‘Porque me tuve que ir’, nuevo libro de Jesús de Fariña

Jesús Fariña, autor de ''Porque me tuve que ir'.
Jesús de Fariña, autor de »Porque me tuve que ir’.

Carlos Arroyo. “Esperar es morir. Esa es la única espera que espero con paciencia. Ser paciente es un feo defecto. La espera me aburre, me deprime y me agota. Por eso hago tantas cosas al mismo tiempo, por no tener que esperar nada ni a nadie mientras vivo”. En esta frase de la novela inédita “Pobea”, Jesús de Fariña sintetiza una vida, una forma de mirar el mundo desde el prisma de un polifacético artista que vive entre Huelva, su tierra, y Madrid y Sudámerica, su patria chica. Hemos conversado con él para que nos presente su nueva novela, “Porque me tuve que ir. Vivencias de una niña en dos guerras”.

– ¿Cómo surge la idea de realizar este libro?
– Surge en un viaje que hice a Houston, donde me hacen en el Consulado de España, Enric Parés, que es cónsul, una cena homenaje por motivos que no vienen al caso, y en esa cena me hablan de una señora muy interesante, española, que lleva en Houston 37 años, que es escultora, que su casa es muy bohemia, que hay muchos artistas y muchos músicos, escultores, pintores y demás, y surge la posibilidad de visitar esa casa y de conocerla. Allí descubro un manuscrito, en 64 cuartillas, que eran las vivencias de una niña en dos guerras. Ahí lo acuerdo con ella, y empezamos a trabajar en el libro. Surge conociendo a esta señora, que es la protagonista y además es la coautora, Beita Pagaza.



La labor de recopilación de información y de investigación para la realización del libro ha sido ardua.
La labor de recopilación de información y de investigación para la realización del libro ha sido ardua.

– ¿Por qué ese título?
– Tuve el dilema de ponerlo en interrogante, pero como es algo que ocurrió con afirmación rotunda, con un sí rotundo, le quité la interrogación. Porque me tuve que ir, yo creo que resume lo que tantas veces, por desgracia es tan repetido, que es el sufrimiento que crea una guerra, en cualquier parte, independientemente de si perteneces a los vencedores o a los vencidos. Las guerras son siempre muy desagradables y los niños, que viven en ese espacio-tiempo son los más sufridos. El título va a colación de lo que es el libro en sí, Porque me tuve que ir, como reafirmando por qué yo y por qué no otro. Qué hubiera pasado si mi padre hubiera sido de los vencedores y no de los vencidos.

– ¿Qué nos cuenta en líneas generales el libro?
– Refleja las vivencias de una niña, que su padre era un dirigente político vasco, tuvo que huir del Partido Socialista, tuvo que huir de Bilbao, pasó un periplo por España, recaen en París en la Francia que ocupan los nazis, tras estallar la Segunda Guerra Mundial, y terminan en un campo de concentración en Carnot, en el Protectorado Francés de Marruecos, en un campo de concentración nazi, entre judíos, gitanos y todas las personas que ocuparon aquello. Después llegan a México, ella y su padre y su madre, donde crean una familia y una vida conjunta. El libro refleja esa huida, lo que he intentado es crear de un recuerdo propio una memoria colectiva. Que eso esté ahí, para que cuando alguien quiera ver lo que una simple niña es capaz de narrar, porque el libro lo cuenta una niña, aunque la palabra sea de una mujer, es una niña la que lo cuenta. El libro está escrito en primera y tercera persona, y lo distingo con la línea cursiva cuando habla ella y la normal cuando hablo yo. Eso es básicamente el libro, una historia repetida de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española.


Puerto de Huelva

La labor de recopilación de información y de investigación ha sido ardua.
Es su primera obra de carácter biográfico.

– La labor de recopilación de información y de investigación ha tenido que ser ardua. 
– Es lo que más trabajo me ha costado. Hay mucha cantidad de datos y nadie se aclara. Se habla del bombardeo de Guernica y hay sesenta y tantas fuentes diversas, de cronistas de la época, de historiadores. El problema de estos temas históricos no es el relato reciente, sino el sentido que se crea una vez pasado el tiempo. Este problema que estamos teniendo ahora con Cataluña, ahora se escribe un relato social, pero dentro de 30 años se escribirá una historia, y cada uno, dependiendo de qué ideología pertenezca o dónde esté centrado su ideario político, o incluso filosófico, tendrá una visión u otra. En la Guerra Civil, desde los fallecidos de un bando y de otro, hay muchos datos, las ocupaciones e incluso las fechas no están muy claras. Hay quien dice que la guerra 47 días antes y que lo que hubo fueron reyertas. Lo más complicado ha sido ordenar cronológicamente el pensamiento de ella y llevarlo a un contexto histórico.

