Mari Paz Díaz. Corrían los años ochenta cuando en millones de hogares españoles se pudo ver por televisión el conocido anuncio del turrón ‘El Almendro’ que hizo famosa la frase ‘Vuelve a casa por Navidad’. Un lema que esta firma continúa utilizando cada año cuando llegan estas fechas, dado el éxito de aquella campaña que se convirtió en uno de los spots más conocidos de la historia de la televisión. Sin ir más lejos, muchos onubenses recuerdan todavía con especial cariño esta publicidad, porque, además, su protagonista fue un joven que durante esos años residió en la provincia de Huelva y, en concreto, en Moguer. Una etapa que, de hecho, le marcó tanto a aquel chico que, en la actualidad, continúa manteniendo un contacto directo con nuestra tierra, porque asegura que «el tiempo que viví en Huelva fue la mejor época de mi vida e, incluso, de mis padres, por lo que defiendo a capa y espada a Huelva allá donde voy».
El nombre del protagonista de aquel anuncio es Víctor Hugo Serna. Su llegada a la provincia de Huelva se produjo en el año 1967, cuando la constructora en la que trabajaba su padre lo mandó hasta aquí para que se encargara de la edificación del Parador de Mazagón. Este hecho provocó que, tanto Víctor como el resto de su familia, conozcan bien el Mazagón de aquella época, un Mazagón que poco o nada tiene que ver con el enclave costero que conocemos en la actualidad, hasta el punto de que nuestro protagonista nos cuenta que sus padres tenían una de las primeras televisiones que se vieron en Mazagón, que precisamente se la mandó la empresa de su padre.
«Cuando llegamos a Huelva, yo tenía entre 8 o 9 años; no nací allí, pero sí lo hizo mi hermana pequeña, que comenzó a andar entre la obra del Parador. En aquella época hice 4º de EGB en el CEIP Virgen de Montemayor. Fueron momentos entrañables, tras lo cual regresamos a Madrid y a Segovia», nos cuenta Víctor, que unos años después regresaría a Huelva, de nuevo a causa del trabajo de su padre. «Entonces entré en 8º de EGB y estuve allí hasta COU, que lo cursé en el entonces nuevo instituto de Moguer, el IES Juan Ramón Jiménez«.
Años de enormes recuerdos para Víctor, que nunca olvidará a sus maestros y profesores de aquellos años, como ocurre con «Paco Díaz, con Cartes, que consiguió que me enderezara con las Matemáticas, con Mercedes Pinzón, con Paco y Matilde, mis profesores en el instituto de Filosofía e Historia, respectivamente, que me gustaron mucho y que consiguieron que me haya interesado por la cultura tartésica…, personas a las que les agradezco enormemente su labor, porque fueron claves en mi vida», asegura.
Víctor tiene marcados en su memoria los años que vivió en Huelva. Fue la etapa de su adolescencia, cuando hizo grandes amigos, con pandillas como la de ‘Los Cafres’, con personas que nunca olvidará, como José Domingo, Paco Salas, Corralejos, Trini Díaz o Rogelio Alfaro Muñoz, que salía con mi hermana Sonia, entre otros muchos. Unos recuerdos que, incluso, le ha llevado a comprar una casa en Mazagón para volver durante las vacaciones, con el deseo de que sus hijos conozcan los paisajes y el ambiente que él tuvo la suerte de vivir.
Una etapa onubense que finalizaba a finales de los años ochenta, cuando sus padres se marcharon a vivir a Alcalá de Henares. Y fue entonces cuando Víctor salió del anonimato tras protagonizar el anuncio de ‘El Almendro’, que se emitía por primera vez en al año 1989, aunque estuvo varias navidades en antena, siendo en 1997 la última vez que se pudo ver.
Su presencia en este anuncio, como sucede muchas veces con las cosas que nos marcan la vida, sucedió casi por casualidad. Su hermana vio en el periódico el anuncio de un casting en el que buscaban a un chico de sus características, así que se lo llevó y lo cogieron. «Ese año, yo estaba trabajando con mi padre, porque tenía que terminar una asignatura, así que engañamos a mi padre para ir al casting. Cuando llegamos había una cola enorme de gente joven que rodeaba el edificio. Entré para probar y, al llegar al principio, me vio el productor y comenzó a hacerme muchas preguntas para después hacerme la prueba de proporciones», nos cuenta Víctor.
Tras el casting, fue muy curioso cómo se enteró que había resultado elegido: «Un día estaba en clase en la Escuela de Industriales, en una clase con unas 200 personas, cuando enmedio de la explicación del profesor entró el bedel de la Facultad preguntando por Víctor Hugo Serna, para que saliera que tenía un coche esperándole en la puerta. Yo me levanté muy asustado, cuando vi que era el coche de la productora que me llevaba a una segunda prueba. Luego hubo una tercera, donde sólo quedamos yo y otro chaval, que estaba recomendado por la empresa. Pero, tuve la suerte de que me cogieron a mí. Me dijeron que tenía que estar una semana fuera de casa, porque el anuncio se rodaba en Galicia. Era algo muy emocionante para mí, por lo que disfruté mucho. Y, en casa, mi madre me llenó la maleta de bocadillos para que no pasara hambre». Eran otros tiempos y pocos hogares tenían teléfono fijo todavía, tanto que la productora tuvo que llamar a casa de una vecina para confirmar la noticia a su familia, porque en su casa todavía no tenían teléfono.
