Mari Paz Díaz. Si buscamos en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE) la palabra ermita, la definición dada es la de una «capilla o santuario, generalmente pequeños, situados por lo común en despoblado y que no suelen tener culto permanente». Son, por tanto, edificaciones que solemos encontrar en un entorno rural o, bien, a las afueras de ciudades o pueblos. En el caso de la provincia de Huelva, son muchos los municipios que cuentan con una o más ermitas dedicadas a alguna advocación religiosa, lugares que acogen la imagen de una Virgen o un Santo, en cuyo honor suelen celebrarse romerías y fiestas populares de gran tradición.
Templos que, en la mayoría de los casos, llevan siglos formando parte del paisaje, a pesar de que sus características arquitectónicas y artísticas a veces pasen desapercibidas. Eso, a pesar de que estos edificios presentan aspectos únicos que han llamado la atención de las instituciones encargadas de velar por el patrimonio. Tanto es así que algunas de estas ermitas onubenses han sido calificadas como Bien de Interés Cultural (BIC), lo que pone de manifiesto su valor y, por tanto, la necesidad de ser protegidas. Un dato interesante, de ahí que hayamos querido recoger en este artículo cuáles son esas ermitas BIC de Huelva. Un recorrido para el que tomaremos como fuente la información que aporta sobre ellas el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH). Siendo así, las ermitas BIC de Huelva son:
1. Ermita de Santa Eulalia y su entorno, en Almonaster la Real. Declarada BIC desde 1976, está dedicada a esta mártir de Mérida. Se trata de una obra tardomedieval con añadidos barrocos, que posee la particularidad de que su ábside pertenezca a un mausoleo romano de época imperial. Por lo demás, es un tipo de construcción muy habitual en la Sierra de Aracena, al seguir el modelo de las iglesias mudéjares de arcos transversales en una sola nave. Está situada en el centro de un valle, a 3 kilómetros de la aldea El Patrás y a 20 km, de Almonaster. En el interior destacan sus pinturas murales de gran valor histórico, al proceder de la época medieval, realizados en estilo gótico de la escuela sevillana del siglo XV, que decoran tres lienzos del presbiterio. En ellos se representa a Santa Eulalia, San Jorge, Santa Julia, Santa Leocadia, San Miguel y San Sebastián. Otros elementos decorativos dignos de mención son las pinturas barrocas del ábside, realizadas en el siglo XVIII, donde se representan a San Tadeo a Sor Juana de la Cruz, San Ildefonso y el Calvario.
Desde 1606, la Ermita de Santa Eulalia es el centro neurálgico de la Romería en honor de la Santa. Miles de romeros llegados desde toda la Sierra y de otros puntos de la geografía nacional, acuden cada tercer fin de semana de mayo al paraje, para participar en una de las fiestas con mayor historia y tradición de toda la comarca. La Ermita y su entorno, incluyendo el antiguo coso taurino, está declarada Bien de Interés Cultural y forma parte importante del Conjunto Histórico de Almonaster.
2. Ermita de San Mamés en Aroche. Se trata de una de las denominadas ermitas de Repoblación, construida a finales del siglo XIII y principios del XIV, siendo ampliada y reformada en los siglos XV y XVIII. Está relacionada con la ciudad de romana de Turobriga, puesto que fue construida con materiales de este enclave, como puede comprobarse en las columnas del ábside, el ara romana usada de soporte del púlpito o los sillares romanos usados para construir los porches exteriores. Además, la ermita se encuentra sobre la basílica romana de Turobriga. No en vano, la Ermita de San Mamés forma parte del Conjunto Arqueológico de Turóbriga.
Aunque su verdadero nombre es San Pedro de la Zarza -dedicada a San Pedro Apóstol-, es popularmente conocida como de San Mamés (Mártir), patrón de Aroche, que se venera en este templo, al igual que a las Santas Justa y Rufina, antiguas patronas de Sevilla.
