Antonio José Martínez Navarro. El frío más grande que he tenido en mi centenaria existencia, coincidió con la primera nevada que Huelva sufrió en el siglo XX. Era el día 13 de enero de 1945. La Plaza semejaba un blanco sudario y mi bonito jardín escondía su verdor bajo la nieve. Más tarde se acrecentó la nívea escena en el día de la Candelaria de 1954.
En la década de los años cincuenta tuve la satisfacción de que me instalara el primer Belén Viviente que se montó en España. Aunque resulta paradójico, fracasó por el desbordamiento del público que acudió a contemplarlo.
En junio o julio de 1964, mi dilecto hijo Manuel López Rebollo manda que me remocen (Sesión municipal del 28 de mayo de 1964). Yo estaba tranquila, ya que el encargo se lo dejaron a dos grandes arquitectos
<<Visto proyecto de obras de reforma exterior de la pavimentación, agua y alcantarillado de la Plaza José Antonio Primo de Rivera de esta ciudad, formulado por los señores don Alejandro Herrero Ayllón y don Ricardo Anadón Frutos y el Sr. Ingeniero don Eligio Vallejo Tirado, el cual fue aprobado inicialmente por este Excmo. Ayuntamiento en sesión plenaria celebrada el día 13 de marzo último y sometida a información pública por el plazo de un mes durante el cual no han sido presentadas reclamaciones contra el mismo; por unanimidad de los señores concurrentes, se acordó aprobar provisionalmente el referido proyecto y someterlo a la Comisión de Urbanismo importante para su aprobación definitiva si procede…>>.
Poco tiempo después de que fuese nombrado primer edil de nuestro Ayuntamiento, mi querido hijo don Federico quiso transformarme un tanto. Me envío, como primera beneficiada, un texto municipal que tenía fecha del 15 de marzo de 1968 y que decía
<<…Vista cuenta general del Presupuesto Extraordinario para obras de reforma interior, pavimento, agua y alcantarillado de la Plaza José Antonio Primo de Rivera, la cual fue informada favorablemente por acuerdo de la Comisión Municipal Permanente de veinte de diciembre próximo pasado, y expuesta al público por quince días hábiles, durante los cuales y ocho más no se presentaron reparos ni observaciones, por unanimidad de los señores concurrente, se acordó aprobarlo y remitirlo al Servicio Nacional de Inspección y Asesoramiento…>>.
Fíjate si mi nombradía llegaba lejos que en un Consejo de Ministros le daban al Ayuntamiento de Huelva un millón de pesetas para que me pusieran más bonita (sesión municipal del 20 de noviembre de 1970:
<<…Vista comunicación del Sr. Secretario accidental de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos, acordó de que en el Plano Provincial de Inversiones correspondiente al Bienio 1970-71 aprobado por el Consejo de Ministros en su sesión de fecha veinticuatro de abril de mil novecientos setenta, a propuesta de la Comisión Interministerial de Planes Provinciales y considerando la solicitudformulada por dicha Comisión Provincial de Servicios Técnicos, figura en el presupuesto que se indica, la obra siguiente:
Año 1970. Obra: Urbanismo y pavimentación de la Plaza de las Monjas, reforma.
Financiación: Presupuesto total: cinco millones de pesetas.
Ayuntamiento: (aportación) cuatro millones de pesetas.
Subvención presidencial del Gobierno: un millón de pesetas.
Total, cinco millones de pesetas.
La Corporación, por unanimidad de los señores concurrentes y de conformidad con lo interesado en dicha comunicación acordó aceptar la subvención concedida por la Presidencia del Gobierno de un millón de pesetas y contraer el compromiso de aportar la cantidad de cuatro millones de pesetas asignadas de este Excmo. Ayuntamiento para la realización de las mencionadas obras como asimismo remitir certificación de este acuerdo a la Comisión Provincial de Servicios Técnicos de referencia a los efectos oportunos…>>.
Finalizando los años sesenta, mi agraciado hijo Federico Molina quiso darme nuevos aires y, como era muy amante de la celebración de las Fiestas Colombinas, dejó la inauguración para el 30 de julio de 1970. Un periodista de “Odiel” dejaba, aunque yo me acuerde, los logros que eran:
<<…A la misma hora quedará abierto al público tras su reforma la Plaza de José Antonio, antigua de las Monjas, que se le ha dotado de pavimentos de mármol, bancos de piedra, farolas monumentales, y jardines, habiéndose repuesto las palmeras perdidas. Desapareció el Quiosco de la Música y falta por construir en el lado opuesto a dicho Quiosco una cafetería con que completará de momento el recinto -hay previsto una fuente para más adelante- y quedará atractiva la estancia en la tradicional plaza onubense…>>.
