Antonio José Martínez Navarro. Indefectiblemente, a las cinco y media o las seis de la mañana, aparecía don Pío en el mostrador del café, con su sombrero canotier, si estaba en época veraniega, o de excelente paño si se estaba sufriendo con los rigores del invierno, encasquetado sobre la frente. Momentos más tarde iban llegando los camareros. Era aquella la hora de limpieza en el establecimiento y estos empleados, vestidos con el traje de labor, sacaban brillo a los cristales, limpiaban los espejos, esgrimían el plumero y con recios gestos pulían el mármol de los veladores, quitándoles las manchas que había producido el tráfago de la tarde y noche anterior. Alguno de ellos ascendía los escasos y leves peldaños de la escalera de caracol que conducía a los billares para cerciorarse de que todo este salón estaba en completo orden y limpieza. Parte de Huelva pertenecía a un pueblo madrugador, aunque no crean los amables lectores de estas historias que eran muchos los ciudadanos que incidían en esta insana costumbre de darse el madrugón. Era, pues, escaso el público que media hora o una hora más tarde acudía al café del Nuevo Mundo. Algunos viajeros que iba a tomar el primer tren de la mañana que salía de la no muy lejana Estación de Zafra, algún mísero y desperdigado mozo del cordel, tocado con gorro de plato y portando las correas propias de su oficio, de esos hombres que encaminaban sus pasos para desarrollar alguna misión en el Mercado del Carmen o se desplazaban a la Estación de Sevilla para esperar a los viajeros que llegaban procedentes de Sevilla y de los que obtendrían una propinilla llevándoles las maletas hasta el coche de famélicos caballos que los llevaría al hotel o a su casa; en definitiva, de esos que duermen al raso y viven de café con media tostada cuando las cosas les vienen bien rodadas. La luz cenicienta de una mañana nubosa se colaba por las grandes puertas del Café, sacando brillo en los dorados de las columnas, jugaba y sonreía en los espejos y producía espléndida claridad en el aparador del mostrador y estantería cercana a éste. De improviso llegaba aquel viejo que cada mañana entraba de siete a siete y media, bajo la sombra protectora y secular de un sombrero, al cual viejo sirve uno de los camareros, sin que él lo pida, señal de que el gusto del parroquiano es muy conocido en el establecimiento. Una copa de aguardiente de la marca “La Hormiga”, que el consumidor saborea con deleite. No se hacían esperar otros clientes que se aprestaban a saborear el rico y aromático café que se servía en diminutas tazas y que pregonaba a todos la categoría del Nuevo Mundo. Pronto, a las nueve y media o diez de la mañana el Café contaría en su interior con toda aquella magia de la vida elegante de una ciudad que empezaba a desperezarse con una inusitada actividad minera agrícola y pesquera.
Antes de continuar dejemos anotado un tétrico secreto del Café “Nuevo Mundo”: los veladores con los que contaba el establecimiento tenían en el fondo o al dorso de los mármoles una inscripción funeraria que decían bien a las claras que habían formado parte de diversas lápidas del antiguo Cementerio de San Sebastián.
Y es todo lo que me proponía contaros en esta viñeta del Café Nuevo Mundo. No es mucho. Podía ser más, y puede ser demasiado.
Vayamos, sin más dilación a su historia. Su génesis u origen se había formado varios años antes al constituirse la Sociedad compuesta por don Antonio Marcelo García Domínguez y don Pío Gutiérrez:
<<Sociedad Mercantil, otorgada por las que la formarán García y Gutiérrez, el 22 de junio de 1892 ante don Emilio Cano y Cáceres (Folio 1.550, número 149).
1º) Comparecen don Antonio Marcelo García Domínguez, de 43 años, industrial, y don Pío Gutiérrez Durán, de 40, comerciante: “Los otorgantes constituyen en domicilio en esta plaza Sociedad Mercantil bajo la razón García y Gutiérrez
2º) El objeto de esta Sociedad será la instalación de un Café con el nombre de “El Nuevo Mundo”, tiene establecido en esta ciudad don Antonio Marcelo García en la calle de Sagasta número 56 formando esquina a la calle de Zafra.
3º) El plazo de duración será el comprendido desde el 1 de junio del presente año hasta el día 1 de julio de 1895.
8º) Declaran los otorgantes que de común acuerdo… y, a don Pío Gutiérrez 5.000 pesetas, valor de cinco meses de billar. El otro le adeuda a don Pío…>>
La disolución de la Sociedad “García y Gutiérrez” se produce pocos meses después en Escritura otorgada el 7 de octubre de 1892 en la que ambos socios comparecen ante don Emilio Cano y Cáceres (Folio 2.539, número 151).
En Escritura ante el mismo Notario y con la misma fecha se produce la “Venta del establecimiento del Café (Folio 2543, número 151):
<<…El segundo de 28 años. Por la disolución de la Sociedad se quedó dueño don Pío Gutiérrez…
En el salón bajo habían 36 mesas con tapas de mármol, 5 veladores con tapas de mármol, 13 veladores con tapas de caoba, 16 mesas primavera de pino y todo lo propio del Café. Asimismo, en el piso alto habían dormitorios, 20 camas…>>.