En concreto, es una construcción del siglo XIII, con añadidos de los siglos XIV, XV y XVIII. Su estilo arquitectónico es mudéjar y su interior se encontraba completamente recubierto de frescos del siglo XIV, localizados con la última restauración y cuya recuperación está en vías de producirse. Es de planta basilical con tres naves separadas por arcos apuntados enmarcados sobre alfiz y presbiterio con bóveda nervada gótica. En el siglo XVIII se añadieron los porches exteriores y el campanario.
3. Ermita de San Antonio en Ayamonte. Esta capilla -se le conoce como capilla, en lugar de ermita- está situada en la misma calle que lleva su nombre, si bien en sus orígenes estaba a las afueras del pueblo. Fue fundada en el siglo XVI por el gremio de los marineros. El edificio destaca por su decoración pictórica situada a ambos lados de la nave en la parte superior de sus muros, pinturas que aluden a la vida de San Antonio de Padua, una imagen cuyas fiestas han dejado de celebrarse, aunque sí tienen lugar fiestas en su honor en el barrio marinero de Punta del Moral.
Unas características que, salvando las distancias, podríamos equiparar a lo que sucede con la Capilla del Corpus Christi en Moguer, una ermita, también declarada Bien de Interés Cultural, un edificio del siglo XIV, que formó parte del antiguo Convento del Corpus Christi y, posteriormente, del Hospital del Corpus Christi de Moguer. Un templo que, hoy en día, se encuentra en pleno centro de la localidad, formando parte del Teatro Felipe Godínez moguereño, a pesar de que en sus orígenes estaría a las afueras del pueblo, al formar parte de una antigua Estación Enológica, -decorada, por cierto, con azulejos cerámicos de Triana-, ejecutada en 1915 al estilo regionalista, atribuyéndosele al arquitecto Aníbal González.
4. Ermita de Ntra. Sra. del Valle en Manzanilla. Situada en el paraje conocido como Vado de San Nicolás, zona próxima a un antiguo santuario de la misma advocación, una ermita que era tan pequeña que sólo podía albergar al sacerdote y demás ministros cuando se decía la misa. La ermita de Nuestra Señora del Valle sustituyó a ésta a partir del siglo XVIII, aunque fue ampliada en diversas ocasiones posteriores.
Una imagen que siempre tuvo mucha devoción en la comarca, creándose en el siglo XVI la Hermandad de Nuestra Señora del Valle. En los años noventa del pasado siglo XX fue sometida a un amplio proceso de restauración. El inmueble tiene planta de cruz latina, alzándose la espadaña en la nave principal. Al exterior, el inmueble presenta tres portadas.
5. Ermita de Nuestra Señora del Valle de La Palma del Condado. Se trata de un templo mudéjar de planta basilical con naves separadas por arquerías: la nave del Evangelio presenta portada de ingreso, con un rosetón gótico-mudéjar, y la de la Epístola, una capilla dedicada a Nuestro Padre Jesús Nazareno, cubierta por teja árabe. En este aspecto, llama la atención la capilla mayor, cuyo origen parece encontrarse en una construcción militar almohade anterior, un espacio con gran profusión de elementos decorativos, de ahí que se haya clasificado entre las ‘Iglesias con capilla mayor morisca’, junto a otros templos andaluces. En este marco, entre sus peculiaridades, se encuentra la decoración de la capilla con muros laterales con sus arcos apuntados, que cargan sobre ménsulas y encuadran una decoración de arquerías ciegas, un caso único en la arquitectura mudéjar andaluza.
Tal y como sigue recogiendo el IAPH, «este templo sigue el sistema tradicional sevillano de templo mudéjar del siglo XV. El principal aspecto diferenciador radica en que en las capillas mayores utilizan elementos góticos propios de la cultura de los conquistadores. En cambio, en la zona del Aljarafe sevillano se siguen utilizando aún las formas musulmanas, cúpulas sobre trompas, al igual que sucede en la ermita». La ermita ha sido restaurada en dos ocasiones, en 1923, la más profunda al suprimirse la hornacina y los remates barrocos de la portada del Evangelio, y en 1987-1989.