Portada de 'Porque me tuve que ir'.
Portada de ‘Porque me tuve que ir’.

– ¿Por qué sientes la necesidad de escribir este libro?
– Por ella, porque una persona con esa edad que no se haya metido en el juego del rencor ni del odio. Que siga siendo una persona libre y que mire atrás sin resentimiento hacia los posibles culpables de su situación, porque ella tenía tres años cuando aquello estalla. La Guerra Civil no se fraguó en el 36, ya venía de antes. Con la Constitución del 31 y con la Segunda República, que vino con un golpe de estado, no vino por las urnas. Cuando se hizo el referéndum nacional de monarquía sí o no, la monarquía arrasó, sin embargo Alfonso XIII se fue de España para no derramar una gota de sangre, y la República entró anti constitucionalmente, que eso también hay que decirlo. La historia se deforma con el paso de los años. Beita Pagaza empieza a vivir eso, con un padre dirigente político, de una familia muy acomodada, donde su padre fue uno de los creadores de la reforma laboral a pesar de tener empresas con miles de empleados. Su padre fue un hombre comprometido con los derechos humanos y con la realidad social en una España donde las condiciones laborales eran horribles desde antes del franquismo, y él fue un dirigente casi sindical siendo propietario de fábricas. Un hombre con un nivel socioeconómico altísimo. Ella se ve abocada a perder a su familia, su barrio, sus amigos por tener un padre pensante, algo muy triste, pero que ocurre en todas las guerras.

– ¿Hay alguna similitud con la actuación que estamos viviendo actualmente en España con el desafío soberanista catalán?
– Yo soy en el pensamiento electricista, pienso que los extremos son negativos. Le preguntas a cualquier electricista del mundo y te dicen que los cables el peligro que tienen son los extremos. Da igual el polo que sea, ya sea el positivo o el negativo, el ánodo o el cátodo. Si coges un cable por un extremo lo normal es que te dé corriente, da igual que el extremo sea por la derecha o por la izquierda. Lo normal sería estar en un centro coherente, donde a veces vayamos hacia un extremo o hacia el otro, sin tocarlos, y creo que eso se consigue mediante el diálogo. No hay otra solución como no sea el diálogo. Cuando alguien se acerca a los extremos hay que aplicar otras herramientas, como es la ley y algo que tenemos en España que es la Carta Magna a la que llamamos Constitución. Y también hay algo básico que es la educación, todos los movimientos sociales empiezan con la educación, todas las formaciones sociales personales empiezan y terminan con la educación. Si la educación la abandonas, la sesgas y la politizas, a un niño es muy fácil manipularlo. El problema catalán no viene de ahora, viene de hace tiempo. Creo que el Estado español ha dado concesiones que no debieran de haberse dado.

El onubense invita a los lectores a descubrir su nueva novela.
El onubense invita a los lectores a descubrir su nueva novela.

– Volviendo a tu libro, ¿satisfecho con el resultado?
– Sí, es lo primero que escribo biográfico, y hay que tener en cuenta que todo lo biográfico es histórico, y tiene cierta dificultad para alguien que no es historiador ni lo pretende y manosea escritos en bibliotecas, maneja el internet y compra libros de autores reconocidos que hablan de un acontecimiento tan importante como es la Guerra Civil española y sobre la Segunda Guerra Mundial, con relación a los exiliados españoles que fueron muchísimos. Estoy contento porque he hecho una labor social y he reflejado el acontecer de una persona que creo que se lo merece, por todo lo que ha sufrido y además está teniendo muy buena aceptación, porque no está cerca de la literatura propia mía ni tampoco del legajo de documentación pegajoso. He metido datos que son simpáticos y que van a colación. No me he posicionado políticamente, he contado lo que ha ocurrido de una forma creo que completamente neutral, que es cómo pienso que hay que hacer las cosas y he mostrado una realidad para que personas de la época actual sepan que eso ha ocurrido ya en España y que, si no nos andamos con cuidado, puede volver a ocurrir.