La inauguración de uno de los Café Nuevo Mundo que existieron en nuestra capital, en este caso el que se situaba en la calle Palacio, nos la entrega el diario local “La Provincia” del domingo 16 de marzo de 1890:
<<Anoche se inauguró el “Café del Nuevo Mundo” situado en el Palacio, bajos del Gobierno civil.
Su propietario, el inteligente industrial don Marcelo Domínguez, no ha escatimado medio alguno para dotar a Huelva de un nuevo establecimiento a la altura de los principales de Madrid y Sevilla.
Deseamos al señor Domínguez mucha prosperidad en su nueva industria>>.
No obstante, las exigencias de aquel Café no eran las que una ciudad pujante, como la Huelva de los años noventa del siglo XIX, precisaba. Analizó el mercado, gustos y sitios de entretenimiento y encontró un local de nueva construcción situado en La Placeta y Zafra.
Meses de preparación del nuevo local y el jueves, 18 de diciembre de 1890 decía el diario “La Provincia” que iba a ser inaugurado lo que se convertiría, sin duda, en uno de los mejores lugares de encuentro de la Ciudad::
<<El sábado se inauguró el nuevo local del Café del Nuevo Mundo, situado en las calles Placeta y Zafra, que ocupa la mitad del grandioso edificio que acaba de levantar el Sr. Gutiérrez>>.
En lo que respecta su decorado decía el reportero del citado periódico:
<<El nuevo local está decorado con exquisito gusto y sencillez, resultando muy alegre por la gran cantidad de luz que recibe por sus varias puertas y vidrieras. El pintor, Sr. Pergañeda ha estado muy acertado en los tonos dados a la pintura y en la severidad de los dibujos, mereciendo por ello plácemes.
La concurrencia en el Nuevo Mundo es extraordinaria por lo que felicitamos a su propietario señor don Marcelo García.
Los géneros que se expenden son superiores>>.
El Café tuvo el beneplácito de los onubenses desde los primeros instantes. Ayudados por el diario “La Provincia”, del jueves 10 de octubre de 1895, conozcamos el ambiente que tenía
<<Algunas de estas pasadas noches hemos ido después de la función de teatro al Café el “Nuevo Mundo” y nos ha admirado encontrarle a aquellas horas tan concurrido como a las ocho de la noche y tan animado y alegre que daba gusto estar allí. La concurrencia abigarrada, se compone de toda clase de gentes; reina allí la franqueza y la expansión propias de estos lugares, pero la mayor compostura y el orden más perfecto. Un pianista y un violinista bastante buenos y que suelen ser muy aplaudidos tocan hasta las dos de la mañana; hasta esa hora y aún hasta las dos y media el café y los billares se ven casi llenos, el alumbrado es general y la servidumbre completa; hasta dicha hora todavía las mesas del exterior colocadas al aire libre tenían mesas en su alrededor en las cuatro noches pero desde que cayeron los chaparroncitos de la tarde del 8 el tiempo refrescó lo bastante para que nadie que estime sus huecos permita esas tertulias al aire libre hasta tan tarde. A las tres y a las sillas están sobre las mesas, el alumbrado en sus dos terceras partes apagado, la servidumbre reducida y sólo quedan algunos trasnochadores impertinentes o algún viajero que sele por la línea de Zafra en el tren de la cuatro.
El café ya queda así hasta por la mañana y en esto, dicho establecimiento, así como el Colmado de Zafra, hacen un buen servicio, pues saliendo o llegando trenes desde las tres y media de la mañana hasta las 6 y 10, horas en que las casas particulares y por lo regular con las fondas, las hornillas están apagadas y criados descansando, y los establecimientos cerrados, los dos que citamos, repetimos, un buen servicio a los viajeros que a dichas horas van o vienen, que son algunos>>.
En la revista ilustrada “La Cruz Blanca” número 10, fechada en Huelva el 1 de diciembre de 1897 aparecía el banquete celebrado por los liberales para festejar la victoria en la Alcaldía de don Francisco García Moreno que se celebró en la fonda “Nuevo Mundo”:
<<El domingo en la noche se celebró en la fonda Nuevo Mundo el banquete organizado por los liberales en honor del nuevo Alcalde don Francisco García Moreno, asistiendo unos cincuenta comensales>>.
Once días más tarde el diario ·”La Provincia” informaba de un remozamiento del Café:
<<Se está pintando y decorando nuevamente el acreditado Café del Nuevo Mundo>>.