Llegó la grabación del spot en Galicia. Fueron unos días emocionantes, puesto que «yo era un chico de pueblo y nunca me había montado en avión. Fuimos desde Madrid en un vuelo chárter y con mi actitud todos se reían de mí, al ver que era una persona sencilla que no conocía nada de eso. Pero me ayudaron mucho, porque las chicas de producción estuvieron todo el tiempo pendientes de mí». El rodaje, además, causó mucha expectación en Galicia, hasta el punto de que un día se pararon las clases en un instituto para ver la grabación. Tuvo mucha repercusión en la prensa gallega de la época. No olvidemos que el spot lo protagoniza un joven marinero que a lo largo del spot montaba en helicóptero, en barco, etcétera, todo con el fin de llegar a casa en Navidad, como puedes recordar en el enlace:
En total, durante la grabación se hizo un cortometraje de 30 minutos que tenía el objetivo de relanzar la marca de turrones, después de que había sido adquirida por unos directivos suizos. Grabación de la que se extrajo el anuncio que, realmente, cumplió su objetivo. Según Víctor, «en 1989, cuando salió el anuncio, sólo había dos canales en España, porque Antena 3 no abrió hasta el año siguiente, así que ha sido uno de los anuncios más visto de la historia de la televisión. Es más, la versión original, el primer anuncio, tenía una duración de 45″, un tiempo que hoy en día es impensable. Nada más emitirse me convertí en una persona muy famosa, tanto que hasta se pensó en mí para que fuera con Marta Sánchez cuando fue a cantarle a los soldados durante la Guerra del Golfo. Por mi parte, cuando te ves en televisión, no te lo crees. Incluso, en la Escuela de Ingenieros tenía un club de seguidores y todos los días tenía que firmar autógrafos».
Al año siguiente de su estreno se repitió el anuncio, pero la siguiente Navidad se quitó de la parrilla debido a que en España se había eliminado la mili y se pensó que era mejor hacer otro. Así que se emitió uno nuevo en el que salía un chico con una moto. Pero, quizás porque no tuviera el impacto que esperaban, volvió a reponerse el de Víctor al tercer año. Al cuarto se hizo otro con una chica, pero, por petición popular, se solicitó que volviera el de Víctor, con lo que se repitió varias navidades más. Así fue hasta 1997, último año de su emisión, en gran parte porque se había rodado en analógico, por lo que era complicado mejorar su calidad. El anuncio se encuentra en el Museo del Turrón de Delaviuda, centro al que Víctor donó algunos artículos de recuerdo. Además, el pasado año El Diario de Segovia, donde su familia tiene una casa, le hizo un reportaje que gustó mucho.
En la actualidad, Víctor Hugo Serna, aunque asegura que fue una experiencia muy bonita, no se dedica profesionalmente a la publicidad, pero habla de aquellos años con nostalgia y satisfacción. Con 47 años, trabaja como técnico de soporte electrónico de una empresa americana instalada en la zona de Silicon Valley, en California. Su cometido es la promoción y el diseño electrónico en esta entidad, un empleo que le permite viajar mucho. No en vano, estudió Ingeniero Técnico Industrial y, de hecho, siempre le gustó la electrónica, puesto que, incluso, participó en el montaje de la primera radio ilegal de Moguer.
A pesar de ello, durante un tiempo estuvo pensando en dedicarse a la publicidad y a la interpretación. Acudió a algunas fiestas del mundo de los anuncios, donde pudo conocer a rostros tan conocidos del celuloide como Pedro Almodóvar, Toni Cantó o Fernando Trueba, entre otros. Y tuvo la oferta de protagonizar una película en Francia. Pero, a pesar de estar tentado, al final siguió los consejos de su padre y de su novia, su actual mujer, para acabar la carrera. Hoy piensa en esos momentos con una sonrisa, contento por haber podido vivir todo aquello, pero satisfecho de su decisión.
Un anuncio que le remite de forma ineludible a su etapa de Moguer, que le marcó enormemente, tanto a él como a su familia. Es más, en la tumba de su padre, que está enterrado en Segovia, quiso que se le inscribiera un fragmento de un poema de Juan Ramón Jiménez, para lo que pidieron permiso a la familia del Nobel. Víctor asegura que está «enormemente agradecido a los onubenses y muy contento de haberme nutrido allí en unos años fundamentales de mi vida. Cuando lo pienso se me ponen los pelos de punta, porque me encantaría estar paseando por la calle Limones, por la Plaza del Cabildo…, me encanta Moguer».
Tras su marcha de Moguer para vivir en Alcalá de Henares, regresó un año por Navidad. Se quedó en casa de la familia de Alonso García, «que hacía Peritaje en Madrid y me lo encontré, así que hicimos amistad, lo que me permitió volver la Navidad siguiente de marcharme a Moguer, porque, gracias a ello, me quedé en su casa».
Unos recuerdos que le han marcado tanto que, como hemos comentado, ha comprado una casa en Mazagón,»para que mis tres hijos no se desliguen de esta parte de mi vida. Y, de hecho, a mis hijos les encanta». En definitiva, «solo puedo dar las gracias a los moguereños y a los onubenses en general». Gracias a ti Víctor, por contarnos tu historia, que nos traslada a nuestras casas de aquella Navidad de hace ya unos años, pero que nunca olvidaremos.