– ¿Contento con la acogida que está teniendo tu trabajo?
– Sí, muy contento. Se ha puesto a la venta en comercios españoles, en los Vips y la semana que viene al Corte Inglés de toda España. Se va a vender en México, en Estados Unidos y en España. También hacemos una venta directa a través de Internet, por cosas del toro, de una forma muy sencilla para que lo reciban en casa. Los libros no son un artículo de primera necesidad y no es artículo de consumo. Yo siempre he pensado que la literatura en los tiempos actuales es un artículo de lujo. La gente no lee en papel escrito, pero se ha vuelto a leer bastante en internet, con la figura del bloguero, que me hace mucha gracia, que creo que es el futuro. El papel se está convirtiendo en una reliquia para sentimentales.

– ¿Ya tienes en mente algún otro proyecto?
– Estoy haciendo muchas cosas. Hoy debuta en el Festival de Cine de Baja California un cortometraje mío que es casi un mediometraje de cine, donde debuto como director y como guionista. También como montador, ya que lo he montado junto con Rafa Márquez. En el corto actúan actores de Huelva, maquillaje de Huelva, estilismo de Huelva, todo de Huelva. Se ha presentado a 76 festivales y hemos pasado el corte en 28. En Huelva estoy esperando a ver si pasa el corte y voy a concurso. Hay festivales bastante importantes que ya han confirmado la presencia y la proyección en sala del corto. Aparte estoy en la producción de un disco muy importante, con la producción musical de Juan Carlos Romero, con la reinvención de Pepe Roca que después de 34 años sin grabar, vuelve a grabar. Se ha musicalizado la poesía andaluza de la democracia. Y se ha hecho un libro precioso con colaboraciones como Estrella Morente, José Mercé, Rosendo, Lucrecia, poesía actual de gente de Huelva como Eva Vaz, que tiene un poema precioso en ese libro.

– ¿Te sientes querido y reconocido en Huelva?
– La palabra reconocido me resulta antipática. Los reconocimientos no me parecen de recibo. Los artistas no buscamos el reconocimiento ni tampoco el respeto. Yo me siento valorado. Los que piensan en esta bendita ciudad tienen cierta consideración hacia mi persona y hacia lo que hago. No sé si hacia mi talento, pero sí hacia mí, en forma de simpatía, afecto, de conversación, cercanía. Nunca he sido una persona de masas, no quiero ser famoso ni popular, porque pienso que si un artista busca eso se convierte en algo local. Lo importante en el arte es el diario, el seguir avanzando, desarrollar inquietudes, esculpir sueños. Los reconocimientos lo veo una cosa de viejos. Al Niño Miguel le han hecho una escultura y lo echaban de los bares hace media hora. Ese tipo de cosas, si no me lo hacen a mí, lo agradecería muchísimo.

– ¿Tiene cabida el arte en el siglo XXI?
– Sí, pero hay que implantarlo en la educación. La educación es el principio básico de todo, de la tolerancia del amor. No me refiero a algo académico, sino a la educación familiar, de hijos, de padres, de hermanos, es un vínculo social que se estrecha. Nosotros somos el reflejo de nuestros antecesores. Eso es lo que hay que inculcar, y eso se convierte en comunidad, y la comunidad en barrio y el barrio en ciudad hasta que llega al mundo. La educación es la base de todo.

– Como torero, ¿te sentiste respetado?
– Yo no he buscado eso. Es muy difícil explicarle a alguien que no le gusten los toros o incluso que los odie porque su ética no se lo permite, que cuando matas a un ser vivo intentas de crear arte. Lo más grotesco que hay en el mundo es matar un ser vivo, es grotesco, vulgar y espantoso. Darle un sentido estético, en cierta forma disimular la verdad que supone, la muerte y la vida es complejo de explicar. El toreo no es un arte, lo que es un arte es la tauromaquia. el toreo es un espectáculo donde se ofrecen unos valores, que son fácilmente traducibles a todo lo demás. Cuando empecé a torear desde niño intenté crear una forma propia y dar un sentido a lo que yo hacía. Me siento orgulloso y realizado de eso, porque le he dado un sello propio a lo que he hecho. En Huelva no ha habido nunca nadie que haya toreado como yo. Los hay infinitamente mejores profesionales, más profundos, con más verdad que yo, figuras del toreo que no tienen nada que ver con mi estado profesional, pero artísticamente hablando con mi concepto, nunca Huelva ha dado un torero como yo. Cuando se habla de toros en el exterior y se nombra, aparte de las grandes figuras del toreo que ha dado Huelva, se nombra a Fariña, porque yo he cantado por soleá y seguiriyas en una tierra donde se canta fandangos. Me siento orgulloso, y valorado por la afición nunca se está lo suficiente, porque la vanidad es algo que tenemos todos, cuando haces algo te gusta que te digan que lo has hecho bien, y eso en Huelva me ha ocurrido poco porque he tenido poca presencia taurina.

