Mari Paz Díaz. Como cada año, este jueves, 19 de octubre, se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. Una fecha para recordar la importancia de luchar contra esta dolencia, que se ha convertido en el cáncer más común entre las mujeres, de ahí la necesidad de concienciar a la población femenina sobre el valor de conocer las técnicas de autoexploración mamaria, las revisiones periódicas y la mamografía, métodos fundamentales para poder detectarlo a tiempo. Sí, porque un diagnóstico precoz de la enfermedad es vital para su curación, de ahí que los especialistas recomienden realizarse autoexploraciones una vez al mes, especialmente a partir de los 40 años. No por repetido debe olvidarse el mensaje de acudir inmediatamente al médico ante cualquier cambio en los senos para descartar algún problema.
Es cierto que cada año en nuestro país se diagnostican más de 25.000 nuevos casos, pero, también, que el incremento de la información y la concienciación de la población ha permitido que cada vez cuente con mayores niveles de supervivencia. En concreto, la mortalidad asociada al tumor en los casos en los que el diagnóstico se realiza de forma precoz es inferior al 2%.
Una enfermedad en la que el componente psicológico se convierte en un aliado para el paciente y sus familiares. Y es que no es fácil enfrentarse a este diagnóstico y a todo lo que supone. Por este motivo, la actitud con la que nos tomemos la enfermedad es una de las principales bazas para luchar contra esta dolencia. Lo sabe bien la bartolina Carmen Núñez Feria, una onubense de 48 años que hace tres le detectaron un cáncer de mama. Desde entonces inició una lucha en la que sus pensamientos positivos y su sonrisa han sido sus mejores armas. Su enfermedad ha desaparecido, aunque debe mantener un seguimiento cada seis meses durante cinco años.
«Todo empezó un día que me toqué un bulto en la axila. Pensé que me había salido por un simple sofocón, que no tenía mucha importancia, pero resultó algo más. Además, sucedió en un momento muy complicado de mi vida, porque mi marido se encontraba ingresado para realizarse unas pruebas, por lo que todo lo llevé bastante en secreto. No se enteró nadie. Y, quizás, esto me ayudó bastante. Mientras me estuvieron haciendo todo el diagnóstico sabía en mi fuero interno que era cáncer. La confirmación de la noticia llegó el 29 de septiembre de 2013. La verdad que, una vez que me lo dijeron los médicos, fue todo muy rápido. Comencé el tratamiento, la operación…, es un ciclo que va todo seguido», nos cuenta Carmen Núñez.
La situación no era nada fácil, pero Carmen reconoce que, desde el primer momento, tomó una actitud positiva. Tal y como afirma, «yo no lo he pasado tan mal como cuenta la gente. En la sala de espera del tratamiento prácticamente no hablaba, porque la gente lo vivía como un drama, llorando o contando cómo había perdido muchos kilos. Entonces, yo me callaba porque no podía manifestar que no lo estaba viviendo así. La enfermera me decía que la gran diferencia entre ellos y yo era mi actitud personal ante el problema«.
Una actitud que no siempre es fácil, cuando se está viviendo una enfermedad de estas características. Pero, vivirlo con una sonrisa, sin duda, se convierte en la mejor medicina. Entre otras anécdotas, esta bartolina, madre de una hija, nos cuenta que «cuando comencé a perder pelo, pues nada, me compré una cuchilla especial y le pedí a mi hija que me ayudara a cortarme el pelo. Recuerdo que casi nos reíamos, diciendo corta por aquí y por allí. De hecho, cuando la gente me vio pelada me dijo que estaba guapísima, tal cual, al natural, sin pañuelo. Lo que pasa que yo solía ponérmelo para salir por el frío y, sobre todo, por mi padre. Porque mi madre falleció de cáncer de mama, así que no quería que él me viera así«.
No en vano, a lo largo del tratamiento se viven momentos muy duros. Núñez, por ejemplo, recuerda que el tercer tratamiento le sentó muy mal, le dio mucha fiebre y se sentía bastante indispuesta, pero lejos de desanimarse pensó que tenía que alentarse a sí misma y recuperarse. Fue así como pensó que lo mejor era hacerse fotos para distraer un poco a la mente, por lo que montó un pequeño estudio en casa que le ha servido de bastante ayuda.