6. Ermita de Nuestra Señora de las Angustias de Villarrasa. Antigua ermita de la Misericordia, en ella se rinde culto a la patrona de la localidad, Ntra. Sra. de los Remedios. Su estructura actual es barroca, destacando su espadaña y cúpula. Existe documentación de un retablo anterior al actual realizado por Francisco Jiménez de la Barreda (1643) de estilo barroco y destruido en 1936. El actual data de 1977 y fue ejecutado por Guzmán Bejarano.
«Cuenta con frontal de altar del s. XVII, donado por el vecino Pedro Delgado en 1675, construido en plata en su color y planta sobredorada, de estilo barroco mejicano con el anagrama de María, de Cristo y San José, y que proviene de Méjico. En el arco de medio punto situado en la parte anterior al camarín de la Virgen, puede ser contemplado un fresco del siglo XVIII, que muestra la aparición de la Virgen», explica el IAPH.
7. Santuario de Nuestra Señora del Rocío en Almonte. Si existe una ermita conocida en la provincia de Huelva es esta basílica dedicada a la patrona almonteña, un templo declarado BIC desde 1981. Emblema de la Aldea y Romería del Rocío desde hace siglos, se encuentra en una ubicación privilegiada, un cruce de caminos entre Sevilla, Niebla o Moguer. El edificio actual, realizado en regionalismo blanco, data del siglo XX, sustituyendo a uno anterior del siglo XVIII, que, al mismo tiempo, daba paso a un templo mudéjar primitivo.
Una ermita, situada a orillas de la marisma de Doñana, de planta basilical, con tres naves, crucero y capilla mayor. Como sabemos, y apunta el IAPH, «en el interior del santuario, alojada en la hornacina central del nuevo retablo barroco, se encuentra la imagen gótica de la Virgen del Rocío, Patrona de Almonte y, al mismo tiempo, uno de los principales referentes, a nivel simbólico e identitario, de Andalucía». Entre otros elementos, destaca la fachada en forma de gran concha, sobre la que se eleva la espadaña. Las cuatro campanas que posee llevan los nombres de El Salvador, Blanca Paloma, Lirio de las Marismas y San José. Existen noticias de la devoción a la Virgen del Rocío desde el siglo XV.
8. Santuario de la Virgen de la Cinta en Huelva. Dedicado a la devoción de la patrona de Huelva, este templo se encuentra ubicado en la periferia del núcleo urbano de Huelva, en el cabezo de El Conquero. Fue construido en el siglo XV en el estilo mudéjar por influencia del Monasterio de La Rábida, aunque ha sufrido diferentes remodelaciones a lo largo de su historia. A su interior se accede mediante una arquería de cinco vanos de medio punto separados por pilastras y cubiertos con verja de hierro. Una arquería que encontramos en el patio por el que se accede a la iglesia. El paso al interior del templo se hace a través de tres vanos ubicados en la fachada, que se corresponden con las tres naves de la iglesia. Las tres entradas presentan la misma estructura: arcos apuntados dovelados, construidos en ladrillo visto.
La tradición popular sitúa el origen del Santuario en la época visigoda y nos informa que más tarde fue destruido durante el asentamiento musulmán en la Península Ibérica, escondiéndose la imagen de la Cinta. Tras la reconquista cristiana se descubre la pintura de la Virgen de la Cinta, construyéndose un santuario sobre una colina frente al río Odiel. La población de Huelva se volcó en la devoción a la nueva imagen, haciendo que ésta jugara un papel importante en la historia sociocultural de la ciudad. A este fervor popular se debe que el edificio se fuera modificando y ampliando con el gusto de las nuevas corrientes estéticas. Una de las obras de gran importancia que sufre el templo es la remodelación del siglo XVIII.
Con todo ello, como podemos comprobar, las ermitas onubenses están cargadas de historias y de resortes arquitectónicos que las convierten en puntos del patrimonio onubense con grandes atractivos. Lugares con siglos de historia que van más allá de las tradiciones que los pueblos de Huelva celebran entorno a estas capillas y santuarios, puesto que también juegan un importante papel artístico. Este reportaje es un buen ejemplo de esta afirmación.