Carlos Arroyo. Plaza de Toros de la Merced, primera de abono de las Fiestas Colombinas, con media entrada larga en los tendidos, se lidiaron seis novillos de Villamarta, con pobre presentación los tres primeros, correctos de presentación los tres últimos, justos de fuerza, nobles, bueno el cuarto, encastado el sexto, para los diestros:
Rafa Serna, de berenjena y oro, bajonazo y estocada, silencio; estocada, dos orejas.
Emilio Silvera, de purísima y oro, estocada desprendida, oreja, estocada, oreja.
Rodrigo Molina, de coral y oro, media estocada y estocada, ovación, dos pinchazos y estocada casi entera, ovación.
La tarde tuvo dos partes claramente diferenciadas por el juego y presentación de la novillada de Villamarta. Los tres primeros, novillos de escasa presencia y escaso juego, por la justeza de fuerzas, que, aunque con nobleza, no llevaron ninguna emoción a los tendidos. Solo la labor de Emilio Silvera, tirando del animal por ambos pitones, despertó del tedio al respetable. Los tres siguientes sí tuvieron la presencia precisa para una plaza como Huelva, y resultó más interesante, con la faena ante el mejor novillo de la tarde a cargo de Rafa Serna y otra faena de Emilio Silvera por encima de su oponente. Rodrigo Molina se le notó la bisoñez y se acopló con ninguna de los novillos que le correspondieron en suerte, aunque estuvo dispuesto. El quinto de la tarde propinó una fuerte voltereta a Juan Luis Serrano, de la cuadrilla de Emilio Silvera, aunque sin consecuencias de gravedad.
El que abría plaza fue un novillo terciado. Quita por chicuelinas templadas Rafa Serna. Tras brindar al respetable, lo intenta por ambos pitones pero el novillo no puede por una falta de fuerza alarmante. Se va quedando cada vez más corto y suelta la cara en embestidas defensivas. A pesar de algunos muletazos sueltos, no prende la faena, carente de emoción. En la primera entrada se le va la mano al torero sevillano, cobrando una estocada aceptable en el segundo. Leves pitos al novillo en el arrastre y silencio para el torero. Vuelve a quitar a su segundo oponente por chicuelinas. Brinda su muerte al rejoneador onubense Andrés Romero. Buenos pasajes por el pitón derecho en los primeros compases de la faena, con el toro con más recorrido de la tarde y de embestida más enclasada. También hay naturales con la estética propia de la escuela sevillana. Pinturería y torería en el remate de la faena con ayudados por bajo. Una buena estocada precede a las dos orejas concedidas por la presidencia ante la petición unánime del respetable.
Por encima de su lote estuvo toda la tarde Emilio Silvera, con el secreto del temple y las buenas maneras ante el lote más noble. Su primero, también falto de fuerza, lo trata con suavidad en los cites y tira de él con empaque. Buenas series en el toreo con el pitón derecho, y la zurda de Emilio al natural vuelve a honrar a su padre, con esa naturalidad y temple. La faena no llegó a más por la falta de emoción de las embestidas del novillo. Tras la estocada, hoy recetó dos buenas estocadas el onubense, se le concede la oreja. El quinto fue el toro de más volumen de la tarde. Reservón en los primeros tercios, los comienzos de faena son deslucidos porque el novillo se para y no acomete. Faena afanosa, que va a más por el buen trato de Silvera, que le consiente y va alargando los muletazos. De nuevo el temple como secreto y prodigio, para arrancarle una oreja a un novillo muy parado.
Debutaba en Huelva Rodrigo Molina, y se notó su escasa experiencia. El tercero de la tarde salió suelto de los engaños en los primeros tercios por lo que no hubo lucimiento en los lances de salida. Si probarlo, comienza el novillero a torear al natural y con disposición, en la serie más lograda de la faena, que se va diluyendo por los continuos enganchones de la muleta. No se acopla con el novillo. Consigue una estocada en el segundo intento, tras una media estocada defectuosa, y recibe la ovación del público. El sexto novillo de la tarde es el que menos humilla de la tarde. Se le receta un excesivo castigo en varas con dos entradas fuertes al caballo. En la muleta del debutante, suelta la cara. Otra vez poco acople, con algún muletazo suelto cuando consigue que el animal no alcance la franela. Dos pinchazos y la estocada casi entera, acaban de socavar una faena que podría haber sido premiada con una benévola oreja del generoso público de Huelva, que le tributa una ovación.