Otro momento complicado se produjo tras la operación, a pesar de que no fue mal la adaptación, pero «sí me costó mucho la rehabilitación y hacerme a las prótesis. Y es que son huecas y no lo sientes como algo tuyo, de tu cuerpo. Los médicos a veces no te cuentan toda la información y tu cuerpo cambia mucho, también sexualmente. Así que me costó acostumbrarme, porque no son como tus pechos. Ahora lo pienso más fríamente y lo veo como algo extraño a ti. Es más, recuerdo la primera vez que di un abrazo tras operarme, que fue a una amiga, y me sentí un poco mal, como con una coraza, como una barrera que hay entre esa persona y tú. Al final, te acostumbras, pero no es igual. Eso sí, me lo tomo con humor y siempre digo que yo doy abrazos de tortuga ninja«.
En este aspecto, la fotografía ha sido una aliada durante todo el proceso de la enfermedad. Ha sido su mejor terapia, porque, tras conocer la noticia, decidió hacerse una foto a medida que iba recibiendo el tratamiento, para dejar constancia gráfica del cambio físico y emocional que iba sufriendo. Pensó que la fotografía era una buena herramienta para luchar. Una prueba de los beneficios que puede llegar a tener la fotografía terapéutica. Tal y como recuerda Carmen, «el tema de la fotografía comenzó casi de forma espontánea. Quería ver bien cómo estaba mi cuerpo y pensé que lo mejor era fotografiarme. Porque en el espejo no te ves igual, así que empecé a hacerme fotos y a subirlas a Facebook junto a mensajes positivos, porque era como me sentía ante lo que estaba viviendo. No entiendo de técnica fotográfica, pero sentí la necesidad de verme cómo era realmente«.
El proceso iba siendo tan positivo que, cuando se acercó la fecha de su operación de mama, que tuvo lugar el 10 abril de 2014, pensó que lo mejor era hacerse fotos desnuda «para ver y entender cómo iba a cambiar mi cuerpo. Quería ver con detalle el antes y el después. Y, de este modo, he podido asimilar mucho mejor todo, aceptando los cambios y queriendo a mi cuerpo», relata esta onubense, que, tan sólo cinco días después de la operación, le pidió a su hija que le hiciera una foto. Fue la primera de una serie de instantáneas que, a partir de entonces, se fue captando con su cámara, una vez que ya se encontraba más recuperada y tenía fuerzas para montar el trípode y demás material».
En esta evolución también ha sido fundamental el apoyo que ha recibido por parte de su familia y amigos, por lo que Carmen está muy agradecida: «La gente que he tenido a mi alrededor me ha ayudado mucho. No las he buscado, sino que la vida los ha puesto en mi camino. He tenido mucha suerte, porque me he rodeado de gente maravillosa. Recuerdo, por ejemplo, como fueron fundamentales para mí las palabras de mi amiga Lola Uranga, cuando vino un día a verme y me dijo que ahora tenía que dejarme querer, que yo ya había querido lo suficiente, así que tenía que parar para ser yo la que era amada. Aquello me encendió la chispa y me cambió todo, me hizo tomar otra actitud completamente diferente hacia la enfermedad».
Una experiencia que le ha servido para comprobar lo mucho que quiere a su familia y a las personas que han estado con ella, con las que se siente muy afortunada. Todos lo han llevado bien, aunque «los que peor lo llevaron fueron mi marido y mi hermana, en gran parte porque mi marido perdió a una hermana con tan sólo 42 años, por lo que estaba reviviendo muchas cosas. Luego, mi hermana ha sido la más llorona. A mí, particularmente, me ha ayudado el haber vivido esta enfermedad con mi madre, por lo que podía comprender los dos puntos de vista, el del enfermo y el de la familia, así que he perdonado los malos momentos. Puedo comprender las dos partes».