En la sesión municipal del día 23 de febrero de 1970 el mismo don Federico solicitaba la reforma de la pavimentación de mi Plaza:
<<…Visto proyecto de reforma de la pavimentación y alumbrado de la parte central de la Plaza de las Monjas de esta capital, confeccionado por el Sr. Arquitecto e Ingeniero Municipal don Eligio Vallejo Tirado y don Ricardo Anadón Frutos, cuyo presupuesto asciende a la cantidad de cinco millones cincuenta y nueve mil noventa y siete pesetas con nueve céntimos, se acordó su aprobación…>>.
Pasado reciente o los años ochenta del siglo XX. Antes de pasar a hablar de mis vecinos de los años ochenta, permítaseme que elogie la vida intensa de las calles que me rodean. Desgraciadamente soy inmovible, pero a pesar deno conoceros en toda vuestra extensión, para mí tenéis expresión, carácter y temperamento. Os imagino eléctricas y no sois sino nerviosas… Os creo sólo ocupada de negocios, y en vuestra estrechez generosa reserváis siempre un espacio para que los desocupados vean pasar a las mujeres airosas… No sois como las avenidas linajudas de Madrid, Barcelona o Valencia, pero en vuestra riqueza nada choca y en vuestro movimiento todo gusta… ¡Entrañables calles Vázquez López, Martín Alonso Pinzón (Gran Vía), Tres de Agosto, Méndez Núñez y Espronceda!.
En este punto también quiero que sepáis que comprendo la posible dificultad en que tropezarán algunos lectores para seguir el hilo de mi historia. Esta dificultad estriba, por exigencias de mi propia vida, en que en ocasiones se mencionen a algunas personas como integrantes de diversas generaciones por haber permanecido siempre en mi Plaza y, con respecto a otras, sólo de pasada por haber durado menos su estancia que lombriz en gallinero. Pido disculpas por las reiteraciones necesarias, por otra parte, para la mejor comprensión de un sitio determinado. Voy a desliarles el lío indicándoles que he dividido a mis vecinos en varias generaciones (1920, 1930, 1945 y finales de los años ochenta- noventa). Paso, sin más tardanza a mi reciente pasado y la actualidad de los años ochenta;
Empezando por la calle Vázquez López tenemos, aunque sin el encanto que tenía la anterior, la Farmacia de Justo Garrido, a la que sigue el buen entender de calzados de José Cuella en su “Gladis”. A continuación estaba la fachada del Banco Exterior de España. Tras atravesar la Avenida de Martín Alonso Pinzón (Gran Vía), parte del prestigioso Bar “Pelayo” (aunque estos establecimientos fijan sus sedes en la citada avenida, los veo a los tres como integrantes de mi Plaza). También estuvo Óptica “Estrada” con su excepcional exactitud en la medida de los cristales para la visión, que permaneció veintiún años y que desde hace años ha plantado sus reales en la calle Tres de Agosto. En ese mismo punto estuvo, continuando Estrada como propietario, Lanas “Gran Vía”, a su frente Antonia Moreno que, desde 1955 estuvo en la mencionada Óptica. Pegado a este comercio de lanas, desde hace siglos, el Convento de las Agustinas.
En el siguiente lateral y ya comentada su anterior fisonomía, el Banco de España. En el lugar que en los años ochenta ocupaba el Banco de Granada existían varias casas ya mencionadas, así como sus propietarios, que fueron condenadas por el inexorable crecimiento.
Bancos de la Plaza de las Monjas, tenéis la arrogancia gentil, artesana, de aquellos comerciantes florentinos del Renacimiento, que sabían vestir de terciopelo sus esfuerzos y florecer de lises sus aspiraciones, y formáis parte del pulso económico de la Ciudad. Vuestra misión no es producir historia, en compensación lográis hacer realidad los sueños azules de muchos de los ciudadanos de esta Onuba que tanto quiero.
A continuación del Banco de Granada teníamos el comercio de Manuel Pérez Montagut, representante de firmas tan acreditadas como Alfa.
En el espacio que ocupó Simago había varias casas machadianas, de varios colores, pero unificadas en su destino. Estos almacenes se llevaron en mi Plaza más de veinte años. Constaba de cuatro plantas y una terraza. Aquí una se admira de sus formidables introducciones de todo lo que el mundo fabrica, no sólo para el adorno de la mujer, sino para todo lo necesario de la vida.
En el tercer lateral, en el número 11, estaba desde 1968 el taller de José Valencia. En los balcones de arriba, muy hábil en el manejo del dibujo, muy capaz de levantar a mano alzada cuanto considerara de excelente en mi plaza, el arquitecto municipal y autor del proyecto de la Fuente Magna, Francisco Sedano. Al lado del taller ha abierto sus puertas recientemente la cafetería “Las Monjas”, cuya propietaria es Teresa Mellizo. Antes en el mismo punto estuvo Muebles “Martínez” y Radio Unión.