– En el estado actual de la tauromaquia, ¿falta arte?
– Sí, se está llegando a la perfección, y la perfección en el arte en negativa. Todo lo artístico es imperfecto, porque tus carencias, tus limitaciones son las que le dan personalidad a lo que haces. Tus defectos son tus virtudes, porque te hacen ser diferentes. Si buscas una reunión, y hacer aquello más macizo y más sólido, se convierte en un trabajo. En el toreo sobran trabajadores y faltan artistas. Y los públicos cada vez están menos sensibilizados hacia el arte, buscan otro tipo de argumentos que son complejos.

– Cuando un aficionado habla de un torero como un trabajador, ¿es antagónico hablar de un torero como un trabajador?
– Un toro es un problema que sale a la plaza que tú tienes que resolver. Tienes que tener una técnica adquirida y desarrollarla para superar ese problema. Una vez superado eso, hay quien tiene capacidad de crear a partir de ahí y hay quién no la tiene. Por tanto, un torero puede ser un trabajador. Hay muchos toreros que son trabajadores, excepcionales trabajadores, yo admiro a esos trabajadores, incluso los envidio, pero eso es una cosa y el arte otra. Hoy en día el que canta se le dice artista. No, mire usted, artista es el que compone la canción, el que hace la música. El compositor es un artista y el cantante es un intérprete. Pero hay cantantes que son artistas igual que hay actores que son artistas. Pero no hay que olvidar que el arte es un oficio. Cuando alguien dice me gusta ese torero porque trabaja bien, no va mal encaminado. Cuando ve a un artista es cuando repara en la diferencia, que es lo que hoy en día no se ve. Estuve en un programa de televisión defendiendo a los taurinos, y estuve tentado en tres o cuatro veces de ponerme con los anti taurinos, porque tenían más argumentos. La única defensa que tiene desde un punto de vista sentimental es que el toro existe porque existe la fiesta de los toros. No puedes ir en contra de algo que va en contra de lo que realmente amas, que el toro. Es lo que mantiene vivo. Hay también otras razones medioambientales, de ecosistema, sociales, culturales, socioecónomicas, que son muchos argumentos a nuestro favor. Pero éticamente perdemos, porque no puedes decirle a una persona que sienta de una forma diferente.

– Como decía Sabina, no puedo defender la fiesta de los toros, pero mientras haya toros iré a verlos.
– Evidentemente, pero una forma de superar eso, es introducir un concepto estético. Porque es un arte en movimiento, no es un arte estático. Una fotografía, una escultura o una pintura se hace y permanece. El toro dura lo que dura en la memoria retentiva de tu retina y de lo que te acuerdas que sentiste en aquel momento. No es algo colectivo sino propio.

– ¿Qué le dirías a los onubenses para que se acerquen a este libro?
– Lo primero que le diría es que lo compren. Si lo compran es una forma de poder seguir haciendo cosas. Los artistas también comemos, y pagamos la luz y el agua y el gas. Que lo compren porque contribuyen al fomento de la cultura en general, que la cultura es deficitaria y los organismos públicos no se han enterado todavía, que no se puede hablar de números cuando hablas de cultura. Que van a leer una historia muy tierna y que es una forma de ayudar a un artista humilde a nivel profesional a seguir creciendo y a seguir haciendo cosas. El espectador es algo fundamental en el arte, que se mantiene gracias a las personas que tienen la suficiente capacidad y sensibilidad para apreciar lo que ven, o lo que leen o lo que tocan o lo que oyen.

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