No era muy amante don Pío de la movida carnavalera. Así mandaba insertar en las páginas del diario “La Provincia” del 26 de febrero de 1898 la siguiente noticia:
<<Café Nuevo Mundo. El dueño del Café del Nuevo Mundo,, nuestro querido amigo don Pío Gutiérrez, nos ruega pongamos en conocimiento del público, que por evitación de disgustos y peligros que lleva consigo las libertades propias de Carnaval, y teniendo en cuenta la concurrencia tan numerosa que allí acuden, entre las cuales se hayan buen número de señoras y niños de corta edad, ha decidido cerrar su Café a las seis y media de la tarde, desde mañana Domingo de Piñata, anteponiendo a sus intereses la consideración expuesta.
El servicio a domicilio se hallará abierto por la puerta falsa de la calle de Zafra>>.
Don Pío Gutiérrez participó, en primera línea, en las diversas manifestaciones onubenses que defendían los intereses españoles en la guerra de Cuba. En el diario “La Provincia” de fecha 2 de mayo de 1898 se nos muestra un nuevo detalle patriótico del dueño del Café “Nuevo Mundo”:
<<Durante todo el día de ayer, destinado por el simpático y patriótico dueño del Café Nuevo Mundo, don Pío Gutiérrez, para que todo lo que se consumiese en dicho Café vaya a engrosar la suscripción nacional, ha estado aquel concurridísimo.
El Café estaba adornado con banderas nacionales con nombres gloriosos de nuestra historia.
Muchísimas señoras y señoritas concurrieron también a él>>.
Y como tenía las ideas muy claras en algunas posturas. Al año siguiente insistía en un nuevo cierre del Café por igual motivo (“La Provincia”, 10 de febrero de 1899). A través del anuncio o aviso citado en el periódico advertimos el servicio a domicilio que tenía su Restaurante:
<<El dueño del café del “Nuevo Mundo”, nuestro querido amigo don Pío Gutiérrez, hace saber al público que dada la poca amplitud del local en que tiene su establecimiento, para la misma concurrencia con que se ve favorecido los días de Carnaval, entre la que se encuentra bastantes señoras y niños, y en evitación de alguna desgracia que pudiera ocurrir a la menor alarma producida por las bromas que estos días se permiten, cree necesario cerrar dicho establecimiento en las noches de los tres días de Carnaval, así como en la del domingo de Piñata, con cuya medida, lejos de querer desairar al público que diariamente le favorece, cree prevenirlo de ocurrencias desgraciadas.
El servicio a domicilio se hará durante esas noches, por la puerta de la calle Zafra>>.
Don Pío Gutiérrez era vecino del barrio de la Merced (sesión municipal del 24 de diciembre de 1909):
<<…En armonía con el informe emitido por la Comisión de Fomento se acordó autorizar a don Pío Gutiérrez para construir un paso-cuneta frente al solar de su propiedad junto a la fábrica de jabón de don Ramiro Pardo, en la Carretera de Huelva a Sanlúcar de Guadiana, bajo las condiciones fijadas por el Señor Ingeniero encargado de la Carretera…>>.
En el verano de 1911, el Café “Nuevo Mundo” realiza varias reformas. Así, en la sesión municipal de 18 de mayo del citado año podemos leer:
<<…A escrito de don Pío Gutiérrez y Hermano, para ejecutar varias obras en el edificio que ocupa el Café Nuevo Mundo…>>.
En la sesión municipal, celebrada dos días más tarde, se le autoriza a don Pío a acometer una reforma que dotaba al local de un aire más moderno y elegante:
<<…Sexto. Autorizar a don Pío Gutiérrez y Hermano para realizar varias obras en el edificio que ocupa el Café del Nuevo Mundo…>>.
El día 30 de noviembre de 1899 el diario “La Provincia” daba cuenta a sus lectores de una excepcional fotografía del Café “Nuevo Mundo” realizada por el Sr. Pavón:
<<Hemos visto una instantánea del Café del Nuevo Mundo, hecha en la noche del domingo último por el reputado fotógrafo Sr. Pavón.
Este solo trabajo bastaría para hacer la reputación de su autor si hace mucho tiempo no la tuviera ya consolidada>>.
1 comentario en «El célebre Café “Nuevo Mundo”»
La afirmación que el Sr. Don Pío Gutiérrez era vecino del Barrio de La Merced es errónea y nace de una mala interpretación del texto del acta de la sesión municipal del 24 de diciembre de 1909. En él se lee que «…en armonía con el informe emitido por la Comisión de Fomento se acordó autorizar a don Pío Gutiérrez para construir un paso-cuneta frente al solar de su propiedad junto a la fábrica de jabón de don Ramiro Pardo, en la Carretera de Huelva a Sanlúcar de Guadiana…». Pero el ser propietario de un solar en la Plaza de la Merced NO significa que dicho señor fuera vecino de ese barrio. Don Pío vivió, ya casado con mi tía abuela Carmen Rama Cuadri, en 1889 en el edificio de la c/ Sagasta esquina Zafra, y posteriormente hasta su fallecimiento el 28/12/1917 en c/ Bocas nº 19, edificio por él construido y que aún subsiste.