En el mismo punto de la cafetería existía un teléfono para el servicio de los coches de punto. Como cocheros conocidos mencionemos aquel torrente de voz llamado Paco Isidro, que seguro que en el cielo deleitará con sus fandangos a los ángeles y a la Corte del Sumo Hacedor; “El Marqués”, llamado así porque poseía el mejor coche y caballo y los tenía siempre impecablemente limpios. Vestía con uniforme de gala para su cometido. En su tiempo libre aprendía a leer y a escribir al lado de su vehículo. También en esta parada destacaba “El Tuerto”. No tenía tal defecto, sino un ojo de cada color y era curioso que siempre tuviese cerrado el ojo color celeste.
En el número 17, vivía doña María Dolores García García que testamentó que a su muerte su casa pasara a dominio del Estado español. Así, el 11 de octubre de 1963, el Municipio solicitaba al Director General del Patrimonio del Estado que se exceptuara de la enajenación la citada casa número 17 de la entonces llamada Plaza de José Antonio Primo de Rivera:
<<…Vista moción del Ilmo. Sr. Alcalde en la que se dice que por auto de quince de marzo de mil novecientos cincuenta y siete, fue declarado el Estado heredero de la vecina de esta capital doña María Dolores García y García, fallecida a abintestato, figurando, entre los bienes que integran la herencia, la casa número diecisiete de la Plaza José Antonio Primo de Rivera de esta Ciudad que la Corporación necesita para ejecutar obras de urbanización y aparcamiento en dicha plaza y cuyo valor es inferior al tercio de la herencia: el Excelentísimo Ayuntamiento Pleno de conformidad con lo propuesto en dicha moción, acordó, por unanimidad, solicitar de los Ilustrísimos Señores Director General del Patrimonio del Estado y Presidente de la Junta distribuidora de herencias del Estado, que la expresada casa número diecisiete de la Plaza de José Antonio Primo de Rivera de esta Ciudad, sea exceptuada de la enajenación y entregada al Excelentísma Ayuntamiento de Huelva, comprometiéndose éste a destinar una cantidad en metálico igual al precio de valoración del inmueble para los fines de cualquiera de las Instituciones benéficas destinatarias de la herencia…>>.
Junto a la Cafetería, Sastrería y Confecciones Antonio Rodes, fundada en 1929 por Antonio y regentada durante años, con gran prestigio, por sus hijos Antonio y Manuel Rodes Suero. La Pura Verdad Desnuda, al salir de un pozo, podría entrar por la puerta de este comercio, y al cabo de algunas horas se marcharía convertida en la Divina Mentira Vestida.
Junto a Rodes están las dependencias del Banco de Granada. Su anterior ocupante fue el dentista Santiago Cumbreño, ya mencionado. En la casa que había a su lado vivía el dermatólogo Benito Cárdenas, a quien le había cedido la misma el ilustre notario, Gerardo Vidal y Martínez de Velasco.
“Nuevas Galerías” ocupaba en mi plaza zona desde 1970. Cuando miraba a su interior, seguía el paso rítmico de las mujeres que, como mariposas, revoloteaban alrededor de las tentaciones. Lo que podía atraer, seducir, halagar, ser útil, se hallaba en este alcázar, desde el excelente perfume hasta la camisilla íntima, desde aquel accesorio que faltaba en el hogar hasta los objetos de adornos más sofisticados… En suma, era un moderno comercio que estaba dispuesto a satisfacer la demanda más exigente. Para tal finalidad tenía seis espléndidas plantas mixtas.
En el último lateral, cerradas desde hace mucho tiempo, estaban las oficinas de Renfe y las del Registro de la Propiedad. En el número 1, desde 1942, la Tintorería “Larios”, S. A. En el número 2 teníamos hasta los años iniciales de la década de los noventa la consulta del prestigioso tocólogo Dr. Navarro Miras, último inquilino, tras marcharse, a lo largo de generaciones, Concha Cordero, madre del conocido arquitecto Juan Miguel; Santiago Bañuelos, dermatólogo; Rita, viuda de un jefe de Administración Local y Diego González Negri, armador de buques.
Cedebank ocupaba el número 3, que estaba regido por el excelente matemático y buen amigo Melquíades Madrona. Antes había vivido en este portal Luis Carrascal Salamanca, patólogo, que fue director del Hospital Provincial. A su lado, Recreativos “Concepción” S. A. se asomaba a mí. El portal rotulado con el número 4 estaba ocupado por Seguros “La Atlántida”, algunos miembros de la familia Saavedra y Luis Revilla, en el bajo, dirigida por el Sr. Franco, el Salón del Mueble. Por último, una sucursal de “Arcos” ha absorbido la “Meca de los Pantalones”.