En esta misma línea nos cuenta cómo «también me he encontrado por el camino a otras personas, como Javier Márquez, al cual conocía del pueblo y que un día me vio sacando dinero del cajero y se acercó a hablar conmigo para proponerme hacer un video con mi testimonio, porque pensaba que yo era una persona muy positiva y que podía ayudar a mucha gente. Por todo ello, pienso que lo que más me ha ayudado en la vida es mi familia y los amigos».
El propio Javier Márquez, creador del blog ‘12 razones para luchar contra el cáncer‘, una web con la que pretende concienciar sobre esta enfermedad, le propuso a Carmen hacer una exposición con sus fotografías, «pero, entonces, no estaba preparada», afirma Carmen. Después, con el paso del tiempo, sí sintió la necesidad de mostrar sus imágenes, su desnudo. Le dio fuerzas para ello el encontrarse con el libro de Diego Lopa titulado Mis sueños en 39 colores, donde encontró reflexiones que consideró muy oportunas. Por ello, decidió ir publicando sus autorretratos en Facebook junto a algunos textos de Lopa. Fue otro punto de inflexión, porque el mensaje llegó al propio Diego, que se puso en contacto con ella y le planteó hacer maridajes con él. «La idea me apetecía mucho, porque, en cierto modo, la vida es como un sueño y lo bueno de todo es que con amor podemos conseguir que esos sueños se hagan realidad. Realmente, la iniciativa ha tenido mucha repercusión, porque entre los dos hemos ido cogiendo una imagen y un párrafo, que están recibiendo muchos ‘me gusta’ y visitas en las redes sociales», afirma.
Con esta difusión, el objetivo de esta valiente no es otro que «animar a las mujeres que estén pasando por este mismo proceso, para que se sigan sintiendo mujer. Porque yo sólo he demostrado que se puede seguir siendo bello, que nada cambia. Que seguimos siendo nosotras mismas, aunque ya no tengamos los pechos, sino unas prótesis, que seguimos sintiendo. Pensé que, de este modo, podía ayudar a muchas personas que estuvieran pasando por lo mismo que yo, que podía hacerles mucho bien». De hecho, Carmen Núñez Feria asegura que, ahora, vive la vida de otra forma, «veo la vida mucho mejor, no tan agobiada como antes. Vivo el presente y aprovecho los días mucho más que antes. Mañana ya veremos qué ocurre. Cada día que me levanto doy las gracias y agradezco las nueva oportunidad de vivir que se me brinda. Porque el mero hecho de poder levantarme es todo un premio».
Una propuesta que ha sido muy bien acogida por la gente, que, tal y como nos dice esta onubense, «han reaccionado muy bien, ya que siempre me decían que transmito mucha alegría y tranquilidad. Algo que siempre ha sorprendido durante mi enfermedad. Y es que yo no lo he visto como un drama, sino que he pensado siempre que no iba a pasar nada, porque yo soy fuerte. Me lo creía y así lo he trasmitido».
Con todo ello, aunque ahora Carmen está en un momento sosegado y tranquilo, quiere dejar un mensaje para todas las personas que se encuentran atravesando la misma situación que ella: «A todos les digo la misma frase que me dijo a mí mi amiga Lola, que no es otro que «Ahora, déjate querer, te toca dejarte querer». Esas palabras fueron para mí el principio de todo. Y me gustaría que tomaran conciencia de él. Que no vean este proceso como algo positivo. De hecho, yo pienso que me ha tocado la lotería, porque me ha tocado vivir de nuevo«. Gracias por tu ejemplo.
2 comentarios en «La bartolina Carmen Núñez nos enseña con su sonrisa que una actitud positiva es el mejor tratamiento para la curación»
Precioso artículo. Compartir maridajes de MIS SUEÑOS EN 39 COLORES con las fotos de Carmen ha sido una maravillosa experiencia. Carmen Núñez una gran mujer.
Extraordinaria y valiente Cámen, cuya y experiencia sirve para ayudar a otras mujeres en igual situacion.¡Qué agrande eres Cármen!..