HBN. Aún con la resaca de la noche mágica del fuego, ésa en la que cada año damos la bienvenida el solsticio de verano encendiendo hogueras purificadoras de milenaria tradición, despertamos este 24 de junio en el que celebramos la festividad de San Juan Bautista. Es, por tanto, una jornada perfecta para recordar a algunos de aquellos Juanes que han marcado la historia de la provincia de Huelva (hablamos en masculino porque al parecer no ha habido muchas Juanas en nuestra tierra que hayan trascendido en el tiempo, aunque aceptamos aportaciones).
Comencemos por un personaje peculiar de divertidas andanzas. Quién si no que Juan de Lepe, el marinero onubense que, tras ganar en una partida de cartas al monarca Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor y padre de Enrique VIII, se convirtió en rey de Inglaterra durante un día. De hecho, el afortunado marinero, que era confidente, ayudante y compañero de juegos del citado monarca, llegó a ser conocido en territorio inglés como ‘The little king of England’.
Otro importante personaje de nuestra historia fue Juan Agustín de Mora Negro y Garrocho. Historiador, abogado de los Reales Consejos, canónigo de la Iglesia Colegial del Salvador de Sevilla y célebre investigador y escritor. Éste nos dejó como legado uno de los primeros estudios sobre nuestra tierra: Huelva ilustrada. Breve historia de la antigua y noble villa de Huelva.
La obra, impresa por vez primera en 1762, aborda diferentes aspectos de la historia de la capital onubense, de su situación geográfica, de la vida de sus más ilustres vecinos y de los monumentos y edificios más representativos. Se analizan en el volumen la fundación y antigüedad de Huelva, su toma por las tropas musulmanas, la conquista cristiana, los diversos señoríos que la conformaron, sus términos históricos, los privilegios que le fueron concedidos y su industria y economía. Un documento de enorme valor que nos ha permitido conocer detalles de Huelva que quizá, de otra manera, no habrían trascendido.
Y pasamos a otro clérigo, fray Juan Pérez, fraile franciscano que junto con fray Antonio Marchena propició la gesta descubridora. Pérez vivió entre los siglos XV y XVI y ayudó a Cristóbal Colón a convencer a los Reyes Católicos de que apoyaran su proyecto de cruzar el Atlántico para llegar a las Indias Occidentales, aventura que acabaría desencadenando el descubrimiento del continente americano.
Fray Juan era uno de los monjes que Colón conoció en el monasterio de La Rábida y que se entusiasmaron tanto como él con aquella alocada iniciativa. Junto al padre Marchena, ambos religiosos ayudaron al almirante a acceder a la Corona española, que finalmente reunió dinero para la hazaña descubridora de la que este 2017 celebramos 525 años.
Y precisamente, en aquella primera expedición a las Indias tomó parte el palermo Juan Rodríguez Mafra. El navegante, además de ser uno de los intrépidos marineros que otearon por primera vez América, participó también en el segundo y tercer viaje de Colón y fue, junto a Diego de Lepe, los verdaderos descubridores de Brasil, ya que formaban parte de la expedición de Vicente Yáñez Pinzón y conformaban la avanzadilla en la exploración de la desembocadura del Amazonas.
Rodríguez, que llegó a ser nombrado piloto de Su Majestad por sus grandes méritos, acabaría sus días participando en la primera circunnavegación o vuelta al mundo en barco, que encabezaría Fernando de Magallanes y culminaría Juan Sebastián Elcano. El palermo fue piloto de las naos Concepción y San Antonio en esta expedición, en el transcurso de la cual fallecería por unas fiebres.
Precisamente, Rodríguez coincidió en alta mar con otro importante onubense, también de nombre Juan. Se trataba de Juan de Bermúdez, natural como el anterior de Palos de la Frontera, quien ha pasado a la historia por dar nombre al archipiélago de las Islas Bermudas.
Juan Bermúdez fue también miembro de la tripulación que acompañó a Cristóbal Colón en sus dos primeros viajes transoceánicos. Su dominio de la ruta le haría dedicarse más tarde al transporte de mercancías y personas entre España y estos territorios de ultramar, llegando a cruzar en 25 años el océano en 22 ocasiones como piloto o maestre, todo un récord ya que, a día de hoy, no se tienen datos de que otro navegante en los siglos XVI y XVII haya superado estas cifras.
En 1505, guiado por una tormenta, Bermúdez descubrió un archipiélago que pasaría a la historia como Islas Bermudas y lo reclamó como parte del Imperio español, aunque jamás llegó a pisarlo. El piloto regresaba a España tras llevar provisiones a las colonias en América cuando el mal tiempo lo desvió en dirección norte, avistando la isla que hoy conocemos como Bermuda o Gran Bermuda. La embarcación se acercó, pero no pudo tomar tierra por el anillo de arrecifes y porque a la tripulación le asustaban unos ruidos que procedían de la isla y que pensaron que eran espíritus y demonios (en realidad era el canto estridente del petrel de Bermudas, un ave típica de la zona).
Por último, y aunque se nos queden muchos Juanes en el tintero, no podíamos dejar de nombrar a uno de los más célebres de nuestra tierra: el poeta Juan Ramón Jiménez Mantecón. Nacido en Moguer, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1956 como reconocimiento a toda una vida dedicada a las letras, destacando, como no, una de sus obras más universales Platero y yo.
Para la posteridad, Jiménez legó joyas como Diario de un poeta recién casado, Animal de fondo, Eternidades, Piedra y cielo o La soledad sonora, entre muchas otras, y logró colocar a una provincia como Huelva en lo más alto de la literatura universal. Ello siempre con el apoyo de su inseparable esposa, Zenobia Camprubí.
Hasta aquí este breve repaso por algunos de los Juanes onubenses más destacados de nuestra historia. Aprovechamos para felicitar a todos los que celebran hoy su Santo y desearles un muy feliz día.