En 1970 mi preclaro hijo don Diego Morón, alcalde de Huelva, recomendó que debía de adjudicar alguna cantidad en hacerme una reparación. Pero, no sé qué pudo ocurrir en las mentes de nuestros Arquitectos que la cantidad se desplazó en reformar la Plaza de la Merced. Esta reforma se hizo años más tarde y adquirió la Plaza de la Merced esta fisonomía que tanto se le critica:
<<…Se dio cuenta de escrito de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos que es como sigue:
“En escrito número 924 de fecha uno de septiembre pasado, se traslada a esa Alcaldía acuerdo adoptado por la Permanente de esta Comisión el día veintidós de agosto del año en curso, relacionado atendiendo a la petición de nuestro Excmo. Ayuntamiento, con propuesta elevada a la Superioridad en solicitud de que el crédito otorgado para las obras del Plan 1970, “Huelva, Urbanización y pavimento de la Plaza de las Monjas”, fuese transferida a la de “Reformas de Huelva, Plaza de la Merced…>>.
En los años noventa, estaba que daba pena porque no me gustaba que los vendedores ambulantes montaran sus frágiles tenderetes encima, o que los fabricantes especialistas en la compra-venta de toda clase de mercancías de segunda, o quién sabe de cuantas manos, me escarnecían con su presencia.
En el año 2007 me transformaron. Estuve más de un año “patas arribas” pero mereció la pena cómo me han dejado. Además, en mayo de 2009 han instalado una serie de figuras, sobre la que hay diversidad de opiniones con respecto a su tasación artística, pero que me da un aire vanguardista, aunque luego me he llevado una sorpresa ya que no llegó a un mes que estuviera como muestrario artístico en mi Plaza. ¡Mejor estoy sin ellas! Es la verdad…
Desde el jueves, 20 de enero de 2011, nuestra capital cuenta con un monumento artístico, orgullo de propios y admiración de extraños, elevado en mi Plaza en honor del que fuera Almirante del Mar Océano y descubridor de América, Cristóbal Colón.
Se le representa con el pendón de Castilla y Aragón, rematado con una cruz, en una mano y el otro brazo dirigido al sitio por donde habría de efectuar el periplo marítimo inmortal (Hay que ver lo que yo sé de historia y yo… sin saberlo). Cristóbal Colón debía de estar aburridísimo en el Olimpo de loa grandes hombres, y luego de contemplar desde su altura olímpica las distintas ciudades que tuvieran relación con el Descubrimiento, decidió pedir asilo –contra el bostezo y el aburrimiento- en Andalucía, y dentro de Andalucía, en Huelva.
El viernes, 15 de noviembre de 2013 mis amigos de la Agrupación de Comerciantes e Industriales de las calles del Centro y el Ayuntamiento de Huelva quisieron darle animación a estas calles y proclamaron un concurso de danzas urbana. Imagínense ustedes yo con tantos años y teniendo que soportar este tipo de baile. Aunque siendo sincera no estuvo mal, ya que este baile fue muy bien “bailao” y por ese motivo no me extraña que esté de moda entre la población más joven y que vaya adquiriendo cada día más adeptos en nuestra ciudad.
En todos los jaleos siempre estoy presente como plaza de primera magnitud. Así el sábado 19 de marzo de 2016 la provincia se sumó a la Hora del Planeta y apagó edificios y enclaves de interés durante una hora para concienciar sobre el cambio climático y recogió actividades de concienciación en mi Plaza durante todo el día. Sentíuna emoción especial cuando se apagaron las luces que me iluminaban y adornaban y encendieron sesenta velas que representaban el número sesenta.
El lunes 31 de octubre de 2016 la alegría me brotaba por los cuatro costados: los pequeños onubenses celebraron el Halloween con cuentacuentos, pinta caras y figuras de globoflexia. Me divertí mucho viendo sobre mi piel a brujas, Dráculas, calabazas, princesas terroríficas, muñecos diabólicos y zombis dieron vueltas sobre mí y se acercaron a los comercios, ya que estos obsequiaron con caramelos a los niños, así como descuentos y promociones.
¡Ah! en un futuro artículo denominado “La Plaza de las Monjas nos cuenta sus secretillos” haremos detenido hincapié en los vecinos actuales y en los establecimientos que me pueblan.
Es lógico que me tengan bonita, ya que me considero onubense de honor y de lujo, musa y diosa de la poesía y de la dicharachería, además del capítulo vivísimo de la historia social de Huelva. Por ello, en mis sueños azules no entra que se me humille.