Rosa Mora. Se define como una persona inquieta a la que le encanta moverse, conocer lugares nuevos y probar experiencias diferentes. Si a todo ello le sumamos el profundo interés que ya desde pequeño comenzó a sentir por Francia: su cultura, historia literatura e idioma, es normal que la decisión de Daniel Fernández de cursar el Grado en Estudios Franceses en la Universidad de Sevilla no sorprendiera en su entorno.
Natural de Huelva capital, donde se formó en el colegio Juvenal de Vega y Relea y en el IES Fuentepiña, el onubense reconoce que su primera opción tras finalizar los estudios universitarios no era marcharse al extranjero, si bien es cierto que nunca la descartó en aras de mejorar su nivel de idiomas. En este sentido, apostó por una beca para trabajar en Francia enseñando español en un centro educativo, y hasta allí lo condujo el destino.
Desde septiembre de 2016 reside en Chartres, ciudad cercana a París a la que cada año llegan miles de turistas para contemplar de cerca su imponente y maravillosa catedral, joya del gótico francés, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1979.
A punto de cumplirse el tiempo de contrato del onubense en Francia, Daniel Fernández hace balance de una experiencia que valora de forma sobresaliente por lo que está suponiendo para él tanto personal como profesionalmente.
– ¿En qué momento y por qué decidiste trasladarte a Francia?
– Francia es un país que me encanta, por eso decidí estudiar en la universidad tanto su historia como su literatura e idioma. Soy una persona inquieta, a la que le encanta moverse y probar experiencias y lugares nuevos. Veía que terminaba la carrera y no sabía claramente si continuar formándome o qué hacer. Supe de una beca que me ofrecía la oportunidad de irme a Francia unos meses para enseñar español en un colegio o instituto. La solicité y, mira ahora, aquí estoy.
– Cuéntanos, ¿Dónde trabajas actualmente?
– Trabajo como auxiliar de lengua extranjera, mi labor es ayudar al profesor titular en el desarrollo de las clases. Actualmente trabajo en dos centros, en francés sería un collège y un lycée. En España equivale a la ESO y al Bachillerato, respectivamente, pero, en Francia, se estudian en centros independientes puesto que el sistema educativo es diferente. El collège está en un pequeño pueblo que se llama Maintenon, en el norte de la región Centro de Francia, a unos 60 kilómetros de París; el lycée está en la capital de la provincia, que se llama Chartres. Tengo alumnos de entre 12 y 18 años, todos muy simpáticos y muy educados. Como ya se sabe, la politesse francesa.
– ¿Estaba en tus planes trabajar fuera de España?
– Realmente, a corto plazo no entraba en mis planes irme al extranjero pero, tras haber estudiado idiomas, es inevitable no pensar en salir fuera de España por el simple hecho de seguir aprendiendo. Quien estudia lenguas extranjeras sabe que la mejor forma de aprenderla y mejorarla es estar en contacto directo, ya que hay muchas formas de aprender, pero ninguna como viajar. Decidí que era el momento perfecto para hacer una pausa en mi formación y adentrarme en el mundo laboral.
– No es tu primera experiencia en el país galo, ¿Cómo valoras tu experiencia en París?
– Pues estuve viviendo en París durante 10 meses, de 2013 a 2014. Fue gracias a la beca de estudio Erasmus, la mejor experiencia de mi vida. No solo por la riqueza personal y académica que me aportó el vivir por primera vez fuera de España y poder estudiar un año en la Sorbona, sino por la suerte que tuve al poder compartir la experiencia con mi mejor amiga, Beatriz, que también obtuvo la misma beca que yo. Conocí a personas increíbles, con las cuales aún tengo mucho contacto.
– Resides en Chartres, ¿es una ciudad agradable para vivir?
– Es una ciudad bastante agradable y, sobre todo, tranquila. Es pequeña, unos 40.000 habitantes. No tiene grandes puntos turísticos pero su catedral es inigualable. Es la catedral de la Asunción de Nuestra Señora (Cathédrale de l’Assomption de Notre-Dame), del siglo XII, Patrimonio cultural de la Humanidad desde 1979. Además, su situación es perfecta ya que está bastante cerca de París y tiene cerca ciudades muy bonitas, como Orleans o la ruta de los castillos del Loira.
