Redacción. La ciudad de Roma es un tesoro que millones de turistas recorren con avidez. La Ciudad Eterna no es un destino turístico cualquiera, es la capital de un impresionante Imperio que conserva nuestras raíces culturales y gran cantidad de museos y edificios históricos de diferentes épocas. Los romanos mismos dicen que para conocer su ciudad non basta una vita así que sería imposible hacer referencia a todo lo que hay que ver y visitar en la capital italiana. A modo de resumen, dejamos algunas muestras de ciertos lugares con encanto que el visitante no puedo dejar de conocer.
El Coliseo es el símbolo internacionalmente más conocido de Roma. Su fama es merecida, pues se trata del anfiteatro más grande que jamás haya sido construido, con 527 metros de circunferencia y 48 de alto. Terminado hacia el 79 a. de C. por Vespasiano, ha conocido batallas de gladiadores, tormentos de cristianos y terremotos que han dejado su fisonomía actual. Actualmente, es visitado por legiones de turistas en cualquier momento y las colas pueden ser interminables. Eso hace muy aconsejable reservar las entradas al Coliseo de Roma en las páginas web especializadas.
El llamado monte Janículo (Gianicolo en italiano) es una suave colina de apenas 82 metros de altura que se ha convertido en uno de los miradores preferidos de la ciudad. Situado sobre la margen derecha del Tíber, estaba dedicada a dioses paganos romanos, pero en el Renacimiento conoció el esplendor de las villas lujosas de poderosas familias romanas. Además del impresionante panorama de la ciudad, cuenta con la Iglesia de San Pietro in Montorio, donde se dice que el mismo apóstol fue crucificado y con el monumento a Garibaldi.
Aunque se conoce como Jardín de los Naranjos, su nombre oficial es el Parque Savello, en honor a la familia Savelli, que construyó su castillo en el siglo XIV en esta colina del Aventino. Es uno de los puntos más románticos de Roma, con varias basílicas rodeadas de frondosos jardines y hermosas vistas desde el meandro del Tíber a la Basílica de San Pedro. Como curiosidad, existe la tradición de mirar a través de la cerradura de la puerta del Palacio del Aventino, sede de la Orden de Malta, desde donde se ve, en un misterioso encuadre entre cipreses, la cúpula misma de San Pedro.
Si queremos ver uno de los monumentos mejor conservados de la Antigua Roma, tenemos que visitar el Panteón, que aunque conserva el nombre de Agripa fue construido por el emperador Adriano, en el siglo II. Este enorme templo dedicado a “todos los dioses”, acabo siendo convertido en iglesia y hoy se distingue por su impecable construcción y equilibrio. Es un edificio grandioso, con planta única circular coronada por la mayor cúpula de fábrica jamás edificada, con 43,20 metros de diámetro. Su función de panteón se justifica con las tumbas de los dos primeros reyes de la Italia unificada y otros personajes como el pintor Rafael.
El Castillo de Sant’Angelo es otra de esas típicas estampas romanas, situado a la derecha del Tíber y destinado a ser, en principio, mausoleo para el emperador Adriano. Unido al muro que protegió la ciudad en el siglo III de las invasiones bárbaras, se acabó convirtiendo en fortaleza, comunicada por un pasadizo secreto con el mismo Vaticano. En su historia ha servido como Palacio de los Papas o cárcel del Estado italiano, hasta llegar a albergar, actualmente, el Museo Nazionale del Castel Sant’Angelo.