparar. Han comprado otro nuevo, mejor que el anterior. Ahí lo tienes … Al principio hubo cierto malestar por quedarse sin el televisor grande, pero muy pronto se arregló el asunto y compraron éste.
- ¿Quiénes son las dos mujeres del bar? ¿Ya no están los que lo llevaban antes?
- Son nuevas. Eso sí que es un tema “jodido”. Ha habido varios intentos de tener alguien en el bar que ofreciera garantías de servicio satisfactorio, pero se ponía la cosa difícil. Ahora parece que se ha acertado, pero ha costado mucho. En eso sí que la Directiva se ha ganado el jornal.
- ¿Pero cobran?
- Nooo … Es una forma de hablar. Más bien les cuesta alguna que otra calderilla que pagan de su bolsillo, pero para eso están en la “poltrona”. El que manda, que “apechugue” con las tareas. Pero estos se están portando. El Parralo no quería seguir, pero se dejó seducir por los “empujones” y ahí lo tienes, como un chaval recién fichado.
- ¿Pero el bar se recupera?
- Sii … Parece que lo que se buscaba, de momento, se ve: Limpieza, buen género y ganas. Estas dos personas parece que van a ser las definitivas. Trabajo ha costado …
- Por eso querías que viniera hoy?
- Y por más cosas. Mira esos sillones. Son antiguos. Restaurados en Valverde y ahora se lucen, porque son joyas que pertenecen al Casino desde antiguo. Hay siete, pero eran más. Vete a saber donde están los otros …
- ¡Están buscando la reelección …¡ – Comento con sorna -.
- No creo … El Presidente está ya algo cansado de tanto luchar. Ha habido muchos problemas en estos meses, pero se está logrando algo que a mí me parece lo más importante: Este casino es hoy más casino que nunca.
- Eso es verdad. Se percibe que ha superado lo de ser un bar simple y sin atractivo para sentirse uno “como en casa”.
- Es que eso debe ser un casino, una como la casa propia … pero con más confort.
Me agarra del brazo y me arrastra hacia la salita de juego, que es donde vamos a jugar la partida … cuando acabemos la revista de mejoras.
- Mira el techo. Estaba en una discoteca y nos lo han regalado. Así se evita en gran medida el ruido que aquí siempre hay, porque la insonorización era muy mala. Se ha ganado en confort y eso se gradece cuando se está pensando la jugada.
- ¿Por qué no le hacéis un contrato vitalicio a esta Directiva? ¡Es cuestión de chulearlos un poco … ¡
- No creo que se dejen. Lo previsto es que en la próxima reunión de la Directiva haya cambios. Pero estos están dejando claro lo que hay que hacer al frente de un casino.
- “Lo que hay que hacer” es controlar los gastos y que el casino esté limpio y agradable para los socios … ¿No es así?
Marcelo hace una pausa, me mira con una cierta censura sobre mi pregunta y me espeta con autoridad:
- No exactamente. Mira, un casino no tiene hijos ni herederos. A final de mes, hay que tener pagado lo que se debe y arreglado lo que se estropee. Y el dinero que sobre no pinta nada guardado. Debe emplearse en mejorar el casino, con el fin de que los socios encuentren todo lo más agradable y confortable posible. Aquí no hay que ahorrar para nada ni para nadie. No hace falta un plan de jubilación, porque ya lo tienen los socios. Se trata de que el casino esté lo más confortable posible, las tapas estén bien cocinada y los socios salgan de aquí deseando volver.
Se queda unos momentos mirando al ventanal luminoso y luego me mira retador:
- Confortabilidad es la palabra. En todos los sentidos. No sólo en los asientos, sino en todos los placeres que aquí pueden recibirse. El Casino debe ser lugar de placer. Físico y espiritual.
- ¿Te veo muy revolucionario?
- Al contrario, soy muy realista. Un casino es el lugar al que van los socios, que para eso pagan, para encontrar remedio al aburrimiento, un lugar en el que comunicarse, encontrar placeres sabrosos, ofertas de prensa, radio y televisión mejores que las que se pueden tener en casa y un entorno que se deje mirar con placer. Si no es así, no hace falta casino.
Lo aplastante de sus argumentos me hace asentir con la cabeza y reconocer en silencio que todo eso no es fácil, pero es deseable.
- Pero hay más mejoras … Por ejemplo, las sillas, mesas, freidora, etc. Casi regaladas por un bar que terminó su actividad en Corrales y que fueron trasladados a Gibraleón gracias a la ayuda del Ayuntamiento, que puso a disposición del Casino una furgoneta. Eso se llama colaborar con entidades que son patrimonio local.
- Sí, señor. Buen ejemplo dado por el Ayuntamiento de Gibraleón. A ver si cunde …
Y sigue mencionándome otros logros de Manolo, de Corro, de la Directiva, … Que están dando ejemplo de cómo recuperar en un casino el sentido de su razón de ser.
- Un casino no es un bar, ni una biblioteca, ni un club de televisión, ni una butaca para dormir la siesta, ni un quiosco de prensa, ni una sala de juego, …. Pero debe ser una casa en la que haya todo eso, con el mayor confort posible. Con la mejor estética. Con la variedad que exige la diversidad del colectivo de socios.
Me mira como interpretando mis pensamientos. Y me lanza su dardo más envenenado:
- Todo esto sin deber nada a final de mes, pero sin guardar un sobrante que tenga que percibir ningún heredero. Aquí no hay herederos, sino socios que pagan cada mes su recibo.
Gibraleón está recuperando, poco a poco, pero con firmeza, la categoría heredada de dos casinos que fueron señeros en la provincia: La Unión (Comerciantes. Ricos y élite) y Labradores (Propietarios no terratenientes).
Manolo, Corro, Pepe, … y una Directiva que debe ser mencionada. A Dios lo que es de Dios y …
Pues eso, dicho queda.
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