– ¿Algún rincón favorito?
– Aunque esté muy bien en Chartres, no puedo evitar tener mi rincón favorito en París, tal vez porque no es lo mismo la vida de estudiante que la vida de trabajador. Sin duda, mi rincón favorito sería la plaza del museo del Louvre o el museo de Orsay. Este último tiene la mayor colección de obras impresionistas del mundo, con pinturas de Monet, Renoir o Courbet. Me gustaba ponerme los auriculares y pasearme por los museos de París.
– ¿Cómo es tu día a día?
– No suelo tener dos días iguales porque no tengo un horario de trabajo fijo. Al no ser profesor titular, no tengo tantas horas de trabajo, entonces voy cuando se me necesita. Por lo general, suelo tener unas 12 horas semanales. Y, al tener tanto tiempo libre, doy clases particulares de español a un chico y a una chica tres días por semana.
– ¿Qué es lo que más te ha llamado la atención de la vida en Francia?
– Esta segunda vez ya venía con la lección aprendida, estaba curado de espanto, pero lo que más me llama la atención es que paren las clases para almorzar de 12.00 a 13.00 horas y después continúen hasta las 17.00 o 18.00 horas. Otra cosa es el grado de cortesía, que no tiene nada que ver con el nuestro, nosotros somos más familiares, más cercanos. No me acostumbraré a ver a dos adolescentes que, si no se conocen, se hablen de usted.
– ¿Algún aspecto al que te haya sido complicado adaptarte?
– El clima. No me olvidaré de la ola de frío que hubo en enero. La misma ola que hubo en España también la hubo en Francia. Iba a trabajar con -11 grados, jamás había sentido tanto frío.
– Sois muchos los españoles que habéis tenido que emigrar, ¿Has coincidido con muchos otros en Francia?
– Es inevitable salir del país y no encontrarte con otro español. Gracias a la beca por la que estoy aquí y a las redes sociales encontré a varios españoles que están en mi misma región y que hacen el mismo trabajo. Al fin y al cabo se agradece porque te hacen sentir como si estuvieras en España.
– ¿Qué valoras de forma más positiva tu experiencia en el extranjero?
– El desarrollo personal y profesional que supone. El hecho de venir y vivir solo hace que me tenga que servir únicamente de mí. Desde el punto de vista profesional, he tenido la suerte que he topado con grandísimas profesoras que me han hecho ver lo bonita que es la profesión de profesor.
– Y tu familia, ¿qué pensó cuando tomaste la decisión de marcharte?
-Mi familia ya ha aceptado que me acabaré yendo a vivir al extranjero. Siempre han tomado bien que quiera moverme de un lado para otro ya que he estado fuera de casa desde que empecé la carrera en 2010, aunque no siempre en el extranjero. Fuera de España ha sido en total un año y medio. Pero, como dice mi madre: “tú vete, hijo, que ya iremos nosotros a verte”.
– ¿Qué echas más de menos?
– Esta pregunta es la más fácil: mi familia, mis amigos y el clima de Huelva. Ha sido genial todo lo que he vivido desde que salí de casa pero la tierra llama mucho y más aún la familia y amigos.
– ¿Cuáles son tus aspiraciones a corto plazo?
– Desgraciadamente, mi contrato es solo para un curso académico y tendré que volver a España pero mi intención a corto plazo es seguir formándome para, si tengo la ocasión, volver al extranjero ya sea a Francia, Italia u otro destino.
– Para terminar: un mensaje a los onubenses.
– Que no tengan miedo de salir, explorar, probar cosas nuevas. Los principios siempre suelen ser difíciles pero al final se pasa. La situación en España no está muy bien y, aunque se echará de menos la tierra, más allá hay grandes oportunidades de las que no se arrepentirán.
– Muchas gracias.